martes, abril 16, 2024

Crítica de ‘Entrevista a mi hija Mari‘: El esperpéntico espectáculo del cotilleo

Las críticas teatrales de Laura Zurita:
Entrevista a mi hija Mari

A través de la comedia y con reminiscencias cabareteras en este espectáculo, Antonia San Juan hace una crítica feroz hacia el patriarcado y el machismo instaurado como algo natural y aceptado socialmente. Con giros y ocurrencias inteligentes y cercanas, y con una capacidad interpretativa que no deja indiferente a nadie por su manera tan original de caricaturizar y deformar una realidad, que ya está deformada de por sí, Antonia San Juan lanza una crítica nada velada a la desigualdad aún imperante en nuestra sociedad, recreando la intrahistoria de una mujer que, como tantas otras, viven el infierno tras la intimidad del hogar.

  – «Qué buena es mi hija Mari»

Utilizando el formato de un programa testimonial, un personaje se sienta en un plató para abrirse en canal; el conductor del programa escucha el testimonio de la invitada que viene a narrar sus problemas personales y a buscar su minuto de gloria; el entrevistador aportará además datos y opiniones de personas allegadas, siendo sometida la invitada a un alto nivel de estrés, y siempre con bárbaras sentencias mediáticas, en la que la presunción de inocencia no existe porque está sometida a un juicio sumarísimo. Entrevista con mi hija Mari está escrita, dirigida e interpretada por Antonia San Juan, y se estrena el 2 de febrero de 2023 en el teatro Pavón.

Una comedia incómoda

Entrevista con mi hija Mari es una comedia, pero eso no significa que todo sea alegre y divertido. Al subir el telón nos encontramos con un presentador de un programa, «Húndeme» (qué nombre más revelador), no muy distinto de otros programas de mediodía/tarde, en el que se trata de escuchar, analizar y burlarse de gente de la calle, en un claro ejercicio de cotilleo, mezquindad y sadismo. El presentador, como tantos otros, es atractivo, egocéntrico y prepotente, y disculpa su trabajo y su actitud por hacer lo que los espectadores demandan, y no le falta razón.  Lo peor del programa es que sus recursos, su tono, su cinismo y su cultivo de los peores instintos son claramente reconocibles. Un programa como «Húndeme” desafinaría en una parrilla televisiva, e iría muy bien, si fuera suficientemente barato.

Poco después entra en escena Cuca, que se presenta como ama de casa y madre.  Y a partir de ese momento, y sin casi descansos, se desencadena en la escena el huracán que es Cuca, que no sabe estarse quieta ni callada, y podemos sospechar si es porque no quiere estar a solas consigo misma porque no se gusta. No es extraño, ya que parece imposible que alguna vez le haya gustado a nadie.

Es charlatana, vulgar, hiperactiva, y abiertamente egocéntrica y machista. En su cabeza se esfuerza por verse a sí misma como una madre amantísima, abnegada y catequista. Pero esa imagen cambia cuando otras personas hablan de ella, y poco a poco se van descubriendo sus pecados capitales, abriendo su vida en canal en directo, y todo por un cheque.

El final de Entrevista a mi hija Mari es esperpéntico y excesivo, y por un momento falla la credibilidad y la solidez del trabajo de los actores, y es una pena, porque esos dos minutos deslucen un trabajo estupendo.  Un libreto tan ingenioso merecía un mejor colofón.

Un tour de force de Antonia San Juan

Lo mejor de Cuca es que, a pesar de ser muy exagerada, sus rasgos pueden verse en diversas personas, conocidas o no. Sus rarezas y defectos son también las de vecinos, conocidos y, aunque duela un poco, también los nuestros. Por eso las sonrisas a veces se congelan en la cara, y dan lugar a la reflexión, y, quizás, al aprendizaje. Esperemos que esas emociones queden y nos den un toque de atención si tenemos tentaciones de sentarnos a ver uno de esos programes que se complacen en maltratar a sus invitados y, en general, en meter dedos en distintas heridas.

Antonia San Juan es Cuca, y también otros personajes. Hace un trabajo gigantesco, con largos párrafos casi surrealistas, llenos de repeticiones y tics y una expresión corporal retorcida y torpe. Una tarea complicada, que seguro ha necesitado una gran labor de preparación, y de la que sale muy bien parada. Con todos sus lados oscuros, y de que todo le resbala, hay una lucecita de amor en su vida, mal dirigida y ciega como las de tantos otros, eso es cierto, pero amor al fin y al cabo.  Hasta las Cucas tienen un rincón redimible.

Entrevista con mi hija Mari es una obra tan incómoda como divertida, un tour de force de Antonia San Juan explorando los feos recovecos del machismo y la peor televisión. La diversión, con un incómodo granito de autoreflexión, está asegurada.


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