miércoles, abril 24, 2024

Crítica de ‘Ser o no ser‘: Echanove dirige y protagoniza una divertidísima versión del clásico de Lubitsch

Las críticas teatrales de José F. Pérez Pertejo:
Ser o no ser

En 1942, Ernst Lubitsch filmó una inapelable obra maestra del cine y una de las cumbres de su filmografía, llevaba por título Ser o no ser en alusión al comienzo del célebre monólogo de Hamlet y se sostenía en un prodigioso guion escrito por el propio Lubitsch y Edwin Justus Mayer sobre un argumento del dramaturgo húngaro Menyhért Lengyel.

Sesenta y seis años después, en 2008, el dramaturgo inglés Nick Whitby, escribió una adaptación teatral que se estrenó en Broadway y, desde allí, traducciones mediante, se expandió a escenarios de medio mundo. La adaptación de Whitby recoge toda la estructura narrativa del film de Lubitsch y la amplía con algún vericueto argumental y varios golpes de humor que alargan la duración de los 90 minutos de la película a los 120 de la obra teatral.

Sobre el texto de Whitby ha trabajado Juan Echanove para dirigir y protagonizar el montaje de la compañía Okapi que, tras varios meses en el madrileño Teatro la Latina, gira ahora por diversas ciudades de España. Un montaje preñado de aciertos tanto en la (difícil) dramaturgia como en una puesta en escena que incluye numerosas localizaciones diferentes con unos cambios escenográficos muy exigentes y que, en general, se hacen con agilidad y buen ritmo.

Juan Echanove y Lucía Quintana encabezan un reparto que mantiene a la mayoría de los actores que, hace poco más de un año, protagonizaron La fiesta del chivo, basada en la novela de Mario Vargas Llosa que, en aquella ocasión, dirigió Carlos Saura. El cambio de género es absolutamente radical, y la misma brillantez con que Echanove, Quintana, Garbisu, Villota y Pinilla dieron vida a personajes siniestros o torturados, emplean aquí para alumbrar a unos seres luminosos, los componentes de la compañía teatral Tura encabezada por Josef Tura (Echanove), su esposa (una línea más abajo y con las letras un poco más pequeñas) María Tura (Lucía Quintana) y completada por Greenberg (Ángel Burgos), Rabitch (Gabriel Garbisu), Bronsky (Eugenio Villota) y el director Dobosh (David Pinilla). Nicolás Illoro completa el reparto como el aviador de la RAF Stanis Sobinsky, que introducirá las complicaciones amatorias de toda comedia que se precie.

Si la película de Lubitsch era una Screwball Comedy (comedia alocada, traduzcámoslo así aunque la traducción no haga justicia), la obra de Whitby es “un vodevil en toda regla” como dice el propio Echanove en el texto que ilustra el programa de mano que los espectadores hemos tenido que descargar en nuestros teléfonos móviles, algo cada vez más frecuente y ante lo que aprovecho la circunstancia para protestar amargamente: la mayoría de los espectadores, amantes del teatro, queremos tener y conservar los programas en papel. Resulta paradójico que tengamos que descargarnos el programa en un artilugio que, cinco minutos después, nos van a pedir que apaguemos (como es lógico, por otra parte).

Tras este desahogo (que imagino tan inútil como gritar en el desierto), vuelvo a lo del vodevil, un género tan injustamente denostado por los seudo intelectuales de baratillo como disfrutado por el público inteligente que sabe apreciar con el mismo criterio un drama (La fiesta del chivo) que una comedia alocada como Ser o no Ser.

Las andanzas de la compañía de teatro Turá en Varsovia, alternando las representaciones de «Hamlet» con las de una sátira del nazismo llamada «Gestapo» suponen el punto de partida de una trama argumental que se complicará con un thriller de espionaje y una historieta romántica entre María Turá y el aviador Sobinsky. Todo se irá desarrollando con multitud de escenas que se suceden con buen ritmo y en las que todo el reparto realiza un auténtico tour de force interpretativo. Eugenio Villota está divertidísimo interpretando a Hitler (homenaje a Chaplin incluido) y en todos los papeles en los que se va desdoblando, igualmente brillantes están Ángel Burgos, Gabriel Garbisu y David Pinilla que se dan una auténtica paliza con sus continuos cambios de registro y vestuario.

Lucía Quintana demuestra dominar a la perfección todos los registros del vodevil y crea una María Turá seductora y divertidísima al estilo de las divas hollywoodienses, un personaje en las antípodas de su inolvidable Urania Cabral en La fiesta del chivo pero que resuelve con idéntico talento. Finalmente, Juan Echanove, en su doble faceta de actor y director, da la continua sensación de estar disfrutando como un enano con un personaje del que saca petróleo en cada una de sus facetas, ya sea haciendo de nazi, de Hamlet, de divísimo primer actor de la compañía, de marido celoso o de suplantador del profesor Siletsky.

Ser o no ser, esa es la cuestión, y la cuestión es que la sátira, el vodevil y la comedia alocada son tan válidos como el drama para vehiculizar pensamiento, ideas, reflexión y, al mismo tiempo, hacer que el público se desate en carcajadas. Muy brillante montaje el presentado el viernes en el Teatro Calderón de Valladolid. Si la gira pasa por su ciudad, no la dejen pasar.

1 COMENTARIO

  1. Me alegro que el espectáculo sea un éxito porque partiendo de una obra maestra, lo más difícil es mantener el nivel o aproximarse a él. Espero que esta obra rediríja al joven espectador a la obra original.
    P.D.: totalmente de acuerdo ¡¡¡VIVA LOS AFICHES / PROGRAMAS DE PAPEL!!!

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