Las críticas de Laura Zurita:
Un año, una noche
Ramón y Céline son una joven pareja que se encuentra en el local Bataclan de París la noche del 13 de noviembre de 2015. Durante el asalto terrorista, ambos logran, cada uno por su lado, entrar en el camerino de los músicos y refugiarse allí. Al salir ya no son los mismos. Y no saben si podrán volver a serlo…
Un año, una noche es una adaptación cinematográfica basada en el libro «Paz, amor y Death Metal», de Ramón González, superviviente del atentado terrorista en la sala de conciertos Bataclan de París.
Dirigida por Isaki Lacuesta, está interpretada por Nahuel Pérez Biscayart, Noémie Merlant, Quim Gutiérrez, Alba Guilera, Natalia de Molina, C. Tangana, Enric Auquer, Blanca Apilánez, Bruno Todeschini y Sophie Broustal. La película se estrena en España el 21 de octubre de 2022 de la mano de BTeam Pictures.
Las víctimas y sus recuerdos
«Paz, amor y Death Metal» de Ramón González es un estremecedor testimonio literario de un superviviente de los atentados yihadistas en París. En primera persona, el autor cuenta sobre la horrible experiencia del atentado en Bataclan, que ocupó la primera página de los periódicos en 2015. También, y extensamente, cuenta su experiencia de las consecuencias para él y su entorno, que no suelen salir en primera plana: la depresión, las crisis de ansiedad y las noches en blanco, que continuaron durante meses y años.
En Un año, una noche, esas consecuencias se extienden por la mayor parte del metraje, y son más centrales que el atentado en sí mismo. Los recuerdos del atentado se retratan de manera cuidadosa y no necesariamente lineal. Los momentos de crisis, de estrés extremo, no se recogen necesariamente con una narración lógica consistente. El relato fragmentario de Lacuesta, con retazos de imágenes, sonidos más o menos sincronizados, en la que el tiempo se alarga, se contrae o se para, evoca y sugiere el desorden, la irrealidad y el dolor, y es una buena forma de plasmar la naturaleza de los recuerdos de las víctimas. Las memorias aparecen caóticas e imprevistas, en momentos al azar de la vida cotidiana, y hacen el trauma y el horror una presencia inevitable y ubicua.
Pero, como se ha dicho, el atentado y la toma de rehenes tomaron horas. El tormento posterior duró semanas, meses, años. En Un año, una noche vemos que las distintas personas toman distintas estrategias para sobrevivir. Celine adopta la negación, Héctor el humor, Ramón tiene ataques de pánico. Y aunque su entorno intenta comprender y apoyar, la experiencia fue tan fuerte, intensa e inusual que no se puede explicar e impregna la vida de los protagonistas hasta mucho tiempo después, o quizás, para siempre. Por tanto, las víctimas no son solamente aquellas que fallecieron o quedaron mutiladas físicamente, sino también aquellas que padecieron, o padecen, secuelas psíquicas.
Formas de sobrevivir al dolor
La tarea de los actores en Un año, una noche no es fácil y requiere de matices sutiles y bien controlados, sobre todo los que encarnan a las víctimas del atentado. Su papel es incorporar personas que están mal, pero que fingen estar bien ante familia, amigos y colegas, incluso ante sí mismos. El dolor se aprecia en gestos diminutos, en las caras macilentas y en cansancio, y en las miradas impregnadas de tristeza aunque las caras pretendan sonreír.
Hay mucho trabajo interpretativo en esos primeros planos en los que casi podemos ver lo que los personajes sienten y piensan, que no es necesariamente aquello que dicen. Destaca la pareja protagonista, Celine y Ramón. Noémie Merlant (Celine) es la imagen misma de la negación, esa etapa del duelo tan extendida y engañosa. Su rostro sensible guarda la tristeza bajo capas y capas de pretendida normalidad, y la mujer fuerte que siempre ha sido se niega a sí misma su fragilidad. Nahuel Pérez Biscayart (Ramón), es un profesional exitoso y competente al que el atentado obliga a reconsiderar su vida, a perder la salud, y lo sume en un mar de dudas del que esperamos que emerja sano y salvo.
Un año, una noche es una obra que explora con maestría distintas reacciones emocionales al trauma de sobrevivir un atentado, gracias a un gran trabajo actoral y a la manera de reconstruir los mecanismos del dolor y la memoria. Es una película muy relevante en este tiempo de crisis, y puede dar pie a reflexiones y conversaciones no por difíciles menos necesarias.
¿Qué te ha parecido la película Un año, una noche?
Un año, una noche
