Las críticas de Daniel Farriol:
Centenario Ava Gardner
Regina (1982)
Regina (Regina Roma) es un drama estadounidense dirigido por Jean-Yves Prate con guion de Pierre Rey (Les roses de Dublin, Vertige pour un tueur), que adapta su propia obra de teatro «La Mienne s’appelait Régine». La historia relata como una pareja de ancianos que busca la paz y la armonía familiar se reencuentra con su único hijo que regresa a casa para cenar después de una larga ausencia, pero con la sorpresa de que no viene solo y llega con una prometida que no conocían. Está protagonizada por Ava Gardner, Anthony Quinn, Ray Sharkey, Anna Karina y Michelle Mouton.
Una obra de teatro filmada para despedir a Ava Gardner de la gran pantalla
La última aparición de Ava Gardner en una pantalla de cine fue con la película Regina, filme casi invisible ni recordado que solo tuvo un estreno limitado en Italia y que nunca fue exhibido en Estados Unidos o España. A partir de entonces la actriz solo obtendría papeles secundarios en series de TV como el remake de El largo y cálido verano (Stuart Cooper, 1985) o el drama histórico Anno Domini (Stuart Cooper, 1985), además de algunas apariciones en telefilmes como Harem (William Hale, 1986), junto a Omar Sharif, o la inédita Maggie (Waris Hussein, 1986), que sería su despedida definitiva de la actuación cuando contaba con 64 años.
Regina es la adaptación de una obra de teatro que no logra trascender de las tablas en la adaptación cinematográfica realizada por el novato francés Jean-Yves Prate. La acción transcurre íntegramente entre las cuatro paredes del comedor de una casa, en una suerte de cruce entre la dramaturgia afectada de Tennessee Williams y la de Edward Albee, para realizar un estudio de personajes profundo basado en la problemática de las relaciones familiares acuciadas por oscuros secretos inconfesables. La trama es sencilla y narra los preparativos de una cena que supondrá el reencuentro de una pareja de ancianos con su único hijo que ha pasado unos meses estudiando fuera de la ciudad. La cena se presenta como una velada familiar llena de felicidad hasta que el hijo anuncia a sus progenitores que no ha venido solo y que le acompaña su prometida…
Una familia de locos con relaciones ambiguas entre ellos
La curiosidad del título Regina es que hace referencia al personaje de la prometida que interpreta la actriz y cantante danesa Anna Karina, una chica tímida que se mantiene como espectadora silenciosa todo el rato, ya sea por decisión propia o porque el resto no le dejan intervenir cuando quiere hacerlo. Transcurrirán 68 minutos hasta que pronuncie su primera frase que será una de las tres o cuatro únicas que dirá en toda la película. Pese a ser una presencia silente y casi testimonial su personaje es el verdadero detonante del conflicto que surge dentro del núcleo familiar. Resulta bastante inquietante que los padres no posean un nombre y se dirijan entre ellos como Papa y Mama, es una manera de desnaturalizarlos para criticar sus modelos de conducta.
Por un lado, Mama (Ava Gardner), es una mujer neurótica y manipuladora que vive obsesionada con el cariño de su hijo, Carry (Ray Sharkey), al que trata como a un niño pequeño pese a que ya ha cumplido los 36 años. Su relación se nos muestra ambigua y tienen un acercamiento entre sí de marcado carácter incestuoso donde la madre reclama constantemente el cariño y atención de su primogénito (se besan en la boca, le pide que duerma en su habitación…), mientras que el hijo con complejo de Edipo se deja querer aunque eso suponga la ruptura con su novia que no entiende el que no imponga una distancia entre ellos.
Por otro lado, Papa (Anthony Quinn), es un hombre acomplejado que vive a la sombra del cariño que su esposa profesa a su hijo y que se ha acostumbrado a satisfacer las necesidades y caprichos de la mujer casi sin rechistar, aunque tendrá una importancia capital para dar el empujón final a su hijo hacia su billete a la libertad. La mera posibilidad de que el «niño» vuele del nido para formar su propia familia, se convierte en una bomba de relojería que hará estallar la pretendida tranquilidad de la cena por los aires. El guion se construye mediante discusiones constantes que resaltan una lucha de poder entre Mama y el resto, de ahí destaca la secuencia del pastel en que Carry encuentra la haba (a la inversa de lo que hacemos aquí con el roscón de Reyes) que le corona como Rey y su madre exige ser su reina mientras que él corona a su prometida.
Una pobre puesta en escena para despedir a dos grandes intérpretes
El texto teatral de Pierre Rey para Regina es poderoso e incómodo. Los actores realizan un trabajo apreciable si lo valoramos como si estuvieran encima de un escenario, pero en una pantalla acaba siendo exagerado y la sobreactuación resta realismo a la propuesta. Tampoco ayuda la insulsa puesta en escena de Jean-Yves Prate que no encuentra la manera de hacernos olvidar ese origen teatral pese a que intenta disponer la cámara en distintas posiciones para jugar con la profundidad de campo. El escenario único acaba siendo un lastre en una realización que intenta dinamizar mediante el inserto de horrorosos flashbacks que evocan eventos del pasado o escenifican el pensamiento calenturiento de Mama cuando piensa en su hijo como querencia erótica. No pueden ser más torpes estas escenas.
Regina es una curiosidad poco conocida que permitió a Ava despedirse del cine con una película de bajo presupuesto, pero con un personaje que sí estaba a la altura de su carrera y no como otros que le ofrecieron durante su etapa de madurez. Sin ser demasiado memorable por todo lo comentado antes, la película es un ejercicio teatral interesante acerca de la sobreprotección maternal y de la necesidad de cortar el cordón umbilical para poder madurar como individuos. El simple hecho de tener en una misma escena a dos grandes como Ava Gardner y Anthony Quinn, que ya habían coincidido años atrás en Una vida por otra (Ride, Vaquero!) (John Farrow, 1953), ya es suficiente reclamo para olvidarse de las carencias que pueda tener la película y disfrutar de su visionado.
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Regina
