Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 67 SEMINCI:
No mires a los ojos
La literatura de Juan José Millás no es particularmente fácil de adaptar al cine. Sus argumentos no son convencionales, su narrativa no es lineal y habitualmente juega con varios niveles de realidad, lo cual dificulta su traslación a lenguaje cinematográfico y la conversión de párrafos en los que uno puede permitirse argumentar en secuencias que deben funcionar, en muchos casos, sin ningún apoyo literario. Todo esto ocurre en «Desde la sombra» (2016), novela que Félix Viscarret ha adaptado junto a David Muñoz a guion cinematográfico con el título de No mires a los ojos. Viscarret y Muñoz han escrito un guion enormemente ágil en el que no hay secuencias de relleno ni tiempos muertos y, además, han evitado ciertas soluciones que habrían resultado lícitas y facilitado el trabajo como recurrir a la voz en off (recurso únicamente presente al inicio del film) o introducir un narrador que presentara a los personajes y pusiera al espectador en situación. Por contra, se mantiene fiel a las (complejas) líneas narrativas presentes en la novela de Millás y utiliza al presentador de televisión Sergio O’Kane (Juan Diego Botto), un practicante de telebasura espectáculo al que pone en contraposición con la figura de un periodista serio del perfil de Iñaki Gabilondo.
Damián (Paco León), es un trabajador que, tras muchos años en la misma empresa, es despedido repentina e inexplicadamente, lo cual le provocará una sensación de estupor y un conato de agresividad que le llevará a esconderse en el primer refugio que encuentra, que no es otro que el interior de un armario ropero, cargado en una camioneta, a la espera de ser transportado a la casa de Lucía (Leonor Watling) y Fede (Àlex Brendemühl). La curiosa ubicación del armario en su nuevo emplazamiento, justo delante de un armario empotrado en la pared, permitirá a Damián permanecer escondido en el domicilio de Fede y Lucía sin que estos adviertan su presencia. Es así como se convierte en testigo de su rutinaria vida de pareja y de la mecánica relación con su hija María (María Romanillos) y, de manera insospechada, acabará estableciendo una relación de convivencia con tres personas que, en realidad, no le ven.
Con algunas pinceladas de humor cargadas de sutileza, Viscarret consigue crear una atmósfera inquietante y hace discurrir los hechos difuminando las líneas que separan la realidad con la introspección de Damián a través de las imaginarias entrevistas que le hacen Sergio O’Kane e Iñaki Gabilondo. Lo que comienza siendo un relato planteado únicamente desde la mirada subjetiva de Damián se torna, conforme avanza el metraje, en una compleja trama narrativa con multitud de aristas psicológicas en la que el espectador tiene la permanente sensación de que en cualquier momento puede pasar algo dramático, brutal incluso.
Paco León se sale con éxito de su zona de confort interpretativo (los personajes extrovertidos, simpáticos y con don de gentes) y encarna con acierto a un tipo extraño, con un fondo de bondad pero rodeado de sombras que, por momentos, le tornan siniestro. Las motivaciones que guían sus actos no siguen nunca un desarrollo convencional, lo cual contribuye a aumentar la sensación de incertidumbre. No hay nada previsible en No mires a los ojos como tampoco lo hay en la literatura de Millás. Leonor Watling da vida a una mujer insatisfecha con todo, definida más a través de lo que ha perdido que de lo que tiene. Watling recrea con acierto los matices interpretativos de una mujer que acomoda una realidad extraña a su conveniencia existencial o, quizá cabría decir, a su supervivencia emocional. Por su parte, Àlex Brendemühl interpreta a un tipo de apariencia gris pero con un doble fondo moral que terminará resultando determinante en el desenlace.
El reparto se completa con Susana Abaitua y María Romanillos que encajan a la perfección en un reparto de altura. Sin embargo, a pesar de la acertada adaptación del guion y del homogéneamente buen nivel interpretativo, lo más destacable de No mires a los ojos es la dirección de Félix Viscarret que continuamente toma decisiones acertadas a la hora de plantear la organización de las secuencias, tanto desde la puesta en escena actoral como desde la ubicación de la cámara. Viscarret evita tentaciones efectistas como filmar desde el exterior el traslado del armario o mostrar directamente las reacciones de los personajes ante algunos hechos particularmente dramáticos. El uso del fuera de campo en el momento culminante del argumento es, quizá, el mejor ejemplo de acierto en este sentido.
No mires a los ojos es, en conclusión, una película inquietantemente entretenida y muy bien resuelta narrativamente a pesar de las enormes dificultades que presentaba el material literario de partida. La mejor película de Viscarret desde Bajo las estrellas donde, por cierto, adaptaba a otro de los grandes de nuestra literatura: Fernando Aramburu.
Mucha pereza. Solo Leonor Watling (buena cantante y actriz) me atrae mínima ente.
Pues te sorprendería. Está bien llevada y no es fácil de hacer. De hecho, lo más acertado me parece la dirección.
Entretenida, sólo al final miré el reloj, a los diez minutos de haber salido del cine ya la había olvidado