jueves, octubre 10, 2024

Centenario Ava Gardner: Crítica de ‘La centinela’ (1977)

Las críticas de Daniel Farriol:
Centenario Ava Gardner
La centinela (1977)

La centinela (The Sentinel) es un filme de terror estadounidense escrito y dirigido por Michael Winner (Yo soy la justicia, Scorpio), que adapta la novela «El centinela» de Jeffrey Konvitz (Noche silenciosa, noche sangrienta, Gorp). La historia sigue a una modelo que se muda a un viejo edificio en Brooklyn y empieza a sufrir unas terribles alucinaciones que parecen estar relacionadas con sus extraños vecinos entre los que se encuentra un sacerdote ciego que vive en el último piso y parece observarle desde la ventana cuando entra o sale de la casa. Está protagonizada por Cristina Raines, Chris Sarandon, Burgess Meredith, Arthur Kennedy, Ava Gardner, Eli Wallach, Beverly D’Angelo, Sylvia Miles, John Carradine, José Ferrer, Jeff Goldblum, Christopher Walken y Tom Berenger.

El edificio infernal

La centinela es un curioso filme de terror sacro y sobrenatural que ha adquirido cierta aureola de culto con el paso del tiempo sin llegar a convertirse en un verdadero clásico del género. Tras la estela de Polanski y sus ambientes vecinales enrarecidos de La semilla del diablo (1968) y El quimérico inquilino (1976), y con una atmósfera malsana y perversa que parece querer emular la de Alice, Sweet Alice (Alfred Sole, 1976), el bronsoniano justiciero Michael Winner acomete la adaptación de la novela de Jeffrey Konvitz en busca de un terror psicológico que se va tornando cada vez más físico con escenas pesadillescas que desembocan lo bizarro hacia un antológico circo de los horrores durante su desenlace.

La historia no es demasiado original y, en ocasiones, su imaginario está expuesto de manera confusa para hacer comprensibles los acontecimientos. La protagonista es Alison Parker (Cristina Raines), una bella modelo publicitaria que mantiene una relación impúdica con Michael Lerman (Chris Sarandon), ya que la misma se inició estando él aún casado, lo que provocaría el posterior suicidio de su mujer. La infidelidad y el adulterio son temas importantes porque en la película hay una representación del bien y el mal a través de la continua contraposición de lo moral con lo amoral. Mientras Michael busca un apartamento para irse a vivir juntos, Alison prefiere buscar por su cuenta un apartamento para vivir ella sola y no precipitar una relación que se ha gestado en lo «pecaminoso». Hay que añadir que la chica es católica y acude a la iglesia a confesarse para limpiar la mala conciencia que le atormenta.

A través de una agente inmobiliaria, Miss Logan (Ava Gardner), la joven encuentra un verdadero chollo en un viejo edificio en Brooklyn donde vive un sacerdote en el último piso que se pasa las horas observando desde la ventana aunque está ciego. Poco después de realizar la mudanza, Alison comenzará a experimentar pesadillas y también a escuchar ruidos nocturnos que provienen del piso superior que debería estar deshabitado. A eso hay que sumarle que todos sus vecinos son personas bastante siniestras o, cuanto menos, peculiares, y parecen ocultar algo que está relacionado con la historia del edificio.

Los protectores de la moral

Bajo esa premisa argumental tan común en el subgénero de casas encantadas y del terror sobrenatural, La centinela va construyendo un relato que se cuece a fuego lento en el que vemos como los acontecimientos del edificio van afectando al día a día de la chica en su trabajo como modelo, comenzando a sufrir terribles jaquecas que le provocan desmayos y van minando su salud. En paralelo, su novio Michael iniciará una investigación sobre los hechos paranormales que suceden y la policía también intervendrá para aclarar si lo que cuenta Alison es real o solo es producto de su imaginación debido al estrés que sufre. Harán descubrimientos terroríficos e inesperados.

La película hace alguna referencia intelectualoide como la del poema «El paraíso perdido» de John Milton, que versa acerca de la caída en desgracia de Adán y Eva, lo que también sirve para reafirmar la lucha central que hay en el filme entre el bien y el mal o, si se prefiere la simbología teológica, entre el cielo y el infierno. Pero más allá de eso, lo que de verdad quiere Michael Winner es impresionar al espectador con imágenes morbosas y un buen puñado de jump scares. En ese sentido, el propio director le comentó a Jeffrey Konvitz: «¡Haré una película tan horrible, tan repugnante, que la gente se desmayará en sus asientos!», toda una declaración de intenciones.

Teniendo en cuenta la época en que se realizó no iba demasiado desencaminado y por eso la película fue mutilada por completo en la versión lanzada en vídeo en los Estados Unidos que fue la misma que se utilizó para emitirla por televisión. Ahí fueron eliminadas todas las escenas que implicaban desnudez o referencias sexuales, así como aquellas que tenían contenido poco «católico» (intentos de suicidio, lesbianismo, etc), fueron tantas que hacía dificultoso el entender nada del argumento. Respecto a eso, para lavar cualquier suspicacia de que los centinelas estaban controlados por la Iglesia Católica, se ideó para la versión alternativa una «Hermandad de los Protectores», orden compuesta por sacerdotes excomulgados. Sea como fuere, lo más polémico que tuvo la película fue la utilización de personas con deformidades físicas reales, emulando a La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932), para la secuencia de apertura del averno como algo asociado a la desviación moral y a físicos no normativos.

Lo bizarro mola

La centinela es un filme de terror a recuperar y reivindicar, pese a todas las imperfecciones y absurdeces que contiene como esa puerta corredera en la casa de Alison que ofrece menos seguridad que un mono con una caja de granadas. Sin embargo, la estética cutre-siniestra y la fotografía de Dick Kratina, típicamente setentera, conservan aún su gracia. El director Michael Winner nos regala momentos realmente espeluznantes, por ejemplo, el gato devorando al pájaro, el anciano padre en la orgía o el sobresalto que provoca la primera aparición de uno de los «freaks«. Son momentos de terror puro que destacan junto a otros de tono más bizarro como es la fiesta de cumpleaños de la gata Jezabel o simplemente incómodos como la visita de Alison a sus vecinas lesbianas que acaba con una de ellas masturbándose sin ningún tipo de pudor frente a ella.

En el reparto tenemos a Cristina Raines, como estupenda sufridora protagonista, junto a secundarios de lujo entre los que sorprende reconocer a unos jovenzuelos Jeff Goldblum, Christopher Walken o Tom Berenger (en un rol minúsculo). Aunque el que se llevaría los laureles sería Burgess Meredith, mejor actor en la edición de 1977 del Festival de Sitges, haciendo de ese amable y cotilla vecino que oculta demasiados secretos oscuros. Por otro lado, resulta decepcionante la única incursión que hizo Ava Gardner en el cine de género, a La viuda del diablo (Roddy McDowall, 1970) no la catalogaría así, viendo que aquí su personaje de agente inmobiliaria apenas tiene trascendencia en la trama supongo que aceptaría el papel por temas económicos.

La centinela es un thriller psicológico que seguro habrá influenciado en su juventud a cineastas tan diversos como Álex de la Iglesia o M. Night Shyamalan, y que aún hoy resulta monstruosamente disfrutable si nos acercamos a él sin la superioridad que desprende parte de la cinefilia actual, en especial, durante ese locurón de final que es tan excesivo como impactante.


¿Qué te ha parecido la película?

La centinela

7

Puntuación

7.0/10

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