Las críticas de Laura Zurita:
La fotógrafa del Monte Veritá
En 1906 una joven madre, Hanna, no quiere más que liberarse de su papel burgués y sus limitaciones sociales. Huye al sanatorio Monte Verità, donde, rodeada de la naturaleza idílica del cantón del Tesino y dedicándose en cuerpo y alma y con valentía al arte, se enfrenta a una dolorosa decisión. ¿Podrá volver con su familia sin renunciar a sí misma?
La fotógrafa del Monte Veritá está dirigida por Stefan Jäger e interpretada por Maresi Riegner, Max Hubacher, Julia Jentsch y Hannah Herzsprung. La película se estrena en España el 5 de agosto de 2022 de la mano de Surtsey Films.
Búsqueda de libertad
Hanna es una mujer casada con afición y talento para la fotografía, que es infeliz con su vida conyugal y familiar, hasta el punto de entrar en un estado de melancolía, el nombre con el que entonces era común referirse con lo que ahora llamamos depresión. La idea de la comuna del Monte Veritá se le presenta como una posibilidad de liberarse de la opresión de una sociedad que la mantiene encorsetada, tanto en sentido figurado como literal. No es casualidad que una de las primeras cosas que le son ofrecidas en la comuna del Monte veritá sea un vestido cómodo, para poder moverse y respirar sin ballenas, miriñaques ni rigideces.
La historia es ficcionada, y sirve para presentar la comuna, que fue real, y una serie de fotografías, muy especiales, de las que se han rescatado unas pocas. En estos retratos el fotógrafo intenta capturar características de las personas y mágicos momentos en el tiempo. Aún con las limitadas posibilidades del instrumental de la época, el anónimo fotógrafo obtiene resultados estéticamente originales y muy sugestivos, lejos de las figuras estiradas y los posados hieráticos característicos de la época.
Ficción y realidad
Aunque la historia de Hanna es inventada, la descripción de la comunidad de Monte Veritá sí se acerca a lo que sabemos de ella, una microsociedad que fue puntera (e incomprendida) en su época, y cuyas ideas para el tratamiento de los pacientes de enfermedades mentales aún suenan progresistas. En esta comuna se creó un entorno de libertad, en la que, citando a Robert Altmann: Los colonos «aborrecían la propiedad privada, practicaron un rígido código de moralidad, vegetarianismo estricto y nudismo. Rechazaron la convención en el matrimonio y el vestido, partidos políticos y dogmas: fueron tolerantemente intolerantes». De entre personajes famosos atraídos por esta comuna y sus ideas pueden citarse a Hermann Hesse, Carl Gustav Jung e Isadora Duncan, como vemos en la película.
Es notable el trabajo de Maresi Riegner como Hanna, personaje a la que la actriz dota de fragilidad y ternura. Su historia conmovedora está retratada de una manera muy esquemática, una historia de buenos y malos con pocos matices, que puede resultar, sin embargo, útil para comprender las limitaciones en las que se movían las mujeres de la burguesía de entonces. La fotógrafa del Monte Veritá y su narración de la liberación interior de Hanna es optimista, aunque su viaje hacia la libertad tenga altibajos, algunos de ellos dolorosos.
Los mejores momentos de la película, y no es sorprendente, se dan alrededor de los momentos en que se toman las fotografías que dan origen a la historia. Esas escenas están dirigidas de manera original, y disfrutamos realmente con la poesía y la fuerza de las imágenes en movimiento, y la exquisita forma en que se plasman en el papel. La música, bien elegida, presta aún más emoción e intensidad a la película.
En resumen, La fotógrafa del Monte Veritá es una película bella y sugerente, que describe un entorno de libertad y ruptura con una trama sencilla como excusa.
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