viernes, abril 26, 2024

Centenario Ava Gardner: Crítica de ‘El ángel vestido de rojo’ (1960)

Las críticas de Daniel Farriol:
Centenario Ava Gardner
El ángel vestido de rojo (1960)

El ángel vestido de rojo (The Angel Wore Red) es un drama romántico estadounidense con trasfondo histórico-religioso que está escrito y dirigido por Nunnally Johnson (Las tres caras de Eva, El hombre del traje gris), adaptando la novela «The Fair Bride» escrita por Bruce Marshall (The White Rabbit, El Danubio rojo). La historia sigue al sacerdote Arturo Carrera que deja la Iglesia el mismo día que estalla la Guerra Civil española, siendo perseguido por el bando republicano. Durante su huida conoce a Soledad, una prostituta de la que acaba enamorándose. Está protagonizada por Ava Gardner, Dirk Bogarde, Joseph Cotten, Vittorio De Sica, Aldo Fabrizi, Arnoldo Foà, Finlay Currie, Rossana Rory y Enrico Maria Salerno.

Un amor prohibido en mitad de la Guerra Civil

El ángel vestido de rojo es una de las películas más desconocidas y menos vistas dentro de la filmografía de Ava Gardner y la verdad, vista con la perspectiva del tiempo, se entiende el porqué. El director Nunnally Johnson se embarcó en esta epopeya histórico-religiosa ambientada en el año 1936, durante los momentos previos al inicio de la Guerra Civil española, pero es una película que está repleta de errores e inexactitudes que demuestran el poco conocimiento que tenía el director sobre lo ocurrido en nuestro país. Es curioso comprobar que el régimen franquista prohibiera la proyección de la película en su momento por mostrar una relación impúdica entre un sacerdote y una prostituta cuando ideológicamente el filme parece escrito con el fin de denostar al bando republicano y ensalzar los valores morales del bando nacional.

La trama se centra en las dudas ideológicas que asaltan a un joven sacerdote llamado Arturo Carrera (Dirk Bogarde) que no comprende la deriva que han tomado los postulados de la Iglesia, más preocupada en sancionar la vestimenta indecorosa de las mujeres católicas que en dar el consuelo necesario a los fieles que les necesitan en unos tiempos tan convulsos. Así que decide renunciar a seguir consagrando su vida a una institución en la que ha perdido la fe, justo el mismo día en que estalla la Guerra Civil en España. Las milicias republicanas y el pueblo en general asocia a la Iglesia con el golpe de estado y con el régimen franquista que se presente instaurar en el Gobierno del país, así que los religiosos son perseguidos, capturados o asesinados al tiempo que la Catedral acaba siendo destruida. En su huida, el ex clérigo encuentra refugio en un cabaret donde trabaja una prostituta de buen corazón, Soledad (Ava Gardner), que le ayudará a ocultarse de la muchedumbre enfurecida y con la que iniciará un apasionado romance.

A todo eso, ya de por sí bastante singular, tenemos que sumarle el verdadero macguffin de la historia que es una reliquia sagrada que alberga la sangre de San Juan y tiene poderes casi milagrosos. Es un objeto preciado por todos los bandos que los curas intentarán salvaguardar de los republicanos, ya que se considera clave para alcanzar la victoria en la guerra, incluso se dice que fue su poder lo que derrotó a Napoleón. Todo lo que gira en torno a esta reliquia en la película es bastante sui generis y absurdo dando lugar a escenas realmente ridículas.

El color rojo en blanco y negro

Por ejemplo, la famosa reliquia está escondida gran parte de la película, al igual que el único sacerdote que ha logrado sobrevivir a las ejecuciones de los republicanos, nada menos que en las propias ruinas de la Catedral. ¡Qué lugar más inhóspito para ocultar a un cura y a una reliquia religiosa! ¿En serio que nadie es capaz de buscar allí? Pues no lo hacen hasta que organizan una emboscada a Soledad y la persiguen hasta las ruinas del templo para descubrir que el párroco vive allí como un vagabundo. Aún es peor durante la escena del éxodo durante el cuál Arturo lleva la reliquia todo el rato en un bolsillo y al líder de los republicanos no se le ocurre registrarlo, en cambio urde un plan para descubrir dónde está la reliquia, incluso hay escenas de torturas para conseguir saberlo cuando toda la película la tienen delante de las narices. El guion está tan poco trabajado que acaba siendo inverosímil y arbitrario.

Ya el título del filme resulta desconcertante, rodado en blanco y negro, nos remite a El ángel vestido de rojo. El color rojo se asocia a temas como el amor, la lujuria y la sangre, los tres presentes en la película, así que supongo que por ahí van los tiros, en esa contradicción que supone el que una prostituta rechazada por la Iglesia por simbolizar la lujuria sea quién finalmente se sacrifique por proteger la reliquia del enemigo demostrando un amor puro e incondicional. Plantear una historia de amor imposible entre un sacerdote y una prostituta es una referencia bíblica evidente a Jesús y María Magdalena, pero la pasión que surge en pantalla entre Dirk Bogarde y Ava Gardner, carece de toda intensidad dramática o credibilidad por el miedo constante a traspasar las líneas rojas marcadas por la propia moralidad de la época.

Más propaganda que realismo

El ángel vestido de rojo se ubica en una España irreconocible que por la ambientación y la descripción de los distintos bandos militares parece más propia de un país sudamericano que una representación realista de la Guerra Civil. Para ser aún más pintoresca se introduce al personaje del periodista norteamericano, Hawthorne (Joseph Cotten), testigo imparcial del conflicto que no acaba de aprovecharse para enfocar el punto de vista que se quiere dar a la historia. El reportero está caracterizado con un parche de pirata en el ojo y parece estar inspirado en Ernest Hemingway que siempre tuvo una vinculación tan importante con nuestro país. Es un personaje que aparece y desaparece sin mucho sentido durante la trama y lo que llama más la atención es que tiene una cajita que contiene cuatro ojos de cristal distintos que utiliza según cuál sea la situación (surrealista).

El filme tiene la virtud de asumir una visión distinta de nuestra guerra que ha sido poco tratada en el cine, atreviéndose a mostrar la persecución y torturas a que fueron sometidos los clérigos por parte de los republicanos. De hecho, el único militar que demuestra piedad e impide una matanza de civiles pertenece al bando nacional, así que el filme más que mostrar una visión imparcial y externa del conflicto acaba siendo partidista y propagandístico.

Ante tal cantidad de despropósitos argumentales e históricos, tan solo queda destacar la presencia de sus intérpretes (a veces demasiado «afectados» o exagerados en la parte romántica) y algunas escenas para el recuerdo filmadas con oficio por Nunnally Johnson junto al fotógrafo Giuseppe Rotunno. Pienso, por ejemplo, en la del fusilamiento del Padre Rota (Aldo Fabrizi), la visita de Soledad a la Catedral en ruinas, el ataque aéreo durante el éxodo o la escena de la confesión en prisión donde se juega hábilmente con la luz y por un momento la oscuridad cubre el rostro de Bogarde para simbolizar sus dudas con la fe. El ángel vestido de rojo acaba siendo un filme de tono conservador y moralista que no ha soportado nada bien el paso del tiempo.


¿Qué te ha parecido la película?

El ángel vestido de rojo

5.8

Puntuación

5.8/10

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