jueves, abril 25, 2024

Crítica de ‘Muerte de un viajante‘: Imanol Arias resucita a Willy Loman

Las críticas teatrales de Daniel Farriol:
Muerte de un viajante

Muerte de un viajante es una nueva adaptación de la inmortal obra escrita por el dramaturgo Arthur Miller en 1949 y que obtuvo el Premio Pulitzer. Se trata de una producción de Okapi Producciones que ha sido dirigida por el argentino Rubén Szuchmacher a partir de un texto adaptado por Natalio Grueso. La historia sigue a Willy Loman, un viajante de comercio que ha entregado todo su esfuerzo y carrera profesional a la empresa para la que trabaja. Su único objetivo era darle una vida mejor a su familia, su mujer y sus dos hijos, a los que quiere inculcarles la ambición por triunfar y el progresar en la escala social.

Esta adaptación teatral está protagonizada por Imanol Arias, Jon Arias, Jorge Basanta, Fran Calvo, Cristina de Inza, Virginia Flores y Carlos Serrano-Clark. Se estrenó el 14 de Septiembre de 2021 en Huelva y, antes de continuar su gira estatal, pasará por el Teatre Romea de Barcelona desde el 21 de Junio de 2022 al 10 de Julio de 2022.

Crónica del fracaso en una sociedad competitiva

Muerte de un viajante es un clásico entre los clásicos que lleva representándose por los teatros de todo el mundo desde que la obra fue concebida por el escritor y dramaturgo estadounidense Arthur Miller. Se dice que tardó una sola noche en escribir el primer acto y seis semanas para lograr terminar el segundo donde estallan todos los conflictos. Es un texto dramático que reflexiona sobre la crueldad del capitalismo y la deshumanización de la sociedad dentro de un entorno laboral competitivo e injusto. Su obra buscaba desenmascar el lado oscuro del sueño americano para denunciar la toxicidad que desprendían algunos de los valores conservadores del país. De hecho, fue algo que le valió a su autor el ser incluido en la «lista negra» McCarthiana que perseguía a intelectuales de pensamiento crítico bajo la acusación de ser comunistas.

La historia nos presenta a Willy Loman, un hombre que al borde de la jubilación y tras pasarse toda la vida trabajando como viajante, sigue acumulando deudas económicas que le impiden llegar a final de mes para mantener a su familia. Sus ventas ya no son las que eran, el mundo ha cambiado demasiado a su alrededor, se ha convertido en un estorbo. Cansado y abatido, el hombre se halla en una espiral depresiva de autodestrucción que también ha afectado a su matrimonio y, en especial, a la relación con sus dos hijos varones a los que exige algo que él nunca logró: triunfar en la vida y prosperar en la escala social.

Una adaptación fiel y austera

La adaptación que realiza el bonaerense Rubén Szuchmacher de Muerte de un viajante es fiel al texto original y muy austera en lo concerniente a la puesta en escena. El decorado queda reducido a unas paredes de ladrillo que ahondan en la sensación de aislamiento y opresión que sufre la familia protagonista. En lo alto del escenario vemos una pequeña pantalla donde cambia la imagen según sea la localización en que acontece la escena, pero es un recurso que acaba siendo mal aprovechado. Tampoco hay un trabajo de movimiento escénico, iluminación o sonido que trascienda lo efectuado en otras representaciones anteriores de la obra, no encontramos margen para la sorpresa o la innovación. Así que todo el peso de la obra recae en el trabajo de los actores y en el valor de un texto que aún sigue de plena vigencia si miramos con atención cuál es nuestro entorno.

Imanol Arias afronta uno de los mayores retos de su extensa carrera al ponerse en la piel de Willy Loman. En nuestra retina tenemos a monstruos de la escena internacional que interpretaron ese papel con anterioridad como Dustin Hoffman, George C. Scott o Philip Seymour Hoffman, sin olvidarnos de otros grandes nombres patrios como Carlos Lemos, José Luis López Vázquez o José Sacristán. El actor de Riaño sale indemne del envite con una estimable recreación del personaje que combina el patetismo melodramático original con cierto esperpento valleinclanesco de su propia cosecha. Cobran especial fuerza en escena los combates dialécticos que mantiene con su hijo (real y ficticio) Jon Arias, en el papel de Biff, aunque algunos de los mejores monólogos de la obra los hace suyos Cristina de Inza como Linda, la abnegada y sumisa esposa de Willy.

El reconocimiento de los demás

Muerte de un viajante es una obra cumbre de la dramaturgia mundial que nos sirve para reflexionar sobre la condición humana, la hipocresía, la decepción por los sueños de juventud incumplidos o la necesidad que tenemos de reconocimiento y aprobación de los demás. En una época donde los likes en nuestras redes sociales se han convertido en una exigencia para medir nuestra propia felicidad, el texto de Miller adquiere una especial relevancia 73 años después de ser escrito. Es inevitable que la lucha por el éxito vaya dejando cadáveres por el camino, un éxito hoy en día con la mira puesta en la fama efímera del mundo multipantalla, pero no todo el mundo lo consigue o siquiera está preparado para alcanzar sus metas. Son muertes colaterales como las de este pobre viajante que en edad de jubilación descubre que el verdadero valor de toda una vida trabajando es la indemnización del seguro. Uno vale más muerto que vivo.

Otro de los temas extraídos del texto de Miller que no envejecen con el paso del tiempo es el de las relaciones familiares. La familia Loman está rota por la mentira y por el ego. Hay una incapacidad absoluta en todos los miembros de la familia para comunicarse en el mismo idioma que el resto, lo que les hace vivir enfrentados entre ilusiones inmateriales y una constante evasión de la realidad para no tener que confrontarla. La senectud de Willy le lleva a perder la cabeza y sus recuerdos adquieren una presencia física sobre el escenario que confunden realidad e imaginación en un mismo instante. Son voces del pasado que muestran el complejo de inferioridad que siempre tuvo respecto a su hermano Ben, así como las decisiones que pudo haber tomado para cambiar la dirección de una vida que le ha conducido al fracaso, pero de nada sirve arrepentirse sino se está dispuesto a cambiar. La nueva adaptación de Muerte de un viajante ofrece un espectáculo riguroso y reverencial con el material original que, sin duda, hará disfrutar a los amantes del teatro clásico.


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