sábado, febrero 24, 2024

Centenario Fernando Fernán Gómez: Crítica de ‘El malvado Carabel‘ (1955)

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
El malvado Carabel
 

En el mundo existe la buena gente. Esto es así. Pese a que la mayoría de las noticias no invitan al optimismo y que un vistazo en profundidad a nuestro alrededor puede llevarnos al desencanto, todos conocemos a buenas personas, gente de bondad innata a la que no se le pasa por la cabeza hacer daño a nadie y ayuda siempre que puede a su prójimo. Esta afirmación, con su componente ideológico, filosófico y, en cierto modo, religioso, puede conducirnos a una reflexión aún más descorazonadora: ¿es realmente a las buenas personas a las que mejor les va en la vida? (aceptando como mejor ciertos cánones espurios que imperan en la sociedad como él éxito, el prestigio o el dinero y todos sus derivados en forma de bienes materiales); ¿cuántas veces nos hemos preguntado por qué las peores desgracias parecen ocurrir siempre a la gente buena?

Amaro Carabel es una buena persona. Un tipo sencillo, trabajador leal, íntegro en sus principios que vive con su tía Alodia (Julia Caba Alba) y cuando camina por la calle tiene gestos de afecto con los niños y se interesa por los gatitos desvalidos. El personaje nacido de la pluma de Wenceslao Fernández Flórez y que interpreta con gran humanidad y gracia infinita Fernando Fernán-Gómez termina por caer en la desesperación cuando ve que su bonhomía no le conduce más que a desdichas y determina hacerse malo. Como si fuera fácil. “Es usted bueno porque no sirve para lo contrario” le espeta su vecino Gregorio (Rafael López Somoza) cuando le hace saber su decisión.

A partir de ahí se nos presentarán todos los repetidos intentos del protagonista de convertirse en malvado con los que Fernán-Gómez cimienta su tercera película como director adaptando al cine por segunda vez la novela homónima de Fernández Flórez tras la realizada en 1935 por Edgar Neville (habría una tercera, de nacionalidad mexicana dirigida en 1962 por Rafael Baledón).

Estamos ante una película con una doble naturaleza, por un lado se nos presenta una comedia (con tintes sainetescos) que alcanza su principal razón de ser en la comicidad de su protagonista y por otro un drama (neo)realista a la manera en que el cine europeo, fundamentalmente el italiano, estaba haciéndose eco de cómo los estratos bajos de la sociedad (y los medios bajos en una visión más amplia) estaban viviendo una postguerra (la mundial en el caso italiano) que tenía su reflejo temático en la larga postguerra española.

Fernán-Gómez que, cómo él mismo confesó, fue aprendiendo el oficio de director al tiempo que dirigía, da muestra aquí de determinados rasgos de madurez con algunas decisiones autorales que, si bien no son extremadamente originales, sí denotan cierto interés por ampliar los registros del lenguaje cinematográfico. Un uso (un tanto gamberro) de la cámara subjetiva en diversos momentos o los diferentes matices con los que utiliza la voz en off para conducir la narración son buena muestra de su interés por huir de los modos teatrales que, sin embargo, permanecen en el tono general de las interpretaciones actorales entre las que destacan, al margen de nuestro indesmayable protagonista, la de la gran Julia Caba Alba y la de Rafael López Somoza, dos grandes de la escena española. El resto del reparto se completa con la floja interpretación de la joven María Luz Galicia que, por imposición del productor Eduardo Manzanos (su futuro marido), encarnó a la novia de Carabel y con una colección de gloriosos secundarios entre los que da gusto encontrar a un joven Manuel Alexandre interpretando a un estomagante, perdón, estomatólogo.

El malvado Carabel ha resistido bien el paso del tiempo aunque algunos gags harían despertar las iras de los fieros censores de la corrección política actual en las redes sociales. Aquellos espectadores que tengan la capacidad de contemplar una obra sin pasarla por el filtro de unos códigos anacrónicos disfrutarán de una película entrañablemente divertida y que con un tono de realismo castizo desliza cierta denuncia social un poco descafeinada para poder salvar la censura (la de aquella época, claro).


El malvado Carabel  puede verse en FlixOlé. En cuanto a formato físico, existe una edición de Filmax en DVD que formaba parte de la colección «Clásicos Imprescindibles del Cine Español». Actualmente está descatalogada y solo puede encontrarse en algunas páginas de coleccionismo y venta de segunda mano.   


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