sábado, febrero 24, 2024

Crítica de ‘Parásitos’: Bong Joon-ho filma una película potente, turbadora e inclasificable

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: 
Parásitos
 
¿Alguna vez han jugado, aunque sea de manera informal, a adivinar los ingredientes de un guiso o un postre que no habían probado nunca? Es un ejercicio curioso que tiene mucha más gracia si uno lo hace delante del que ha cocinado el plato que, dicho sea de paso, es el que más se divierte y, sin duda alguna, tanto más disfrutable cuanto más compleja y audaz sea la mezcla de ingredientes.
 
Viene esto a cuento porque entre los muchos méritos de Parásitos, acaso el mayor sea precisamente ese: la atinada mezcla de ingredientes (géneros, influencias y fórmulas narrativas) que su director Bong Joon-ho utiliza para crear algo que, sin ser radicalmente transgresor, sabe a nuevo, a no visto. Y eso, en estos tiempos en los que el cine recurre tan frecuentemente a la repetición de fórmulas y argumentos, es muy de agradecer.
 
El director surcoreano nos introduce sibilinamente en la vida de dos familias, una miserablemente pobre (los Ki-Taek) y otra miserablemente rica (los Park), a cuyos miembros nos presenta desde una premisa equitativamente inmisericorde. No hay un átomo de condescendencia en la mirada de Bong Joon-ho sobre unos personajes sustancialmente deshumanizados que, a pesar de sus diferencias sociales, tienen en común su absoluta indiferencia por el sufrimiento ajeno. Mediante un inteligentísimo guion que se apoya en la fábula como mecanismo narrativo para alimentarse de la sátira (social) y de la novela picaresca, ambas familias son puestas en una relación que podría asimilarse a la de la serie británica Arriba y Abajo pero con un radical cambio en los vínculos afectivos entre los “unos” y los “otros”.
 
No conviene apoyarse demasiado en el argumento para hablar de Parásitos, precisamente en el desconocimiento de la trama, de los mecanismos por los que ambas familias entran en trato y, especialmente, de lo que acontece a partir de ese momento radica la capacidad de la película para turbar al espectador que asiste atónito a los continuos cambios de género desde el drama social a la comedia pasando por el thriller, el terror (light) y la ciencia ficción. Parásitos es, en consecuencia, una película inclasificable, especialmente si uno atiende a criterios canónicos clásicos.
 
No es fácil adivinar (todas) las intenciones de Bong Joon-ho en Parásitos, quizá la más evidente sea la de ejercer una crítica social, no tanto a las desigualdades económicas de base estructural, como a las actitudes nihilistas con las que los “unos” y los “otros” afrontan su lugar en el mundo. Para ello se sirve de una estudiadísima puesta en escena en la que los espacios arquitectónicos suponen la piedra angular de su planteamiento teórico y de su plasmación práctica a través de la filmación. El ruinoso semisótano en el que vive la familia Ki-Taek le permite colocar a los personajes mirando permanentemente desde abajo hacia el lucernario desde el cual se les ofrece un ecosistema esencialmente hostil, en el que borrachos y pendencieros se suceden frente al mugriento tragaluz para aliviar sus vejigas frente al cristal. Mientras, en la mansión de los Park, enormes espacios abiertos a la naturaleza por límpidos ventanales sirven como desahogado escenario para disponer a unos personajes tan despreocupados de lo esencial como manifiestamente estúpidos.
 
Finalmente, Bong Joon-ho recurre a un tercer espacio que quizá sea el más identitariamente propio de su cine, el estrecho y angosto pasadizo subterráneo al que traslada la acción durante el tramo final de la película para, desdibujados ya todos los límites entre los géneros cinematográficos citados, conducir el film hacia un torrente de metáforas que conforman el aparato ideológico (que no panfletario) de Parásitos. Esa descomunal tormenta magistralmente filmada y, mejor aún, editada en la sala de montaje, sirve como catártico colofón a toda la serie de acontecimientos que han llevado a los personajes, ahora sí, a los “unos” y a los “otros” sin distinción alguna, a afrontar los límites de su aguante físico y emocional.
 
Restaría hablar de las influencias y ahí podríamos adentrarnos en terrenos pantanosos e irremediablemente largos de debatir. Suelo defender que deben ser los creadores mismos los que, en todo caso, hablen de quienes han tenido ascendiente sobre su obra, aunque no me parece mal que los escribidores de cine juguemos a “apostar”, como en ese juego de los sabores al que aludí al inicio de estas líneas, por lo que nosotros hemos visto. Yo ya he confesado que, por primera vez en mucho tiempo, he tenido la sensación de ver una película nueva, y esto es precisamente lo que más agradezco, sin embargo, me ha parecido reconocer las huellas de Haneke en algunos momentos especialmente turbadores y de Chabrol en la ácida mirada hacia la burguesía. Imagino, sin embargo, que Bong Joon-ho habrá bebido de innumerables fuentes locales que desconozco por lo que lo prudente es parar aquí el juego.
 
De todo lo expuesto no resultará difícil concluir que Parásitos es una película compleja, inquietante, divertida a ratos, conmovedora en otros y de las que se quedan irremediablemente en la mente del espectador, reposando latentes, para perturbarle o al menos ocupar sus pensamientos durante varios días.


¿Qué te ha parecido la película?

[kkstarratings]  

 

9

Puntuación

9.0/10

2 COMENTARIOS

  1. Mal año ha escogido Almodóvar para sacar película a competición. Me parece que el Oscar a película en habla no inglesa tiene dueño en Parásitos.

    • Es más que probable… ya ocurrió en Cannes donde Almodóvar tenía la Palma de Oro más cerca que nunca, y es una lástima porque Dolor y gloria es una película extraordinaria. Pero bueno, una cosa es el cine y otra la competición, disfrutemos de ambas películas.

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