No sé muy bien por qué ocurre. Podría ser por una crisis de originalidad y/o creatividad de los guionistas, por una falta de valentía de los productores cinematográficos que no se atreven a apostar por las nuevas historias que estos escriben, o, lo más probable, por una combinación de ambas razones y otros factores que se me escapan. El caso es que ante la falta de nuevas ideas el cine siempre ha tenido dos filones inagotables de los que tirar: las adaptaciones literarias y las películas basadas en historias reales con su cada vez más frecuente variante, los biopics. Esta falta de originalidad o de valentía que, creo, sufre el cine en todo el mundo, es especialmente llamativa en el cine hollywoodiense (y cada vez más en el mal llamado cine independiente americano cada vez menos independiente) que además se apunta a otro filón: la repetición de los grandes éxitos del cine europeo (o asiático) haciendo su propia versión; el remake de la alemana Toni Erdmann recientemente anunciado es el último ejemplo.
Crítica completa aquí.
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