martes, marzo 19, 2024

Crítica de ‘Dioses de Egipto’: Efectos especiales defectuosos para un guión vacío

Las críticas de Óscar M.: Dioses de Egipto
Es una tarea casi titánica enfrentarse a Dioses de Egipto con una opinión optimista o favorable, o, al menos, con el beneficio de la duda tras soportar los múltiples y apabullantes tráilers o la campaña promocional defectuosa y poco original.
Por si no fuera poco, la película llega a nuestras pantallas con casi cuatro meses de retraso (respectos a su estreno americano) y con la losa de piedra de haber recaudado menos de la cuarta parte de lo que costó producirla (sin contar la recaudación fuera de EE.UU., la cual ha salvado al estudio de tener pérdidas).

Pero aún hay más, el propio director, Alex Proyas, se enfadó mucho en las redes sociales cuando la crítica destrozó su trabajo y afirmó que, en su trayectoria, ninguna de sus películas ha estado bien considerada hasta que ha pasado un tiempo después de su estreno en cines. Y lo dice después de estar siete años retirado sin estrenar una película, porque Señales del futuro tampoco fue el éxito que él esperaba, y olvidando las obras maestras que son El cuervo o Dark city, sí reconocidas como películas más personales.
Con toda esta información previa, un espectador medio acude a ver Dioses de Egipto y se encuentra con una historia simplona, unas interpretaciones mejorables y un aluvión de efectos especiales que dejan mucho que desear. Un conjunto de despropósitos de tal nivel que podría estar producida por los de Furia de titanes e Ira de titanes y formarían una trilogía perfectamente promocionada por una empresa de pastillas para el mareo (para cuando la cámara gira totalmente loca y hay que soportarlo todo en 3D).
Argumentalmente, la película es más simple que una galleta: el protagonista pobre y humilde (pero de buen corazón) asociado con el todopoderoso y caído en desgracia para enfrentarse al malvado, oscuro y mezquino. La clásica lucha entre el bien contra el mal, que aquí recurre a la historia de Caín y Abel muy de puntillas para justificar el derroche de infografía digital.
Aparte de la pretenciosidad de la producción, el guión no podría ser más previsible a menos que el espectador tuviese a alguien a su lado que le fuera adelantando el siguiente paso de un argumento repleto de escenas que sólo están escritas para el lucimiento del ordenador y carecen totalmente de una base cinematográfica. Lo único aprovechable es que ya tienen los gráficos hechos para el correspondiente videojuego.
Incluso la decisión de hacer a los «dioses» más grandes que los «mortales» es una lacra que pesa sobre la película desde su inicio: las escenas compartidas entre los dos tipos de personajes son totalmente deficientes, siempre están realizadas a pantalla partida y, en la mayoría de ocasiones, la parte digital (tanto el fondo como los personajes) aparece borrosa.
Respecto a las interpretaciones (porque mejor obviar el «blanqueamiento» racial al que han sometido a la mayoría de personajes protagonistas), Gerard Butler puede alardear de realizar una interpretación histriónica, nada carismática y absolutamente indiferente para el espectador. Ir a cobrar el cheque ya fue suficiente esfuerzo como para realizar un trabajo de calidad.
Algo parecido al trabajo de Nikolaj Coster-Waldau, cuyo papel se asemeja tanto al del héroe caído de Juego de tronos que, de no ser por la fastuosidad de sus ropajes (digitales) daría la sensación de estar viendo a Jaime Lannister de paseo por las orillas del Nilo.
Pero donde el espectador puede sentir verdadera vergüenza es con los efectos especiales: la escena de la ridícula, incoherente y previsible pelea en el ascensor, la horrible batalla en el acantilado (con unos efectos especiales sin terminar y donde todo es un borrón difuso peleando contra otro borrón difuso), el ataque fagocitador de Apofis (un ridículo kraken gigante que avanza a la velocidad de una tortuga coja) o la pelea de los dos protagonistas con sus armaduras, hacen que la audiencia se plantee si era necesario estrenar una producción donde unos giros imposibles de cámara dan la sensación de estar viendo una prueba en el estudio de digitalización de la próxima entrega animada de Caballeros del zodíaco.
Resumiendo, Dioses de Egipto es una fallida reinterpretación de las historias clásicas egipcias absolutamente prescindible y previsible, con un guión defectuoso y cuyos efectos especiales son de hace diez años. Es muy poco probable que «esto» se revalorice con el tiempo, señor Proyas.

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