Si hay que buscar una palabra para describir Mi gran noche, esta es «absurda», en su más puro significado y sin connotaciones negativas. El guión, escrito por el propio Alex de la Iglesia en colaboración con Jorge Guerricaechevarría, rompe con la lógica del tiempo y el espacio y convierte un estudio de televisión en una especie de purgatorio en el que sus habitantes actúan como pollos sin cabeza en una disparatada incoherencia de la que ellos parecen ser (y al mismo tiempo no ser) conscientes.
«Es todo tan absurdo que puedes hacer lo que quieras», dice en un momento de la película el personaje de Blanca Suárez y, efectivamente, todo en esta película, desde el argumento hasta la acción febril, recuerda al descontrol de un sueño. Esos personajes tan variopintos encerrados en una eterna fiesta de Nochevieja se asemejan a los invitados de El ángel exterminador de Luis Buñuel, solo que aquí se ven rodeados de brillos, números de baile, vulgaridad televisiva y mucho humor.
Con un reparto lleno de caras conocidas en la filmografía de Alex de la Iglesia como Terele Pávez, Carolina Bang, Santiago Segura o Carlos Areces, el cebo principal estaba en la participación de Raphael, que interpreta a la parodia de su identidad artística, Alphonso. No decepciona, y sus apariciones como un artista endiosado que permanece en una atmósfera casi aséptica ajena al caos de pasillos y espectáculo, son de lo más cómico que tiene la película.
Sin embargo, quien está sobresaliente es el sempiterno amor de adolescentes y ventiañeras Mario Casas que con el personaje de Adanne se convierte en lo mejor de toda la película. Aunque el hilo argumental al que pertenece es posiblemente de los más flojos, su interpretación de ese nuevo ídolo del pop ridículo y estúpido es absolutamente genial. Hay que destacar también la química entre Blanca Suárez y Pepón Nieto cuya historia es la más surrealista de todas en esa mesa aliñada por la mala suerte y los amores extraños.
Desafortunadamente, y a pesar de momentos geniales y un argumento extraño pero por eso mismo atractivo, Mi gran noche no tiene la solidez de otras cintas del director como La comunidad, y se echa de menos la irreverencia de Acción mutante, quedándose a mitad de camino de una comedia universal como El guateque, película a la que homenajea con una escena entre espuma. Mi gran noche se queda limitada al público español, que sin duda disfrutará de muchas carcajadas, pero está condenada a desaparecer más allá de nuestras fronteras.
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