miércoles, diciembre 11, 2024

60 SEMINCI. Sección Oficial. Crítica de ‘Nahid’: Divorciándose en Irán

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 60 SEMINCI: 
Nahid

Hoy se ha presentado a competición en la SEMINCI la película iraní Nahid de la directora Ida Panahandeh, el primer largometraje de su filmografía hasta ahora consistente en cortometrajes y películas para televisión. El título Nahid hace referencia al nombre de su protagonista, una joven mujer divorciada que vive con su hijo de diez años en una ciudad del norte de Irán a orillas del Mar Caspio.

Su reciente divorcio le priva de la custodia del niño, que por las leyes iraníes es adjudicada siempre al padre salvo que llegue con su exmarido al acuerdo de no volverse a casar nunca. Este arreglo se pone en peligro en el momento en el que Nahid conoce a otro hombre, Masoud (Pejman Bazeghi) que está locamente enamorado de ella. A partir de aquí, la película se ocupa de las tribulaciones de Nahid que debe atender a su malcriado y problemático hijo, soportar las inconveniencias de su exmarido Ahmad (Navid Mohammad Zadeh), las presiones de su enamorado Masoud y el desprecio de su propia familia que considera una deshonra que Nahid se haya divorciado y lleve un tipo de vida poco acorde a la tradición iraní. 

Este hilo argumental sirve a Panahandeh y a su coguionista (y marido) Arsalan Amiri para mostrar algunas de las tradiciones y modos de actuar iraníes que en pleno siglo XXI anclan a Irán al pasado. La figura (no legal) del matrimonio temporal, según el cual una pareja puede casarse por dos meses y luego renovar o revocar el matrimonio, y que resulta aberrante a los ojos occidentales, parece ser una práctica habitual en Irán para sortear situaciones como la que vive la pareja protagonista.

Nahid es interpretada por Sareh Bayat, una de las actrices iraníes más conocidas fuera de su país gracias a su brillante trabajo en Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011) ganadora del Óscar a la Mejor Película Extranjera entre otros muchos premios de 2011.

Y probablemente sea la interpretación de Sareh Bayat lo más destacado de una película que no termina de cuajar y que se sitúa a años luz del referente citado, Nader y Simin, una separación con la que mucha gente se empeña en comparar.

Mientras que la película de Asghar Farhadi destacaba por su claridad narrativa y brillante puesta en escena, en Nahid tenemos cierta dispersión en un relato que no está bien construido desde el guion y una dirección un tanto errática que no parece tener nunca claro lo que quiere contar. Panahandeh no sitúa bien los espacios en los que desarrolla su drama, se deja llevar por la deriva artística y filma cada momento donde más “bonito” le resulta hacerlo y no donde más adecuado resultaría para el bien de la narración. Entiendo que la tentación de filmar en la playa con ese cielo encapotado y gris era demasiado difícil de vencer pero esas secuencias ni tienen entidad dramática ni consiguen ser lo suficientemente bellas como para justificarse por sí mismas.

Sareh Bayat realiza un notable trabajo interpretativo resultando tan creíble en su desesperación como en los momentos más románticos, es capaz de crear una madre alejada de los arquetipos y llenar de matices la relación con un hijo dejado de la mano de Dios. Sus dudas sobre cómo debe dirigir su vida, el tormento de la incertidumbre y las penurias económicas apenas dejan tiempo para su realización como mujer, como persona en definitiva.

El resto del reparto es bastante desigual, el niño Milad Hossein Pour es bastante estrangulable (lo cual probablemente esté buscado), Pejman Bazeghi no parece estar nunca cómodo en su papel de enamorado amante y Navid Mohammad Zadeh naufraga en la mediocridad interpretativa en un papel mucho más exigente de lo que pueda parecer a primera vista. 

Ida Panahandeh, más que una reivindicación de la mujer iraní (si esa era su pretensión, la película es fallida), hace un escarnio reduccionista y simple del hombre iraní. Todas las figuras masculinas del guion son escritas como seres despreciables, todos son drogadictos o bebedores, o jugadores, o pendencieros o maltratadores. Todo demasiado simplista, sin matices. Eso sí, ni una sola alusión a las leyes represoras del gobierno iraní, no vaya a ser que se vulnere alguna de sus normas restrictivas, la película no pase el filtro por resultar desagradable y sea acusada de realismo sórdido. Ni uno sólo de los malos malísimos hombres que aparecen en el largometraje ostenta un cargo oficial dependiente del gobierno, no digamos ya un puesto religioso. No. Ese discurso no le interesa a Panahandeh. Sacudir a los hombres como género sí, pero siempre que sean hombres corrientes de la calle, nada de críticas políticas o religiosas.

La única teórica excepción podría ser el personaje de Masoud, pero tampoco es presentado como un hombre bueno al uso, más bien atolondrado y un tanto pusilánime, tiene también algún deje autoritario con la sufridora Nahid, que no sabe hacia dónde dirigir su vida.

En definitiva, me parece una película maniquea, simplista, fallida y acomodaticia, Nahid está muy lejos de los referentes internacionales del cine iraní a los que sin duda, Ida Panahandeh pretende parecerse.


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