Algo que se ha demostrado en el cine español es que, para que triunfe una película en taquilla, debe tener dos factores fundamentales. El primero es tener en sus filas a un plantel de jóvenes actores conocidos y en alza y si fuera posible, que la comedia sea un personaje más en la trama. El segundo es que el boca a boca haga que el largometraje mueva a la gente para que acuda a las salas y así poder hablar opinar de la película. Negociador no tiene esos actores jóvenes, lo que hace que la veteranía de éstos sea de mayor alabanza en el juego de la comedia negra que se puede apreciar, pero lo que si tiene es una temática que empieza a poder hablarse de ella y, tal y como se ha visto, incluso reírse de la misma.
Cuando uno nace siendo algo, crece siendo ese algo y, por más que lo intente, seguirá siendo de la misma manera. Por eso mismo, Borja Cobeaga, aunque intente alejarse del género que le ha hecho hacerse un hueco entre el panorama televisivo y cinéfilo de hoy, mantiene su sello particular en Negociador, una cinta dramática, pero con tonos cómicos. Quizá por esto mismo, más de uno ha catalogado la película como tragicomedia.
Es de admirar que un director se atreva a comentar de manera tan gráfica un hecho que ha cambiado el país y que muy pocos saben realmente como ha acontecido. Mayor aún es la admiración sabiendo que ha moldeado esta realidad a su manera, dando a entender lo que él mismo ha pensado que ocurrió en esas semanas de negociaciones (perdón, de diálogo), y que incluso haya conseguido casi convencer a cualquier persona que no tiene un conocimiento en profundidad de lo que pasó durante los años 2006 y 2007. A pesar de las carcajadas que inundan y ensordecen la sala en ciertos momentos, cabe decir que Negociador es un drama de los que llegan a dar que pensar y el hecho que Cobeaga haya introducido un humor negro o ácido en esta película, no hace más que siga siendo un film meritorio de abarcar futuros premios y conquistar la taquilla.
Las alabanzas a sus trabajos dramáticos deberían dar que pensar. Recordemos que fue nominado a los Oscar en la sección de mejor cortometraje por Eramos pocos y con Negociador vuelve a recibir las alabanzas del público. Cobeaga se encuentra en la sombra del mejor cine dramático que puede llegar a dar nuestro país, aunque esto lo esconde con su increíble talento en la comedia, por lo que se espera que algún día disfrutemos de una obra del director y guionista de San Sebastián en un contexto totalmente dramático.
La admiración que tiene uno al ver una película no es exclusivamente hacia el director, sino al conjunto de personas que consiguen que parezca que empecemos una incursión hacia dentro de la pantalla. La familiaridad con la que se ha rodado Negociador ha quedado manifiesta y ésto se debe al reparto que ha intervenido en la película, comenzando por un Ramón Barea muy humano e incluso entrañable, que cumple con lo establecido, y a pesar del poco tiempo que tiene en pantalla, hay que destacar la labor de Carlos Areces. Cobeaga decía a la conclusión de la proyección de la película que tras la apariencia de buenísima persona -que realmente es- de Areces, y que interpreta en la gran mayoría de sus interpretaciones, se esconde un monstruo interpretativo en cuanto al drama se refiere. En Negociador queda reflejado lo que dice el director: Areces muestra un respeto transformado en miedo comparable a los grandes actores de Hollywood, y visto queda en la escena que comparte con Barea y Secun de la Rosa.
Lo único que se ha reclamado a la película es quizás la tensión que puede llegar a mostrarse en una cinta con una temática tan cruda como son las negociaciones con ETA, aunque el motivo de esta pega es sólo buscarle el mínimo fallo a una película que tiene las características para que suene su nombre en alguna próxima gala de premios.
Nota: Crítica recuperada del Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2014.
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No quiero sonar especialmente irreflexivo pero todo lo que veo u oigo de esta cinta me echa para atrás. Para mí no hay por dónde cogerla. El o los guionistas van un poco sin dirección ya.
Cuando yo entré a ver esta película, no me esperaba gran cosa, pero salí muy contento e incluso me dirigí a las imágenes de archivo para contrastar el parecido físico de los personajes y los propios hechos públicos que acontecieron y he de decir que el comprobar esto me agradó más aun.
Cobeaga se aleja del humor conocido como tal y maneja el drama de una manera magistral.