jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Filth’: El brazo psicopático de la ley

 Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Filth
¿Habéis probado las galletas escocesas? No sólo están deliciosas sino que además, por la cantidad de mantequilla que llevan, mantiene el sabor en tu lengua durante horas. Así es Filth, la nueva película del director escocés Jon S. Baird, un potente bocado que se queda contigo hasta mucho después de haber abandonado la sala.


Filth no es una película para todos los públicos, y no me estoy refiriendo a la clasificación por edades. Sus escenas de sexo y drogas, su violencia tanto física como verbal, sus personajes retrógrados y ofensivos, todo ello ayuda a que la película no pase desapercibida, ni para mal, ni para bien. Aunque las críticas han sido muy positivas, Filth se descalabró en Francia y ha sido prohibida en India. Nada que preocupe a su director que supo desde el principio que lo que tenía entre manos no era una historia que buscase la simpatía del espectador y que llevaría a éste a odiarla o amarla, sin medias tintas.

Basada en la novela homónima de Irvine Welsh, autor además de Porno y Trainspotting, Filth es una historia de anarquía moral centrada en el personaje de Bruce, un agente de policía que, en su intento de convertirse en inspector, hará lo que sea necesario para ir desbancando uno por uno a sus compañeros, y de paso satisfacer su apetito por la violencia, las drogas y el sexo. Y hasta ahí podemos leer.

Con un guión impecable que se regocija en la violencia y la incorrección de sus personajes, pero también en la belleza de sus imperfecciones, estamos ante una de esas raras ocasiones en las que un protagonista censurable de principio a fin despierta nuestra empatía. En efecto, Baird, que se hace también cargo de la guionización de la novela, no intenta en ningún momento redimir el comportamiento de Bruce Robertson. Sería cobarde por su parte justificar a un personaje principal como él; misógino, homófobo, racista, violento…Y sin embargo, sabemos que en algún lugar de su retorcida personalidad aun quedan resquicios de humanidad. «Hubo un tiempo en que fui buena persona», dice llegado a un punto de la historia, pero Bruce esconde mucho más que el papel de antihéroe, es el retrato perfecto de la demencia, de la distorsión de una realidad que siente enemiga.

Con un reparto lleno de caras conocidas entre las que destacan Jamie Bell (Billie Elliot, Jumper) interpretando al compañero cocainómano de Bruce, Imogen Poots (Need for Speed, Mejor otro día) como la agente de policía antítesis del protagonista, o Jim Broadbent (Gangs of New York, El diario de Bridget Jones) en el papel tanto del psiquiatra de Bruce como de su demencia, todos aguantan el tipo con talento y dignidad ante la interpretación de James McAvoy que inevitablemente les eclipsa, porque él es la película. Demasiado joven, demasiado guapo, demasiado alejado de la descripción que Irvine Welsh da del protagonista de su novela, McAvoy ha sabido meterse en la piel de Bruce desatándose por completo, ofreciendo una actuación salvaje, desgarradora y sincera, que se ha convertido en la mejor de su carrera y que le ha valido un BIFA y un Empire Award.

Mathew Jensen, cuyo trabajo de fotografía se ha limitado casi en su totalidad a la pequeña pantalla con series como Juego de Tronos o True Blood, hace aquí un perfecto trabajo haciendo de la cámara un vehículo que nos lleva desde la aparente cordura a la locura del personaje, con movimientos de cámara mareantes y luces cegadoras en escenas que rozan la psicodelia de las drogas, y planos estáticos y grises en los momentos en los que Bruce parece regresas temporalmente a la razón.

La banda sonora de Clint Mansell, responsable de la música de títulos como Cisne Negro o El luchador, destaca por su heterogénea composición que mezcla temas que suenan a rock clásico como los compuesto para los momentos estelares del protagonista, acompañado de mucha guitarra eléctrica y percusión, y otros temas más clásicos con piano y cuerda frotada. La completa un breve número de canciones populares como «Will You Still Love Me Tomorrow» de The Shirelles o «Born to Be Wild versionada» por Wilson Pickett.

Un viaje de adrenalina, una historia llena de giros que invita a hundirse en la mente enferma de su protagonista. Ferozmente divertida, grotesca, cruda, Filth es uno de los títulos gloriosos del 2014.

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