Intentar contarle a alguien, así en general, quién es Pedro Almodóvar es tan absurdo e innecesario como explicarle que Michael Jordan era un gran jugador de baloncesto o que Michael Jackson era un artista importante. Otra cosa distinta es hablar de «qué» es Almodóvar como fenómeno social y como aportación al cine español e internacional. Quien más y quien menos ha visto alguna película suya si vive en este país y seguramente si reside en el extranjero también, y quien no lo ha visto al menos tiene la noción de que abandera un cine tremendamente personal, castizo, muy expresivo, de tramas psicoanalíticas, absurdas otras y desmadradas también, donde el sexo y las pasiones más intensas no son sólo una variable más. Un cine que no le deja a uno indiferente.
Él es nuestro director más internacional actualmente. Tiene dos Oscar en sus estanterías, tiene la Medalla al Mérito en las Bellas Artes, atesora un montón de Goyas (aunque él cree que merece más) y su reconocimiento internacional debido a sus obras le han valido el doctor honoris causa de Harvard y la condecoración como Caballero de la Orden de la Legión de Honor Francesa, entre muchas otras distinciones. Escritor también y artista de la movida, Almodóvar no sólo es un hombre culto, es un hombre reflexivo, que conoce los motivos de lo que hace y por qué quiere hacerlo. Se expresa bien con la palabra y mucho mejor con su propia obra audiovisual. Es sin duda un privilegiado que hace el cine que desea, además de ser un hombre celoso de su intimidad. Pero esto último, a parte de elogiable, no tiene nada que ver con ese ciclo. Lo que me empuja a comenzarlo es la curiosidad por todo lo que desconozco de una filmografía que no se puede obviar.
A la obra de Almodóvar es imposible acercarse sin prejuicios, positivos o negativos e incluso neutros, y cuando se la critica hay que palparla con cuidado (el que lo ensalza no ha descubierto nada y corre el riesgo de quedar como un arribista o un «cultureta» y el que lo critica se expone a quedar como un ignorante). Nuestra cuenta atrás, sobre todo para mí personalmente, parte con la ventaja, así lo considero yo, de acercarme a una filmografía que no me es ajena del todo, que ha brindado títulos que me parecen brillantes y otros que no he sido capaz de soportar, por eso a Almodóvar lo puedo cruzar por la calle del medio.
Me voy a sumergir en El deseo (la productora que fundó junto a su hermano) con afán de exploración, de descubrir cosas, comenzando por Los Amantes pasajeros, despojando a lo almodovariano poco a poco de sus capas y de sus trayectorias, de sus premios y de su éxito para llegar al núcleo, al origen de sus largometrajes (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, precisamente una comedia alocada en la que el sexo está muy presente).
La trayectoria del realizador si por algo se caracteriza es por ser fiel a una idea muy personal de hacer cine, intensa y provocadora, con una temática pasional asociada en muchas ocasiones a personalidades de vida atormentada y ambientes marginales. Los personajes femeninos adquieren en sus películas vital trascendencia fruto sin duda de una biografía muy asociada a su madre y a una infancia y juventud rodeado de mujeres.
Como ocurre con otro director muy personalista, Tarantino (salvamos las distancias), muchos de los personajes de Almodóvar viven en un mundo común, las referencias entre papeles de una y otra película se entrelazan para diseccionar poco a poco las vivencias, las manías y las obsesiones del arquitecto único que las concibió. Me doy la bienvenida a lo almodovariano y os invito a recorrer este universo conmigo.
Imagen 1: publico.es
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Ya tengo ganas de ir leyendo todas las críticas que vayas publicando en el especial. Puede ser, cuanto menos, pintoresco.