Las críticas de Carlos Cuesta: Searching for Sugar Man
Searching for Sugar Man es la fascinante historia del artista musical Sixto Rodríguez, autor de dos discos editados en Estados Unidos en los años 70 que no llegaron a tener repercusión alguna en Norteamérica. Ahí termina su carrera musical en el nuevo continente. Lo que desconocía él, y todos sus compatriotas, es que una copia de su primer disco había viajado hasta Sudáfrica y ahí se había difundido tremendamente. Sus canciones se habían convertido en himnos antisistema y en una forma de revolución. La leyenda cuenta que el artista se quemó a lo bonzo sobre el escenario en su último concierto y nadie supo nada más de él.
A Stephen ‘Sugar’ Segerman lo apodaron así por una deformación de su apellido (Sugar Man era además una de las canciones más populares de Rodríguez). A este fan le dio por comenzar una campaña en internet para conocer más acerca del artista. Un comentario suyo en una reedición del segundo disco de Rodríguez le puso en contacto con un periodista dispuesto a seguir el rastro dejado por el cantautor de Detroit de origen hispano. Su búsqueda tuvo como resultado una hermosa historia sobre el talento, la serenidad, la profesionalidad y la sencillez que Malik Bendjelloul ha convertido en una película documental nominada a los Oscar.
El comienzo de la película tiene un enganche perfecto cuando nuestra cabeza se llena de expectativas al oír hablar acerca de la sobrecogedora muerte en directo del cantante rock. El fluido relato sobre los comienzos de Rodríguez (considerado por algunos productores de la época tan buen letrista como Bob Dylan, sino mejor, y valorado como un top 5 del talento musical por uno de los responsables de la prestigiosa discográfica Motown) camina con el ritmo cadencioso de las canciones del músico perseguido. El realizador resuelve con talento la falta de imágenes sobre el artista con una serie de recursos gráficos que, unida a los temas musicales, da a la película la estética de un gigantesco vídeoclip.
Las letras mientras tanto nos ayudan a trazar el mapa de los lugares que recorremos en la búsqueda mientras la narración nos conduce hacia la respuesta de la pregunta «¿por qué no triunfo?» Nada más lejos de la realidad. El artista no se hizo rico y no copó las listas de Estados Unidos pero en Sudamérica su disco Cold fact llegó a ser tan influyente o más que el Abby Road de los Beatles. Señaló a los jóvenes del país durante la época del Apartheid y la represión la posibilidad de que existiera una sociedad distinta. Fue la referencia de toda una generación de músicos y llegó a ser censurado por las autoridades, lo que convirtió sus temas en un objeto de deseo aún mayor. Desde luego las letras de sus temas son estupendas.
Nadie se explicaba que no existiera información alguna sobre él en Sudamérica y que nadie tuviera constancia de que en Estados Unidos fuera un completo desconocido. Su figura era todo un misterio que renunció involuntariamente a ser una estrella para poder convertirse en una leyenda. Yo desconocía por completo la vida, incluso la existencia de este músico y recomiendo a cualquiera que vaya a ver la película que acuda a la sala con el menor número de referencias posibles. Yo me he topado por sorpresa con una historia preciosa, tal cual está contada, que nos ofrece de forma amena y sencilla el fascinante y misterioso rastro de un personaje irrepetible.