lunes, octubre 14, 2024

‘Lincoln’: Un intenso relato político engrandecido por una gigantesca actuación protagonista

Las críticas de Carlos Cuesta: Lincoln

Steven Spielberg ha conseguido plasmar en Lincoln la trascendencia y la excepcionalidad histórica del personaje que retrata. Al tiempo es capaz de trasladar al espectador la aprobación de la enmienda que abolió la esclavitud en Estados Unidos con una intensidad equivalente a la importancia de lo sucedido. Sus principales bazas para lograrlo han sido contar con una ambientación realista e impresionante y reunir un fabuloso  reparto de actores que no encabeza Daniel Day-Lewis, sino Abraham Lincoln.
La caracterización del actor empieza con el maquillaje y termina en su expresión melancólica, su forma de andar; se completa con un ritmo reflexivo y pausado, lento, que el protagonismo absoluto del personaje traslada al desarrollo de la película. Daniel Day-Lewis resucita al presidente republicano a las puertas de su segundo mandato y le vuelve a colocar en el dilema de escoger entre el final inmediato de la Guerra de Secesión y la aprobación de la Decimotercera Enmienda; también en la tesitura de decidir si permite a su hijo o no acudir al frente para ahorrarle la vergüenza de no haberse alistado.

Lincoln posee el valioso mérito de inyectar intensidad y sentimiento a una serie de hechos históricos de una trascendencia enorme pero que pueden resultar tremendamente aburridos contados de la forma equivocada. La votación de la enmienda es un escena apasionante y apasionada; la primera entrada de personas negras en la cámara legislativa te ata un nudo de congoja a la garganta. La escena inicial que nos entrega en toda su crudeza la lucha fratricida del pueblo americano avergüenza y atemoriza sin la necesidad de excesos ni efectismos.

Los complejidades del sistema político americano se desgranan de forma cadenciosa y acertada (no apta para impacientes en absoluto). Las dificultades para alcanzar un acuerdo eran complicadas de esquivar, pero también de explicar. Los medios para lograr los votos no siempre fueron lícitos y ocupan buena parte de la trama de esta película. La otra forma de lograr apoyos la encontramos en la política pura y dura. Los argumentos de partido y legislativos de ambos bandos son tan densos y matizados que requieren de diálogos amplios y sutiles. Las conversaciones están muy conseguidas, igual que la escenificación del estatus de los distintos personajes principales.
David Strathairn (Buenas noches y buena suerte) hace una estupenda actuación para el personaje del Secretario de Estado William Seward, un papel sobrio que destaca entre una amplia lista de grandes interpretaciones. Sin embargo es la de Tomy Lee-Jones la aparición más potente (detrás de la de Lincoln). La retórica y el carácter de su personaje llaman poderosamente la atención. Su historia es la del sacrificio de parte de su mensaje de igualdad entre razas para conseguir la igualdad jurídica de blancos y negros.
La grandeza institucional de los personajes que aparecen en Lincoln y su talla política empequeñece las figuras de nuestra política actual. No sólo eso. Quiero pensar que los pataleos que se presenciaron en una reciente aparición del ministro de Hacienda español no fueran algún tipo de imitación de alguno de los pasajes de este film. Pero seguro que me equivoco, tal cual están las cosas. Comparaciones aparte, las grandes figuras históricas tienen también sus desgracias y miserias personales. El trasfondo familiar del presidente Lincoln nos saca del terreno legislativo como alivio para el relato.
Las virtudes de la película exceden con mucho a sus defectos a lo que yo creo que son defectos en este caso. El comienzo de la película nos sorprende con las grotescas imágenes de la guerra, una escena impresionante a la que le sigue una secuencia patriótica que si bien contextualiza el problema al que se enfrentan los personajes no me parece lo bastante atractiva para comenzar. En la misma línea, la banda sonora trata de «obligarnos» a emocionarnos elevando el volumen de los acordes de una forma insistente y en momentos que me parecen inapropiados. Pero Spielberg es Spielberg y yo sólo un ciudadano de Castilla y Léon. Bueno, eso y una persona que ve muchas películas. Cuando alguien intenta chantajearme con patriotismo blandengue tiene que darme motivos sobrados para que me emocione y si el «truco» se ve, o se escucha, no me quedo a gusto. 
Gustos personales a parte, la descomunal actuación de Daniel Day-Lewis despierta merecida admiración. La grandeza del personaje se transmite al actor y éste se convierte en la persona, convence a los que están a su alrededor de que así es. La película agranda así su propia entidad. Lincoln vive y la época que lo acogió revive con él. Lincoln puede ser o no una recreación verídica y veraz de lo que ocurrió aquellos días pero desde luego lo parece.

2 COMENTARIOS

  1. Buena película. Habla, aquí un fan de Spielberg y de, por ejemplo, el ala oeste de la casa blanca. Buena película pero no más.

    En su debe está el querer hacer una genialidad en cada escena, de pretender hacer una obra maestra en cada frase….a veces, siempre me pasa con él, Daniel Day Lewis me resulta sobreactuado.

    No obstnate, buena película, pero lejos de la obra maestra que muchos señalan. En la escala Spielberg está en un 7.

  2. No he tenido ocasión de verla, y espero que mi trabajo me permita escaparme para ponerme al día que se me acumulan estrenos, pero por lo que he visto tengo claro que será una buena película pero no una obra maestra… veré como queda al final.

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