Las críticas de David Pérez «Davicine» en la 57 SEMINCI: Tabu
Tabu podría encajar perfectamente en el término «mediometraje», pues con una duración de 28 minutos su director, Bo Mikkelsen, nos hace pasar por todos los estados, y vemos una gran cantidad de emociones, desde la felicidad y la unidad familiar, hasta la tristeza y la soledad, pasando por el temor y el horror de lo acontecido, y el miedo a hablar de ciertos temas.
Este cortometraje se centra en la vida de una familia de cuatro miembros: un padre, una madre y sus dos hijas. La relación de los padres ha tocado fondo tras años de deterioro. Parece que únicamente un milagro puede recomponer su penosa convivencia. El milagro sucede cuando sus dos hijas son abordadas por un exhibicionista. De repente, ambos cónyuges se encuentran compartiendo una iniciativa: proteger a las niñas. Su amor vuelve a florecer, pero… ¿Qué ha pasado con sus hijas? ¿Cómo se encuentran? ¿Acaso el exhibicionista fue más lejos de lo que se pensó en un principio?
La principal reflexión que nos tendría que hacer tener este trabajo es si realmente los padres hablan abiertamente de la sexualidad a sus hijos hoy en día, o si, tal y como indica su propio título, estamos ante un tema tabú.
Muchas dudas y preguntas se plantean a lo largo de esta obra, en el que la sexualidad tiene un papel fundamental, y nos hacen sentir interés por conocer más, por saber lo que ha sucedido, manteniendo la intriga a lo largo de todo el metraje, de forma sobervia e impactante
Del reparto cabe destacar el excepcional papel que hacen las jovenes hijas de la pareja protagonista, en especial la más pequeña, que con tan sólo 6 años es difícil que supiera lo que realmente trataba el corto que rodaba, pero nos convence perfectamente de lo que su personaje siente y expresa manifiestamente… u oculta, como un tema tabú, como si para ella tan sólo fuera un secreto.
Cortometraje recomendado, no sólo por un planteamiento interesante, un guión muy elaborado, un desarrollo fluido de los acontecimientos y un reparto convincente, sino también por la sensación que deja tras verlo, pues consigue mantenernos con una tensión palpitante hasta conocer el desenlace de los acontecimientos, deseando que nuestros peores augurios no se cumplan.