Las críticas de David Pérez «Davicine» en la 57 SEMINCI:
The Palace (El Palacio)
El conflicto acontecido en Chipre en 1974 sirve como base para este cortometraje en el que se centran en una familia que huye del avance de las tropas turcas y se refugia en un palacio abandonado del periodo otomano que se encuentra en Nicosia, la capital del país. Un joven recluta les descubre y tendrá que enfrentarse a la brutalidad de la guerra y asumir su propio papel en el conflicto.
The Palace (El Palacio) es un corto que nos muestra la brutalidad de la guerra sin pestañear, logrando exactamente lo que un cortometraje debe hacer, que es encapsular la sensación de un tiempo y un lugar determinados. El sonido de la respiración, las palpitaciones de los corazones y los gritos ahogados de un bebé son magnificados para crear una sensación de tensión extrema, que nos lleva de inmediato al interior del conflicto, sin tiempo que perder.
Todo el metraje está acompañado de una sensación de claustrofobia tan realista e insoportablemente cruel que nos es imposible dar la espalda a esta exploración de la pérdida de la inocencia y la muerte de inocentes en tiempos de conflicto violento.
El tiempo parece deslizarse en animación suspendida, pero cuando finalmente cambia a una marcha superior tras un gran tiroteo en una escena impresionante repleta de sonidos de huesos crujiendo en 5.1, la tensión llega a su clímax y no hay marcha atrás, con una sensación de asfixiante histeria, ayudado del gran trabajo de la actriz Daphnne Alexander, quien debe aguantar a su bebé y evitar que llore para no ser encontrados. Pero casi todos los sonidos empleados son angustiantes, incluso las notas de piano de Argyro Christodoulides acompañando el retumbar de las balas.
La fotografía de Nick Matthews demuestra un trabajo duro para poner orden en medio del caos, algo que cada vez se tiene que tener más en cuenta en escenas rápidas, influidas por la saga Bourne, pero que incluso en ésta ya se ha ido perdiendo.
Y lo que es más notables es cómo esta coproducción chipriota-australiana consigue un gran efecto visual y un trabajo altamente profesional sin un presupuesto excesivamente elevado. En la mayoría de los cortometrajes tendemos a pensar en proyectos que reflejen su presupuesto, pequeñas cámaras que buscan atraer la atención de los ángulos y el diálogo, mientras que lo que tenemos aquí son dieciséis minutos de acción sin tregua que rivaliza con las normas establecidas en Hollywood con una gran puesta en escena.
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