viernes, marzo 29, 2024

54 Seminci: Cuarta Jornada (I). El lado oscuro de Casablanca en ‘Casanegra’

Las críticas de David P. «Davicine» en la Seminci: Casanegra

La actualidad social de Marruecos reflejada cruda y fielmente en Casanegra. Por primera vez nos encontramos ante una película de un director marroquí, Nour-Eddine Lakhmar, que apuesta por un nuevo tipo de cine, con temas hasta ahora tabú en el país, huyendo de los clichés del pueblo marroquí, y en el que se refleja la miseria y la sexualidad desde un punto de vista cercano y accesible, al más puro estilo europeo, demostrando que los problemas universales llegan a cualquier parte del mundo.

El director, residente en Europa, ha tenido que mirar a su país desde lejos para afrontar esta película y destripar sin complejos los problemas de la sociedad actual. La historia nos muestra la vida, por decirlo de alguna forma, de Adil y Karim, dos jóvenes veinteañeros que se buscan la vida en la calle, con pequeños trapicheos y robos, para poder sobrevivir en una ciudad en la que no abunda el blanco, de ahí el nombre que le ponen de Casanegra. Blanca es una ciudad por pureza, por nobleza y por dinero, y negra por suciedad, por bajeza y por pobreza, de ahí este calificativo tan apropiado para la ciudad.

Adil desea huir a Suecia, donde cree que encontrará una mejor vida, y para eso decide adentrarse en ciertas mafias que le harán ganar dinero de forma más fácil y rápida, y de esa forma huir de un país y una vida que le han maltratado desde pequeño y que ahora continúa maltratándole en manos de su padrastro, quien refleja la actualidad de los problemas de maltrato machista, donde las mujeres en Marruecos no huyen de sus maridos, por muchas palizas que reciban, pues serían vistas con malos ojos en sus pueblos.

Por su parte Karim es el ejemplo de joven de pueblo que llega a la urbe y desea comérsela para hacerse un hombre. Aspira a tener dinero y salir con mujeres de estatus social por encima de él, lo que le lleva a seguir el juego de Adil y buscar una vía más fácil para ganar dinero que el simple trapiche de reventa de cigarrillos (que cualquiera que haya visitado Marruecos sabrá que está a la orden del día).

Pero en torno a estos personajes se nos describen muchos más, mostrándonos los problemas actuales, no dejando ningún tipo de inmundicia sin describir. Tenemos tarados, mendigos, borrachos, mafiosos, prostitutas, puteros, ricos esnobs,… todo lo que se mueve por la noche en Casablanca es descrito sin ningún tipo de pudor.

Y a todas estas personas de la calle las acompaña la música actual de los barrios, pues actualmente Marruecos está atravesando una explosión cultural, lo que se muestra en la película, con músicas, teatros y artes que sólo buscan crear y no satisfacer a nadie en concreto. Lo notamos en las calles, lo notamos en la ropa y, sobre todo, lo notamos en la impecable banda sonora que fusiona a la perfección los más tradicionales grupos árabes con la música actual de rap y hip hop del país, haciendo que nos adentremos mucho más en los suburbios de la ciudad, y nos involucremos más en los problemas que vemos.

Otro punto positivo de la película, que logra sorprendernos, es el montaje y la fotografía, muy actual y que para nada nos recuerda anteriores títulos marroquíes. Desde el principio, con los créditos, notamos que estamos ante algo distinto. Una escena de presentación que nos muestra una ciudad desolada, rodada con colores oscuros y con mucho grano, impidiendo ver con nitidez la poca belleza que queda fuera de los barrios turísticos de la ciudad, y es que, como se describe muy bien en la película, el mundo árabe no es sólo un mundo de jeques y adinerados, de turismo y de bailes orientales, es un mundo lleno de pobreza, desilusión y ganas de sobrevivir, que nos lo recuerdan cada día los telediarios al hablar de las pateras pero pocas veces se nos muestra desde dentro del país. Y para mostrarnos estos problemas el director ha recurrido a una estética en la que notamos la influencia del primer Scorsese de Malas calles, con esos personajes en busca de una salida, sin olvidarnos el reflejo curioso de Reservoir Dogs en ciertas escenas, no solo por el traje  negro del protagonista, sino también por el tipo de escenas en las que los protagonistas transitan en busca de problemas, fusionando el movimiento de cámaras desde el suelo con los planos del personaje en movimiento.

En general, una película que nos aporta un nuevo punto de vista de un país tan cercano y tan lejano a la vez, donde con una buena ambientación nos plasman los problemas actuales, todo ello con una buena interpretación, fresca y juvenil, que nos acerca en gran medida al cine de autor europeo pero con la crudeza de alguien que desea mostrar la fealdad de su país, consumido por la pobreza, y mostrado con crudeza.

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