Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva – Italia violenta. El cine policiaco italiano.
La ciudad se defiende (1951)
La ciudad se defiende (La città si difende / Four Ways Out) es un drama italiano con elementos de intriga criminal que está dirigido por Pietro Germi (Divorcio a la italiana, Un maldito embrollo) y cuenta con un guion escrito por él mismo junto a Federico Fellini, Tullio Pinelli y Giuseppe Mangione. La historia sigue a un grupo de atracadores que aprovecha la disputa de un partido de fútbol para robar la taquilla del estadio, pero antes de que puedan escaparse, son descubiertos y perseguidos, por lo que deciden separarse sin antes haber dividido el dinero.
Está protagonizada por Gina Lollobrigida, Renato Baldini, Cosetta Greco, Paul Muller, Enzo Maggio Jr., Fausto Tozzi, Tamara Lees, Emma Baron y Ferdinando Lattanzi. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2024 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado al poliziesco italiano. Ganó el Premio a Mejor Película italiana en el Festival de Venecia de 1951.
«El opio del pueblo»
La ciudad se defiende es una poderosa muestra del poliziesco embrionario e igualmente deudora del neorrealismo italiano con una historia que conjuga por igual una trama criminal alrededor de un atraco con el trasfondo social que empuja a sus protagonistas a delinquir. Porque ahí está la clave de esta película al poner el énfasis en las posibles motivaciones de los atracadores para traspasar la línea roja sin caer en una idealización del crimen tan arraigada a gran parte del cine negro estadounidense.
La historia se inicia con la disputa de un partido de fútbol que concentra la atención de todos mientras en las oficinas del estadio se está produciendo un robo a mano armada. Los cuatro delincuentes tienen un comportamiento errático y su nerviosismo delata la poca experiencia que poseen en el ámbito criminal. Fruto de eso uno de los trabajadores amordazados logra zafarse de sus ataduras para dar el aviso a la policía que comienza la persecución sin que los atracadores hayan tenido tiempo de huir. El botín es transportado en dos maletas, pero antes de poder repartirse el dinero entre los cuatro deben dispersarse e intentar escapar de manera individual.
No es casualidad que el atraco acontezca en un estadio de fútbol en lugar de un banco. Si el filósofo alemán Karl Marx acuñó aquella conocida frase de «la religión es el opio del pueblo», muchos lo han parafraseado en nuestro siglo diciendo que ahora «el fútbol es el opio del pueblo», refiriéndose a la capacidad que tiene un juego para adormecer los instintos de rebeldía frente a las injusticias sociales que es de lo que habla realmente la película.
El trasfondo social convertido en un personaje más
Tras separarse durante la huida la trama de La ciudad se defiende se diversifica casi episódicamente para seguir las peripecias de cada uno de los presuntos malhechores y las cuatro distintas formas que tienen de afrontar la situación. Eso permite a Pietro Germi el profundizar en la vida de cada uno de ellos y mostrarnos pequeñas pinceladas que nos hacen entender que no estamos frente a delincuentes al uso sino junto a personas normales que han sido empujadas a cometer ese crimen por pura desesperación.
Exceptuando un par de momentos en que el director busca la empatía del público con triquiñuelas melodramáticas (los anillos desempeñados, el desenlace en la cornisa, etc), la película hace un retrato contundente de la miseria que rodea la vida de la clase obrera, la falta de oportunidades para las nuevas generaciones y la diferencia de clases existente en la Italia de la época. Podemos verlo con claridad en algunas escenas magistrales como la del talentoso pintor siendo tratado como un leproso en un restaurante de lujo o en la del exfutbolista siendo reconocido como al que «rompieron la pierna» por unos niños que están jugando en la calle.
Son detalles que nos hacen ver la aleatoriedad de la fama y del éxito, pero por encima de momentos puntuales está el veraz retrato de una paisaje económico desolador que se refleja en los edificios ruinosos y grises que rodean constantemente a los personajes, al igual que la aparición de constates tramos de escaleras que parecen simbolizar los obstáculos que encuentran provocándoles un esfuerzo baldío a la hora de escapar de su situación.
Un poliziesco a reivindicar
En definitiva, La ciudad se defiende es un poliziesco italiano con conciencia social donde importa más el fondo que la forma. Y eso que se mantienen algunas constantes heredadas del cine negro de toda la vida que van desde los créditos iniciales sobre el fondo de una carretera nocturna iluminada por los faros de un coche hasta las sombras expresionistas proyectadas en las paredes de las calles. La secuencia más puramente noir de la función llega justo con la presencia de la mítica Gina Lollobrigida (que no es ni mucho menos la protagonista) en un momento que recuerda a grandes clásicos del género por la violencia intrínseca en el comportamiento del hombre hacia su expareja y que desemboca en traición (o justicia poética según sea la relectura que hagamos de ese instante).
Si bien es cierto que es una escena cumbre en la película, el trabajo de la actriz se ve ensombrecido aquí por sus otras compañeras femeninas del reparto, Cosetta Greco y Tamara Lees. Entre los cuatro protagonistas masculinos destaca el trabajo de Paul Muller, existiendo una tendencia general a la sobreactuación con fines dramáticos.
Pietro Germi logra un poliziesco solvente y de ritmo ágil que no está considerado entre sus mejores obras, pero que habría que reivindicar por su capacidad de acoplar los códigos del cine negro dentro de una historia de marcado carácter social con elementos propios del neorrealismo italiano y que además cuenta en su guion con la participación del mismísimo Federico Fellini.
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La ciudad se defiende
