Las críticas de Daniel Farriol:
Posesión infernal: El despertar
Posesión infernal: El despertar (Evil Dead Rise) es un filme de terror estadounidense que está escrito y dirigido por Lee Cronin (Bosque maldito, The Masterplan). La historia muestra a dos hermanas separadas cuyo reencuentro se verá interrumpido por el surgimiento de demonios poseedores de carne, empujándolas a una batalla por la supervivencia mientras se enfrentan a la versión de familia más aterradora que se pueda imaginar. Está protagonizada por Alyssa Sutherland (Blood Vessel, La niebla), Lily Sullivan (Monolith, El misterio de Hanging Rock), Morgan Davies, Nell Fisher, Gabrielle Echols, Jayden Daniels, Billy Reynolds-McCarthy y Tai Wano. La película se ha estrenado en España de la mano de Warner Bros Spain el día 21 de Abril de 2023.
Una secuela que cambia el tablero de juego sin renunciar a sus orígenes
El primer plano que vemos en Posesión infernal: El despertar es toda una declaración de intenciones por parte del director irlandés Lee Cronin. En él recupera aquel famoso travelling subjetivo con «shaky camera» en el que el ente sobrenatural de la primera entrega de Posesión infernal (Sam Raimi, 1981) deambulaba a toda velocidad a través de los árboles del bosque para acechar a un grupo de jóvenes que pasaba el fin de semana en una cabaña. La diferencia aquí es que ese punto de vista se ve abruptamente truncado con ironía al descubrirnos que la cámara es un dron pilotado por el graciosillo de turno que encontramos en cualquier slasher que se precie. Incluso puede confundirse el ruido que emite el dron con el zumbido de las alas de las moscas que en el cine de terror suelen simbolizar la muerte y la putrefacción de la carne.
Lo viejo y lo nuevo se unen en ese simple plano, es decir, el director nos está diciendo que va a recoger con orgullo el testigo dejado por el clásico de culto al que da continuidad con su película sin limitarse únicamente a copiarlo y ofreciendo al público algo que esté más apegado a los nuevos tiempos. Por eso decide cambiar de escenario y tras unas primeras secuencias ambientadas en un lugar muy parecido a la cabaña donde se desarrollaba el inicio de la saga nos traslada acto seguido a un edificio de viviendas ruinoso donde transcurrirá el resto de la acción. Un entorno urbano de cemento en mitad de una ciudad que poco tiene que ver con la típica cabaña en el bosque junto a un lago idílico.
El terror se comparte mejor en comunidad
La operación de huir de los lugares aislados para compartir el terror con tus vecinos de edificio (cualquiera que viva en comunidad entenderá que eso da mucho más miedo) lo hemos visto recientemente en la secuela Satan’s Slaves: Communion (Joko Anwar, 2022), en Venus (Jaume Balagueró, 2022) o en la serie surcoreana Strangers From Hell (Lee Chang-hee y Jeong Yi-do, 2020), lamentablemente poco conocida por estos lares.
La trama de Posesión infernal: El despertar nos presenta a una familia normal que vive en un edificio del que están a punto de ser desalojados. Ellie (Alyssa Sutherland) recibe la inesperada visita de su hermana Beth (Lily Sullivan) que será quién deba ocuparse de cuidar a los niños, Danny (Morgan Davies), Bridget (Gabrielle Echols) y, la más pequeña, Kassie (Nell Fisher), cuando un terremoto provoque un apagón en el edificio (al igual que sucedía en la peli citada de Anwar) que también conlleva la aparición de una gran grieta que comunicará el aparcamiento del sótano con una vieja bóveda que oculta misterios insospechados.
Al igual que sucedía en la primera película de la saga creada por Raimi será el hallazgo del libro de los muertos, el «Necronomicón» lovecraftiano, lo que desatará el resurgimiento de las fuerzas diabólicas que querrán poseer a todos los miembros de la familia. En esta ocasión ocurre debido a la curiosidad imprudente del adolescente Danny que hallarrá el libro satánico junto a unos discos en los que un sacerdote recita las palabras que avivarán el conjuro maligno igual que provocaba la música heavy en The Lords of Salem (Rob Zombie, 2012).
Un repaso al cine de terror a través de guiños y homenajes cinéfilos
Posesión infernal: El despertar es una combinación perfecta de humor, terror y casquería, las mismas señas de identidad que poseía la trilogía de Raimi. Las historias no están relacionada (más allá de la conexión de los libros) y llevar los demonios hasta la gran ciudad podría desatar una auténtica orgía de sangre en secuelas venideras. Es algo que se adivina durante la alucinante media hora final, un auténtico festín de vísceras y mutilaciones con el que Lee Cronin convierte a su particular heroína, sierra mecánica en mano, en una digna reencarnación de Ash.
No acabarán ahí los homenajes/referencias que hace el director a la trilogía primogénita llenando su película de constantes guiños (ese ojo comestible…) a las pelis de Raimi, pero también a muchos otros filmes clásicos del género como El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), con ese contrapicado de la puerta o el océano de sangre fluyendo del ascensor, La cosa (John Carpenter, 1982), con ese monstruo humano-mutante, o incluso empleando las cabañas triangulares que tanto gustan a Ari Aster. Os emplazo a que busquéis más «huevos de pascua» escondidos en imágenes y diálogos.
En definitiva, Posesión infernal: El despertar es una desmadrada fiesta sangrienta para cualquier amante del género que apenas ofrece descanso en su descenso infernal a un perverso circo de los horrores donde confluyen lo viejo y lo nuevo, el gore y la risas nerviosas, lo sobrenatural y lo humano. Lo mejor de todo es que Lee Cronin es capaz de hacerlo todo sin perder el pulso narrativo, la personalidad o las ganas de generar sus propias escenas icónicas dentro de la saga aunando planos ochenteros con dioptrías de enfoque dividido junto al ritmo frenético actual que no defraudará a quienes reproducen contenidos a velocidad acelerada. ¡Larga vida a Evil Dead!
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Posesión infernal: El despertar
