Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Historias para no contar
Lo primero que me sobreviene tras terminar de ver estas Historias para no contar es un profundo agradecimiento a Cesc Gay por haberlas convertido en su noveno largometraje cinematográfico, haberlas estrenado en una sala de cine y no haber sucumbido a la idea de hacer una miniserie (¡una más!) de los centenares que sobreabundan en las decenas de plataformas que, algoritmos mediante, tratan de decidir qué tenemos que ver durante nuestro tiempo de ocio. Así que, gracias, Cesc Gay, por recordar a los habitantes de la España vaciada de las salas de cine y no contribuir a la superpoblación de las plataformas televisivas.
Historias para no contar es, además, una pieza muy coherente dentro de la filmografía de uno de los directores-autores más sólidos en la cinematografía patria, alguien que persistentemente se ha interesado por las relaciones humanas como motor de sus guiones, unos guiones sustentados en una cuidada creación de personajes a los que siempre han dado vida excelentes actores. Algo que se hace particularmente llamativo aquí, un film en el que la naturaleza del proyecto permite tener un reparto muy difícil de reunir en un film convencional. Juntar en una película a Chino Darín, Anna Castillo, Javier Rey, Alex Brendemühl, Antonio De La Torre, María León, Jose Coronado, Alexandra Jiménez, Maribel Verdú, Nora Navas, Quim Gutiérrez, Brays Efe, Verónica Echegui y Javier Cámara se antoja, como mínimo, complicado.
El conjunto está compuesto por cinco historias cortas e independientes entre sí con el nexo común de desarrollar situaciones incómodas o directamente vergonzantes que, a pesar de estar barnizadas con un toque de comedia, no están concebidas únicamente para hacer reír. Que nadie se espere una película de carcajadas constantes porque ni lo es, ni creo que fuera esa la intención de sus guionistas Cesc Gay y Tomàs Aragay.
Se trata, más bien, de explorar en clave desenfadada la difícil relación que los seres humanos tenemos con la mentira y con la verdad, es decir, porqué tenemos esa tendencia a mentir en determinadas situaciones comprometidas cuando decir la verdad sería, directamente, mucho menos problemático; y, en otras ocasiones, sentimos una irrefrenable necesidad de decir la verdad cuando ocultarla (que es una forma de mentir) ocasionaría menos disgustos y preocupaciones.
Tengo ganas de verte es el título de la primera de las historias, probablemente la más sólida en la construcción del guion y la que mejor funciona. Un encuentro (casual) entre dos vecinos que pasean a sus respectivos perros, interpretados por Anna Castillo y Chino Darín dará lugar a un equívoco cuando regrese, de manera inesperada, el marido de la primera (Javier Rey) en un momento en el que no están haciendo nada que deba ocultarse. Cesc Gay y Tomàs Aragay escriben un breve vodevil moderno, francamente divertido, al que los tres intérpretes sacan todo el jugo posible. Es probablemente la que mejor funciona de las cinco historias para no contar.
En la segunda de ellas, titulada Sandra como el personaje que interpreta Eva Reyes, más que una mentira, lo que subyace en la trama son dos verdades no dichas. Una es la que se traga el personaje de Antonio de la Torre gracias a la insistencia de su mujer, María León, para permitir que su amigo Alex Brendemühl sea feliz, aunque solo sea por una noche, y pueda liberarse del fantasma de su ex mujer. La segunda, es la que nunca sabremos, ni Antonio de la Torre, ni María León ni nosotros, los espectadores.
Los martes y los jueves riza el rizo componiendo una situación embarazosa con tres mentiras encarnadas en tres personajes que únicamente ellas (la creadora de cada mentira) desconocen que las otras dos saben la verdad. Tres actrices que acuden a un casting, interpretadas por Alexandra Jiménez, Maribel Verdú y Nora Navas tratarán de sostener en pie las fachadas que las permiten seguir adelante, de casting en casting, manteniendo una apariencia de dignidad. Nuevamente lo mejor de esta historia son las interpretaciones de las tres actrices en una trama en la que uno se queda con las ganas de saber algo más.
Me has hecho muy feliz estos meses es el título de la cuarta historia. José Coronado y Alejandra Onieva son el arquetipo de pareja de edades muy desiguales, compuesta por un profesor y una antigua alumna, en la que los intereses y expectativas en la relación son tan dispares que sólo pueden mantenerse con una mentira. Esa mentira, revelada de manera accidental, provocará un desenlace un tanto previsible, pero divertido. Aquí es donde hace una brevísima intervención Javier Cámara en un personaje del que nos gustaría saber más. Nunca hay suficiente Javier Cámara en una película y aquí, realmente, su aparición sabe a poco. Supongo que Cesc Gay quiso contar, como fuera, con uno de sus actores fetiche que ya había aparecido en cuatro de sus ocho películas anteriores.
La última de las historias se titula París, la protagonizan Brais Efe, Quim Gutiérrez y Verónica Echegui. Nuevamente una mentira descubierta accidentalmente funciona como empuje de una trama en la que lo que se pone en cuestión es si es más dolorosa una mentira de la que no se habla o una verdad que se pone sobre la mesa. Nuevamente esta historia para no contar se engrandece con las interpretaciones del trío actoral. Tanto Brais Efe como Verónica Echegui están muy bien, pero Quim Gutiérrez vuelve a demostrar que nadie en España hace como él de “perro apaleao”.
En conjunto, Historias para no contar funciona como un largometraje desenfadado y divertido, que, una vez liberado de su envoltorio de aparente banalidad, ofrece un ácido (y amargo) ensayo sobre la fina línea que, a menudo, separa la verdad y la mentira en las relaciones humanas y cómo esa línea, a fuerza de ser pisada, provoca historias que preferiríamos no contar a nadie.
Historias para no contar
