Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 68 SEMINCI:
Las cuatro hijas
Las cuatro hijas del título español son las hijas de Olfa a las que hace referencia el título original francés de la película: Les Filles d’Olfa. Y Olfa es una mujer tunecina que revive la relación con sus cuatro hijas, las dos más jóvenes que aún viven con ella son Eya y Tayssir que se interpretan a sí mismas y las dos a las que devoró el lobo: Rahma y Ghofrane cuyos personajes son respectivamente recreados por dos actrices: Nour Karoui e Ichrak Matar.
Olfa también se interpreta a sí misma excepto en las secuencias más dolorosas en las que cede (o comparte) el plano con la actriz Hind Sabr. Es decir, tenemos personas reales y actrices conviviendo en el reparto de este film híbrido entre la ficción y el documental filmado por la directora tunecina Kaouther Ben Hania a la que conocimos internacionalmente por El hombre que vendió su piel, película que fue nominada al Óscar de 2020 a la mejor película internacional.
Y el resultado de esta mezcla de actrices y personas reales es un sólido, intenso y, por momentos, emotivo docudrama que se sirve de una historia concreta, la de estas mujeres tunecinas, para adentrarse en las raíces de la radicalización que puede llevar a dos chicas perfectamente normales a apartarse de su familia para integrarse en el ISIS. Sí, efectivamente, el ISIS es el lobo (en palabras de Olfa) que devoró a Rahma y a Ghofrane, las dos hijas mayores cuya ausencia es, probablemente, el eje emocional sobre el que pivota toda la trama argumental y la información documental con la que Ben Hania compone la película a cara descubierta.
Y es que hay también algo de metacine en su propuesta, pues es la propia directora la que abre el film interpretándose a sí misma para explicar, voz en off mediante, que va a tratar de explicar la historia de estas mujeres. Es también la propia Ben Hania la que presenta a las actrices a las protagonistas reales y la que corrige a Olfa cuando ésta, tratando de hacer un chascarrillo, se autopresenta como la Rose de Titanic, es decir, la persona que cuenta la historia pero a la que a otra actriz va a interpretar.
Con este mecanismo fílmico, se van evocando y rebelando episodios del pasado a través de emociones, reproches y un tono general de risas y buen humor incluso en algunos momentos particularmente duros en los que Olfa reconoce el férreo control, no exento de agresividad y violencia, al que sometió a sus hijas durante la adolescencia.
Pero no será hasta el tercio final del film cuando se rebele quién es el lobo que las devoró y se aborde la radicalización de Rahma y Ghofrane tras conocer a un imán particularmente persuasivo que las convención para cambiar sus vestimentas convencionales por el hiyab y, posteriormente, por el todavía más radical niqab. Lo siguiente fue ya el abandono del hogar, momento recreado con particular emotividad.
A partir de ese momento, Las cuatro hijas adquiere tintes más oscuros y un tono más reflexivo. La recreación dramatizada de Olfa y sus cuatro hijas (las dos auténticas y las dos interpretadas) comienza a perder peso en favor de un mayor elemento documental. Las imágenes de archivo, fundamentalmente procedentes de informativos occidentales y programas de entrevistas contarán lo que ocurrió con las dos hermanas mayores tras su unión al yihadismo más radical. En conjunto, el film de Ben Hania funciona por su excelente factura, acertado ritmo narrativo y por la accesibilidad de un formato que, sin ser novedoso, aligera al espectador de la pesada carga de procesar demasiada información mientras intenta que no se le encoja el corazón.
Las cuatro hijas se presentó en la Sección Oficial del pasado Festival de Cannes y participa ahora en la de la SEMINCI de Valladolid.
Las cuatro hijas
