Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo David Lynch
Seis hombres enfermos (1966)
-cortometraje-
Seis hombres enfermos (Six Men Getting Sick (Six Times)) es un cortometraje experimental de animación escrito y dirigido por David Lynch. Se trata de una breve animación que en un bucle continuo muestra a seis figuras humanas grotescas enfermando hasta el vómito. Duración: 4 minutos.
El embrión del cine de David Lynch fue la pintura
Seis hombres enfermos fue el inicio del universo Lynch. Ya sabemos que el cineasta llegó al cine a través de una de sus mayores pasiones que nunca ha abandonado por completo: la pintura. Tras tener una especie de revelación mística al observar uno de sus cuadros que adquirió vida delante de sus ojos (en su imaginación, no está tan loco como parece), la necesidad de que el cuadro se moviera de verdad le llevó a experimentar con el arte del celuloide.
Y es así es como un imberbe Lynch realizó su primer corto en 16mm. en el año 1966 con 200 dólares en el bolsillo. Seis hombres enfermos era un cuadro-escultura sobre el que se impresionaban unos dibujos bastante tétricos de unas cabezas humanas. En un principio no había sonido, pero el propio Lynch amenizaba las proyecciones en vivo reproduciendo un magnetofón donde había pregrabado el sonido repetitivo de una sirena de ambulancia. El propio cineasta definió este primer trabajo de escuela como “57 segundos de desarrollo y pasión, y tres segundos de vómito”. No se trata de un corto de ficción sino que deberíamos encuadrarlo dentro del género experimental o de vídeo-creación donde se busca más el impacto sensorial que desarrollar un tema argumental.
Enfermedad, putrefacción, pesadillas
Años más tarde el propio autor catalogaría Seis hombres enfermos como un corto “absurdo”. Visto hoy en día cuesta hallar muchas de las claves de la genialidad del director que iría desarrollando tras ese aprendizaje. Aún así, es interesante detenerse a verlo por tratarse del primer proyecto que realizó en cine y, además, porque escarbando un poco en ese bucle de agonía pictórica se pueden adivinar algunas constantes y obsesiones que el cineasta iría depurando en trabajos posteriores. La fuerza visual de los dibujos de las cabezas vomitando está acompañada por la expresividad de un sonido desasosegante que se te mete en la cabeza. Aún está experimentando, pero tiene claro lo de acuñar una experiencia violenta global de imagen-sonido para confrontar lo oscuro con lo cotidiano.
No es casualidad que el tema principal escogido para su primer corto fuese el desarrollo de una enfermedad desconocida. Uno de los temas preferidos en la obra del director es como se corrompe lo sano hasta la putrefacción, lo inocente o considerado como normal, ya sea a nivel físico, mental o, incluso, social, todo en su cine tiene una profundidad oscura removiéndose bajo la capa visible de las cosas. El corto transfiere al público la concepción de una pesadilla. Los sueños de Lynch suelen terminar convirtiéndose en pesadillas surrealistas que dan un sentido a veces críptico a lo imaginario y a la perversidad intrínseca a la condición humana.
Las entrañas del subconsciente
Si prestamos, pues, atención a estos escasos 60 segundos de surrealismo desbocado que son Seis hombres enfermos, estaremos asistiendo al nacimiento de un artista cuyas ideas parten de las entrañas del subconsciente y que desembocan en ráfagas de luminosa creatividad vomitada como hacen las cabezas animadas del corto. Sin embargo, Lynch no acabó demasiado satisfecho del resultado de su filme y estuvo a punto de lanzar la toalla creyendo que no tenía talento suficiente para el cine. Por suerte, consiguió el primer premio ex aequo del certamen anual de la Pennsylvania Academy of Fine Arts (PAFA) donde él estudiaba por aquel entonces y eso le animó, junto al dinero que le ofreció el mecenas H. Barton Wasserman, para realizar un segundo corto más creativo y ambicioso.
El texto de esta crítica puede leerse parcialmente en Universo Cinema.
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Seis hombres enfermos
