Las críticas de David Pérez «Davicine» en el 75 Festival de Locarno:
Ariyippu
Hareesh y Reshmi, una pareja de inmigrantes de Kerala que trabajan en una fábrica de guantes médicos cerca de Delhi, aspiran a irse al extranjero para tener una vida mejor. Durante los cierres de COVID-19, cuando un viejo video resurge entre los trabajadores de la fábrica, abre una caja de Pandora que amenaza los trabajos y el matrimonio de la pareja. Dirigida por Mahesh Narayanan, Ariyippu (Declaration) está protagonizada por Kunchacko Boban, Divya Prabha, Lovleen Misra, Danish Husain, Kannan Arunachalam, Faisal Malik, Kiran Peethambaran, Sidharth Bhardwaj y Dimpy Mishra. La película ha podido verse en la Sección «Concorso internazionale» del 75 Locarno Film Festival 2022.
La línea del perdón
Hareesh y Reshmi son una pareja de inmigrantes de Kerala que trabajan en una fábrica de guantes médicos cerca de Delhi. Durante los cierres de COVID-19, cuando un viejo video resurge entre los trabajadores de la fábrica, abre una caja de Pandora que amenaza los trabajos y el matrimonio de la pareja. Según aumenta la desesperación y la hostilidad, se enfrentan a sus propias necesidades y deseos mientras se debaten entre una vida de conciencia y compromiso.
Las relaciones humanas tienen ciertos factores constantemente en juego para mantener la dinámica de poder de su statu quo. ¿Dónde se traza la línea entre lo que es perdonable y lo que no? Ariyippu está ambientada a finales de 2020, cuando la pandemia vació las calles de la India y las mascarillas tapando el rostro eran lo normal, pero la película se encarga de sacar las verdades a relucir cuando las máscaras se caen y nos enfrentamos a nuestros peores miedos.
La pandemia afectó a todos… ¿por igual?
Ariyippu es la cuarta película de Mahesh como director, quien también se ha implicado en la escritura, producción y edición, y hasta el momento se ha implicado en mostrarnos en sus películas temas políticos espinosos, aunque siempre deja espacio para explorar múltiples temas que afectan a la sociedad en general, y a muchos individuos en particular, reflejando en esta ocasión los agujeros del sistema judicial de la India, la corrupción en los negocios o las limitaciones que la pobreza impone a las personas, entre otros temas, aunque, en esencia, trata sobre el patriarcado y la misoginia.
Mahesh Narayanan trabaja principalmente en el cine malayalam, y aquí consiga replicar la heterogeneidad en el uso del lenguaje en el norte de la India, entrelazándose el malayalam, el hindi y el tamil en los diálogos de Ariyippu. Hay escenas magníficas que emplean el uso del lenguaje para crear un efecto sorprendente, como una en la que cuatro personajes en una habitación conversan entre sí en tres idiomas, a pesar de no entenderlos todos de igual manera, pero ello es gracias a la camaradería que nos muestran en pantalla entre todos ellos, aunque no sea excesivamente real.
Toda la película fue filmada y ambientada durante la pandemia de coronavirus, aumentando la sensación de paranoia en casi todos los sentidos, aunque realmente no nos muestran a nadie contraer la enfermedad, pero sirve para reflejar aún mejor la dinámica de poder, y así, por ejemplo, los jefes suelen evitar usar las mascarillas (o usarlas correctamente), mientras que los trabajadores siempre hacen uso de ellas, conocedores de las implicaciones que tendría contraer esta enfermedad para su salud y para su trabajo.
Hombres, mujeres y misoginia
Haresh está interpretado por Kunchacko Boban, quien derrocha personalidad, y aunque tarde algo en dejarlo claro, su indignación no es tanto por el vídeo que circula de su mujer sino por su propio ego, y es que más de un personaje masculino en la película intenta hacer propio el dolor que se siente con la explotación de la mujer, dejándolas a ellas a un lado. Incluso a pesar del aspecto desaliñado del personaje, y siendo uno de los hombres más desagradables de la película, se intenta mantener con una personalidad limpia y abierta, manteniendo intactas ciertas emociones mientras trata desesperadamente de escapar de las circunstancias en las que se encuentra inmerso. Más allá de Haresh, ningún hombre en la película es el villano de la historia, como podría haberse hecho en alguna película más comercial, y nos muestran lo misericordioso que es el dueño de la fábrica (Danish Husain) o el paternal Suresh (Kannan Arunachalam), todos ellos personajes a los que la sociedad perdonaría sus actos.
Divya Prabha asume un papel exigente que requiere mostrarse sumisa y rebelde como Reshmi, según el momento, conteniendo una ira ardiente a sabiendas de que sus acciones en defensa propia pueden ir en su contra, mostrándose como una mujer a punto de explotar pero también comedida por el bien de todos. Prabha logra que simpaticemos con su personaje en cada uno de sus pasos, convirtiéndose en el personaje más relevante que sufre de todo pero sin signos visibles de esperanza al final. Las mujeres en Ariyippu son fuente de inspiración y consuelo, pero también de fortaleza entre ellas, y el mal momento por el que pasa su protagonista consigue paliarse en parte gracias a la inestimable ayuda de sus amistades, como la de Sujaya (Athulya Ashadam), quien logra poner de relieve una comprensión conmovedora para el sufrimiento por el que pasan. Ariyippu describe la opresión de las mujeres, incluido el abuso físico, sin querer alterar al espectador, no buscando el morbo pues hasta el desencadenante de todo está implícito, no se muestra, como no lo hace con ciertos actos que en otras producciones habrían mostrado explícitamente para captar la atención y el rechazo del espectador.
Ariyippu narra la historia de Reshmi y Hareesh como si fuera un espectador silencioso y atento a corta distancia de todo lo que sucede, rodada con un enfoque minimalista y una fotografía que dista de ser perturbadora para la historia que nos cuenta. La película plantea preguntas complejas pero no ofrece respuestas fáciles, haciendo que cada uno de nosotros encontramos nuestras propias respuestas.
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Ariyippu
