Las críticas de Laura Zurita:
Mis queridísimos hijos
Chantal y Christian viven una jubilación tranquila. Pero desde que sus hijos Sandrine y Stéphane abandonaron el nido, no los ven demasiado. Las oportunidades de reunirse en familia son cada vez más escasas. Cuando sus hijos les anuncian que no vendrán a celebrar la Navidad, ya es demasiado para Chantal y Christian. Entonces deciden hacerles creer que les ha tocado la lotería.
Mis queridísimos hijos está escrita y dirigida por Alexandra Leclère e interpretada por Josiane Balasko, Didier Bourdon, Laurent Stocker y Joséphine de Meaux. La película se estrena en España el 1 de julio de 2022 de la mano de A Contracorriente Films.
Comedia divertida
El cine francés parece haber encontrado la clave para hacer comedias amables, divertidas y fáciles de ver. Estas comedias consiguen, además, lo que es una buena noticia, llenar las salas, y son una buena parte de la base de la buena salud de la industria cinematográfica francesa.
Mis queridísimos hijos es un buen ejemplo de este tipo de películas. Con un guion ágil, un buen ritmo, y humor bien dosificado, entretiene al espectador sin mayores pretensiones. Otro elemento que contribuye a que el resultado funcione son las buenas interpretaciones, tanto de actores protagonistas como los secundarios. En particular la pareja de jubilados, interpretados por Josiane Balasko (Chantal) y Didier Bourdon (Christian), parece estar en su salsa, en especial cuando deciden llevar a cabo una treta para ganar un poco de tiempo con sus hijos. Son de origen y ambiciones humildes, pero cuando quieren saben desplegar ingenio y recursos, y aunque su “broma” es un tanto pesada, el director (y, por tanto, los espectadores) se pone de su parte.
A pesar de que la historia es un poco exagerada, tiene elementos reconocibles en un ámbito sorprendente, y por eso el humor, durante toda la película, es efectivo y convence. No obstante, como en muchas otras comedias bien hechas, tras la forma cómica y ligera se esconde un regusto un poco amargo.
Con regusto amargo
Mis queridísimos hijos no se anda con chiquitas a la hora de mostrar la desafección de los hijos por sus padres, primero, y su codicia después. Con una buena dosis de mala uva, se nos repite la indiferencia con la que los hijos tratan a sus padres, a los que les cuesta visitar y a los que despachan con unas palabras en el móvil. Están en esa edad en la que los padres son estorbos que reclaman atención en Navidad, que conviene mantener a raya, aunque vienen bien para planchar las camisas. Esta indiferencia se transforma en interés cuando creen que hay una jugosa herencia por medio, y también ese “cariño” interesado se muestra en toda su crudeza.
Por último, llama la atención que la directora parece recrearse en la estética del feísmo y de lo hortera. Es normal que los apartamentos que se muestran en el cine son bonitos y están bien decorados, aunque sean modestos. Este no es el caso en Mis queridísimos hijos, en la que las casas de los protagonistas y la clínica de la hija son marcadamente feas, de un mal gusto poco sutil, por no hablar de la ropa y los accesorios pretendidamente lujosos. El conjunto hiere la vista, y esto, por supuesto, no es casual. El desangelado mundo exterior parece acompañar para comentar la visión inmisericorde del carácter egoísta y desconsiderado de los hijos.
Toda esta mala baba se ve dulcificada por el buen humor que impregna la obra de principio a fin, pero, como ya se ha mencionado, la película deja un poso un tanto amargo entre risa y risa.
En resumen, Mis queridísimos hijos es una comedia entretenida con muy buenos momentos, que ofrece una mirada lúcida sobre el egoísmo e interés de los hijos para con sus padres, si bien dulcificada por un acertado sentido del humor.
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Mis queridísimos hijos
