Las críticas de Laura Zurita:
Tenéis que venir a verla
Dos parejas de amigos se reencuentran. Una pareja ha elegido vivir en el campo, la otra en la ciudad. Los amigos escuchan música, leen, comen, pasean, juegan al ping-pong… y hablan. Tenéis que venir a verla está dirigida por Jonás Trueba e interpretada por Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril e Irene Escolar.
La vimos en un preestreno organizada por la distribuidora Atalante Films, en Lo que viene. La película se estrena en España el 17 de junio de 2022 en un solo cine por ciudad, con el propósito expreso de favorecer las conversaciones sobre la película en locales de cercanía.
Un comienzo hermoso y original
Tenéis que venir a verla tiene un principio exigente y muy hermoso. Durante unos largos minutos, nos centramos en los protagonistas. Ellos son dos parejas, las formadas por Elena (Itsaso Arana) y Daniel (Vitor Sanz) y, por el otro lado, Guillermo (Francesco Carril) y Susana (Irene Escolar). La escena se rodó en el Café Central, mientras Chano Domínguez tocaba el piano en directo, dejando a la cámara captar en primeros planos sostenidos las sensaciones reales de los actores.
Hace falta mucha complicidad entre director y actores para poder rodar así, y obtener el estupendo resultado en pantalla: emoción, naturalidad y genuina admiración por la belleza. En el trasfondo de esta escena y como inspiración de la pieza musical el miedo, desconcierto y la soledad que ha pasado la población durante el confinamiento a causa de la Covid en 2020.
El primer acto de Tenéis que venir a verla sucede, como se ha dicho, en la ciudad, y el segundo, tras una larga elipsis, en el campo. Las parejas hablan de la vida y las ventajas de las dos opciones, porque han hecho elecciones distintas. Personalmente, esta redactora se alegró mucho de vivir donde vive, y quizás sea uno de los efectos de la película que cada espectador se cuestione sus deseos y sus preferencias sobre dónde vivir y cómo.
Película generacional
Tenéis que venir a verla tiene las fortalezas y debilidades de otras películas de Jonás Trueba. En el lado positivo, su dirección de actores que, como se ha indicado, consigue naturalidad y frescura de las actuaciones. Quiero destacar también que no hay problemas en entender los diálogos, un problema con el que el espectador tropieza demasiado a menudo en películas nacionales.
En el lado negativo, es una película generacional, en la que se captan intereses e interrogantes de un sector del público, en tanto la película puede no resonar en personas de otras edades.
Tenéis que venir a verla oscila entre la cotidianidad y una cierta grandilocuencia, buscada y excesiva como sucede en otras películas de Jonás Trueba. Por un lado, las acciones banales de las dos parejas. Por el otro, la voz en off de Olvido García Valdés y discusiones profundísimas sobre el libro «Has de cambiar de vida» del alemán Peter Sloterdijk, rozando a veces la pedantería.
Difícil de clasificar es el giro final de Tenéis que venir a verla, en el que se atraviesa la cuarta pared, y la película se convierte en autoreferencial. Y ahí termina, tras solo una hora, una película que casi parece un ensayo y una propuesta de un largometraje, con cierto aspecto de inacabada y, sin embargo, es tal y como el director, sin preocuparse por convenciones de formato ni de metraje, la quería.
Tristeza postpandémica
Que Tenéis que venir a verla se haya rodado en tiempo de pandemia es perceptible en la película. Por un lado, hay presencia de mascarillas y discusiones sobre su uso. Por otra parte, el ambiente pesado, incluso depresivo, del confinamiento y las restricciones pesan todo el tiempo en el ambiente. Aunque solo fuera por eso, por ese testimonio tan directo de una sociedad preocupada y un tanto desnortada, ha merecido la pena rodar esta película.
En resumen, Tenéis que venir a verla es una película generacional con el estilo personal de Jonás Trueba y un testimonio de una sociedad desnortada en tiempos de pandemia.
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Tenéis que venir a verla
