¿Quién es nuestra madre? ¿la mujer que nos ha cuidado desde el nacimiento, alimentado, vestido, educado y fundamentalmente amado?, ¿o aquella con la que compartimos cromosomas?. Exactamente las mismas preguntas sirven para cuestionarnos sobre nuestro padre. ¿Dónde está el asiento del vínculo materno/paternofilial, en el afecto o en la sangre?, y profundizando un paso más, las mismas cuestiones podemos plantearnos acerca de nuestros hermanos. De hecho, cuando queremos mucho a un amigo ¿no le llamamos hermano aunque no compartamos ningún material genético con él? Todas estas cuestiones, y algunas más, suponen el núcleo central de la película Madre solo hay una de la directora Anna Muylaert presentada en la sección oficial de la 61ª SEMINCI.
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