En La madre, Miguel es un crío de catorce años a punto de volver a entrar en un centro de menores. Su madre, sin trabajo y con una vida personal inestable, es incapaz de ocuparse de él. Por eso Miguel vive en una urgencia constante; haciendo las labores de la casa, vendiendo pañuelos de papel o robando en supermercados. Todo eso se acaba cuando desde servicios sociales vuelven a por él y su madre le obliga a buscar refugio en casa de Bogdan en una localidad cercana. Miguel tiene una única obsesión que es volver con su madre, y todo lo que hace se encamina en esa dirección.
En el papel protagonista tenemos a Javier Mendo, que sorprende con su primer trabajo profesional en el mundo del largometraje, siendo convincente en el rol de un joven apesadumbrado y golpeado por la vida, con pocos motivos para sonreír, que debe hacerse mayor demasiado pronto para sobrevivir a una vida que hasta la fecha sólo lo ha maltratado. Pocos registros más vemos al actor, pero no por su ausencia sino porque su personaje sufre penurias de principio a fin de la película, teniendo que esperar a futuros trabajos suyos para ver cómo se desenvuelve. Al menos en esta película logra el objetivo impuesto por el director, y nos llega a lo más profundo de nuestro corazón, abriendo una brecha en el mismo para que entren dudas sobre cómo los jóvenes no salen bien parados en la sociedad actual cuando crecen en familias desestructuradas.