Hace unas décadas era difícil imaginarse un videojuego llevado a pantalla grande, pues los gráficos pixelados y las historias sencillas eran complicadas de acabar como una interpretación visual digna y un guión solido, dando como resultados películas fallidas como Doom. Con el paso del tiempo, comenzaron a arriesgarse con películas que llevaban a los cines adaptaciones entretenidas, que sin ser taquillazos, quedaban para el recuerdo de los fans de esos mismos videojuegos, como las sagas Street Fighter, Mortal Kombat, o incluso el fontanero Mario en Super Mario Bros.
Poco a poco, la calidad de los juegos se incrementaba exponencialmente, y contenían historias más complejas, y personajes mejor presentados, gracias a lo cual pudimos ver en los cines sagas como Tomb Raider, con Angelina Jolie al frente del reparto, o Resident Evil con Milla Jovovich. Más recientemente, es difícil encontrar un videojuego que no parezca una película, con unos gráficos muy realistas y unas historias al nivel de grandes guiones cinematográficos, por lo que el salto a la pantalla grande parecía claro que era más que evidente… y prueba de ello es Assassin’s Creed, que funciona perfectamente como película, pero también es una digna adaptación de un gran videojuego, abriendo el camino a futuras adaptaciones que no nos hagan preguntarnos cuando se anuncien ¿de verdad es necesario?
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