Las críticas de Laura Zurita:
Un nuevo mundo
Philippe Lemesle y su mujer se están separando, su amor está irremediablemente dañado por las presiones del trabajo como directivo de él. Ejecutivo de éxito en un conglomerado industrial, Philippe ya no sabe cómo responder a las exigencias contradictorias de sus jefes. Ayer querían un gestor, hoy un ejecutor. Ahora debe decidir qué significa realmente su vida: si su familia o su empleo.
Un nuevo mundo está dirigida por Stéphane Brizé e interpretada por Vincent Lindon, Sandrine Kiberlain y Anthony Bajon. La película se estrena en España el 13 de mayo de 2022. La vimos en un preestreno organizado por Elástica Films y Avalon.
Cierre de la trilogía del trabajo
Esta última película cierra una trilogía sobre el mundo del trabajo que Brizé empezó en 2015 con La ley del mercado en la que un parado de larga duración se enfrenta con grandes dilemas morales para conservar un nuevo trabajo, continúa con En guerra, de 2018, en la que los trabajadores de una fábrica son traicionados por la empresa, que no respeta un acuerdo por el que los trabajadores sufrían una bajada de salario para evitar el cierre de la fábrica.
En Un nuevo mundo se nos ofrece el punto de vista del patrón. Philippe es un jefe trabajador e involucrado con el bienestar de sus empleados, que intenta compaginar este bienestar con la rentabilidad de su empresa. Sin embargo, estas buenas cualidades no impiden que se le ordene efectuar una ronda de despidos, en la que vemos cómo el capitalismo en un mundo globalizado tiene su propia lógica, que va más allá de la búsqueda de la rentabilidad. Basado en estructuras de poder y en una minería insaciable de los beneficios, se comporta como un moderno Saturno que devora sin miramientos a sus hijos.
Interpretación brillante y tensión palpable
Vincent Lindon, el actor fetiche del director, da vida de manera brillante a Philippe. El personaje ha sido un gestor exitoso que está perdiendo a su familia por dedicar todo su tiempo y su energía a la fábrica. Sus esfuerzos han dado fruto, y la fábrica funciona. Perder a su familia es un duro golpe, y ese sufrimiento se aúna con los infortunios en el puesto del trabajo, dando lugar a profunda crisis en la vida de Philippe. Lindon interpreta a un hombre cansado y atormentado, profundamente triste. En su trabajo vive momentos de tensión máxima, al tiempo presionado por el CEO para adoptar un plan de ahorro y por los trabajadores, que han oído rumores y se oponen a un plan que, aparte de dejar a personas sin trabajo, amenaza con hacer insoportables las condiciones de trabajo de los demás.
Las tensiones se palpan en cada reunión hasta hacerse agobiantes, y acaban motivando a Philippe a tomar una arriesgada decisión que precipitará el desenlace final. Aparte de los comentarios que intercambian los personajes, hay algún apunte en la película que marca el punto de vista de director sobre el uso y abuso de cifras, y parámetros más o menos vistosos como medida de éxito de las empresas. Philippe trabaja con tesón, y a menudo lo vemos leyendo y redactando informes, repletos de hojas de cálculo. La visita que hace a su hijo al hospital psiquiátrico nos muestra al chico elaborando y rellenando de manera obsesiva gráficos y medidas absurdas, como un remedo enfermizo (y un comentario) del trabajo de su padre.
Un nuevo mundo es como un aguafuerte, con trazos vigorosos e intensos contrastes, y personajes algo esquemáticos. Vemos de ellos los rasgos importantes para la acción, y muy poco más. La excepción son Philippe y su familia, que están trazados con sensibilidad y belleza. Las miradas y los gestos entre Philippe y su exmujer nos cuentan sin palabras una historia de una pareja enamorada pero separada por las circunstancias, y de unos padres preocupados por su hijo y su futuro.
En resumen, Un nuevo mundo cierra la trilogía del trabajo de Brizé y nos muestra que la opresión del capitalismo es también perceptible en los mandos, y que un buen patrón no es necesariamente recompensado por serlo.
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Un nuevo mundo
