jueves, abril 25, 2024

TERROR MOLINS 2021. Crítica de ‘Threshold’: Maldiciones y adicciones

Las críticas de Daniel Farriol en Terror Molins 2021:
Threshold

Threshold es un thriller de terror estadounidense dirigido por Powell Robinson y Patrick Robert Young (Bastard), con guion del segundo. La historia nos embarca en un viaje por carretera que acometen dos hermanos que no parecen llevarse demasiado bien. La chica asegura que pesa sobre ella una maldición que le une a otra persona a la que debe encontrar, pero su hermano está convencido de que son delirios provocados por su adicción a las drogas. Está interpretada por Joey Millin, Madison West (Hornet, Mank), Nadine Sondej-Robinson, Daniel Abraham Stevens y John Terrell. La película se ha estrenado en España en Filmin dentro de la programación del Terror Molins 2021.

Un filme de bajo presupuesto entre el drama y el terror

Threshold es una película independiente de muy bajo presupuesto grabada con dos iPhones en doce días y con un equipo técnico formado por tan solo tres personas. Muchas de las secuencias están basadas en la improvisación con los actores y algunas se grabaron en localizaciones sin tener el permiso para hacerlo, por ejemplo, esto resulta evidente en la escena del karaoke que parece grabada con cámaras ocultas. Aún siendo un rodaje de guerrilla, con el avance de las nuevas tecnologías la factura técnica del filme no se resiente en exceso y se evita caer en lo estéticamente cutre, aunque hay evidentes limitaciones (sin cámara car todos los planos en el interior del coche están filmados desde el asiento trasero).

La historia trata de dos hermanos que se han distanciado por la adicción que tiene ella a las drogas. El inicio es vertiginoso y nos muestra a la chica en una especie de crisis de abstinencia que resultará ser otra cosa. Ella le cuenta que está maldita y que fue unida internamente a un hombre desconocido a través del ritual de una secta. Él no cree la historia y lo atribuye a las alucinaciones provocadas por el exceso de estupefacientes. Sin embargo, decide acompañarle cuando ella le pide emprender un viaje para buscar a ese hombre y deshacerse del doloroso vínculo que la ata a él. Si esperas una cinta de terror al uso puede que te decepciones. Hasta llegar a los delirantes cinco minutos finales la película prefiere transitar por el lenguaje del drama íntimo de estilo mumblecore donde el acercamiento que se va produciendo paulatinamente en la relación entre los dos hermanos es la clave primordial que hace avanzar la historia.

 

La conexión entre hermanos

Para que te hagas una idea clara de lo que vas a ver, Threshold tiene más del Joe Swanberg de Drinking Buddies (2013) que del Sam Raimi de Posesión infernal (1981). Estamos ante una road movie dialogada donde el elemento sobrenatural podría ser una simple invención o fantasía en la mente de la chica. El suspense siempre flota en el aire, pero son pocos los momentos donde verdaderamente los directores se adentran en lo oscuro. Hasta entonces solo nos queda asistir impertérritos a la multitud de diálogos insustanciales que sirven a los hermanos para recordar viejos tiempos y encontrar en el pasado una forma de reconciliación en el presente. Por suerte, existe muy buena química entre los dos actores protagonistas, Joey Millin y Madison West, algo indispensable para hacer creíble una historia tan íntima de vínculos familiares como es ésta. Pese a su poca experiencia en cine realizan un trabajo natural y convincente, en especial, la actriz.

Es cierto que en esa búsqueda constante de la cotidianidad y espontaneidad algunos diálogos serían mejorables (para eso existen los guionistas) y hay escenas que aparentan ser de puro relleno cuando no directamente absurdas. Por ejemplo, ¿quién en su sano juicio se pondría a jugar a la ouija cuando se está huyendo de una maldición? Ni siquiera esa acción se aprovecha para generar una escena de terror puro, lo que viene después es una ridícula home invasion metida con calzador y que no aporta nada a la trama central. Son solo 78 minutos de metraje, algo que se agradece, siendo la parte central del relato la que se vuelve más pesada al decaer el ritmo y tener la sensación de que el viaje de los hermanos no va a ninguna parte. Echando la vista atrás sí que se encuentran pequeños detalles que definen con sutileza esa reconexión emocional que al final servirá incluso como perverso gag en el desenlace.

Si te acercabas a Threshold con la esperanza de ver una peli de terror y te mantienes paciente encontrarás, al menos, la recompensa en unos minutos finales fantásticos que suben la adrenalina de manera inesperada. La película de Powell Robinson y Patrick Robert Young es un curioso cruce entre drama indie y cine de género que probablemente hubiera funcionado mejor como cortometraje, aún así hay ciertas peculiaridades como ese símil entre la maldición y la adicción que hacen que no sea desdeñable del todo.


¿Qué te ha parecido la película?

Threshold

6.2

Puntuación

6.2/10

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