martes, abril 23, 2024

Crítica de ‘Sueños de una escritora en Nueva York’: Lo extraordinario de lo ordinario

Las críticas de Daniel Farriol:
Sueños de una escritora en Nueva York

Sueños de una escritora en Nueva York (My Salinger Year) es una comedia dramática canadiense escrita y dirigida por Philippe Falardeau (Profesor Lazhar, La buena mentira). Se inspira en la novela autobiográfica «Mi año con Salinger» de Joanna Rakoff («A Fortunate Age», «The Fifth Passenger»). Nos cuenta la historia de una joven que sueña con convertirse en una gran escritora para lo que decide mudarse a Nueva York. Allí conseguirá trabajo en una de las principales agencias literarias de Nueva York como secretaria de dirección. Entre otras tareas administrativas, deberá responder las cartas de los admiradores de uno de los escritores de la firma, el mítico J.D. Salinger.

Está protagonizada por Margaret Qualley (IO, Érase una vez en… Hollywood), Sigourney Weaver (Un monstruo viene a verme, Armas de mujer), Douglas Booth (Mary Shelley, Los misteriosos asesinatos de Limehouse), Colm Feore (El silencio de los espías, The Prodigy), Théodore Pellerin (Génesis, Nunca, casi nunca, a veces, siempre), Seána Kerslake (El bosque maldito, Dollhouse), Matt Holland y Jonathan Dubsky. La película se estrenó en cines en España el día 4 de Junio de 2021 de la mano de A Contracorriente Films. En Movistar+ desde el día 16 de Julio de 2021.

 

Entre libros y cartas

Sueños de una escritora en Nueva York es una película de corte clásico, casi podría decirse que académico. Esta traslación al universo literario del mundo de la moda visto en El Diablo viste de Prada (David Frankel, 2006) se basa en la novela autobiográfica «Mi año con Salinger» de Joanna Rakoff donde relataba sus experiencias como secretaria de dirección en la famosa agencia literaria Harold Ober Associates. La historia nos muestra a una joven californiana de Berkeley que se traslada a Nueva York para alcanzar su sueño de convertirse en escritora dejando atrás incluso a su novio. Sin embargo, pese a mantener siempre una actitud positiva, la vida allí no será sencilla. Pronto se verá atrapada sin darse cuenta en un trabajo que le impide desarrollarse como escritora y en un apartamento sin fregadero con una nueva pareja, un incipiente escritor bastante petulante y egocéntrico. 

Su trabajo en la agencia literaria se compone de hacer transcripciones del audio de unas cintas y de contestar las cartas de admiradores dirigidas al escritor J.D. Salinger. Siempre con la misma escueta respuesta escrita a máquina haciendo saber al remitente que el escritor no está interesado en recibir correo personal. Así lo decidió la agencia tras el asesinato de John Lennon a manos de Mark David Chapman que aseguró haber sido inspirado por Holden Caulfield, el protagonista de «El guardián entre el centeno». Aunque acaban triturando toda la correspondencia, deciden leerla antes por si detectan alguna actitud psicópata en alguno de los remitentes.

Esa tarea no permite a la chica demasiadas licencias creativas, pero su mundo interior está en ebullición y le es imposible contener sus ganas de contestar a algunas de esas personas. Cuando lo hace no sale como ella espera. En su día a día, trabaja para Margaret, una editora de carácter agrio que la trata con cierto desdén, aunque en realidad también le ofrece su confianza para convertirla en una buena agente literaria alejándola de su pasión por la escritura. Considera que los escritores son los peores asistentes que puede tener.

 

El rumbo de tu vida

Estamos a finales de los 90, durante una época de cambios que acabará transformando la forma de compartir y consumir la literatura. Las primeras computadoras aparecen en nuestras vidas y con ellas un nuevo método más rápido e impersonal tanto para escribir como para trabajar. No todos están dispuestos a asumir ese cambio y Margaret es una de ellas. Repudia la incorporación de esas máquinas infernales y mantiene a sus trabajadores tecleando en viejas máquinas de escribir. Es algo que se traslada a la propia decoración de toda la oficina que conserva un aire añejo. El lugar se sostiene en el tiempo como uno de los últimos reductos que sobrevive a la amenaza de la nueva era informatizada.

Los cambios en la sociedad no son solo estéticos o tecnológicos. La mentalidad también está cambiando y ahí entra Joanna. Todo lo que hay a su alrededor parece destinado a cortarle las alas y a impedir que desarrolle sus capacidades creativas. Tendrá ante sí un dilema en el que deberá decidir cuál quiere que sea su futuro. Porque Sueños de una escritora en Nueva York es en esencia una historia de crecimiento y aprendizaje. La actriz Margaret Qualley realiza una creación maravillosa de su personaje. Su vitalidad y entusiasmo traspasan la pantalla iluminando con sus ojos cada uno de los planos en que aparece. Ella y su zigzagueante relación con el carismático personaje interpretado por Sigourney Weaver son lo que elevan esta película por encima de un inofensivo telefilm de sobremesa. Se crea un extraño vínculo afectivo entre ambas mujeres. Son de generaciones, pensamientos y ambiciones muy distintas, pero complementarias. Su relación va del reproche a la admiración, de la exigencia a la tolerancia.

 

J.D. Salinger infrautilizado

Me interesan bastante menos otros aspectos de Sueños de una escritora en Nueva York. No tengo muy claro que algunas soluciones dramáticas que ofrece Philippe Falardeau funcionen dentro de la película. Me refiero, por ejemplo, a la ruptura de la cuarta pared para escenificar la lectura de las cartas en la mente de la protagonista. Es un recurso efectista que no acaba aportando nada a la historia. Otras licencias del director como incluir una escena casi de musical se pueden entender dentro del contexto creativo de la mente de Joanna, pero sigue pareciendo algo postizo pese a lo bello del momento. Tampoco me parecen suficientemente bien trabajadas las subtramas sentimentales con el novio y el ex novio. Creo que se podía haber empleado el tiempo en describir mejor la transformación emocional del personaje central sin tener que recurrir a algo tan obvio y facilón.

Otra de las cosas que desaprovecha Sueños de una escritora en Nueva York es el propio personaje de J.D. Salinger. Que el nombre del autor de «El guardián entre el centeno» aparezca en el título original puede llegar a frustrar a algunos espectadores que se acerquen a la película con la intención de conocer detalles sobre su vida o personalidad. La figura del escritor se utiliza casi como un símil del fantasma de las Navidades futuras de Dickens. Nunca le llegaremos a ver el rostro (esa idea me gusta), pero es el único que aconseja a la secretaria que si quiere convertirse en escritora debe escribir cada día, de otra manera se quedará anclada en un trabajo y una vida que no son las que desea. Por otro lado, la caracterización del personaje se basa en algunos clichés de Wikipedia en los que se resalta su tendencia al aislamiento social, pero sin ningún tipo de profundidad psicológica, aparece casi como un personaje caricaturizado. Se podía haber explorado más esa relación telefónica o cómo influye la lectura de sus libros en la toma de decisiones de la chica una vez que empieza a leerlos.  

Sueños de una escritora en Nueva York es una película amable y entretenida. Bastante convencional y relamida en algunos aspectos, pero de una corrección formal que se echa en falta en parte del cine actual. Más allá de la huella que deje en ti esta historia, es indudable que Margaret Qualley y su personaje te robarán aquí el corazón.


¿Qué te ha parecido la película?

Sueños de una escritora en Nueva York

6.6

Puntuación

6.6/10

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