viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘Monstruo’: La frágil culpabilidad

Las críticas de Daniel Farriol:
Monstruo (Monster)
 
Monstruo (Monster) es un drama judicial estadounidense dirigido por Anthony Mandler (Happiness Continues, David Beckham: Into the Unknown). El guion está escrito por Radha Blank (Rapera a los 40, Nola Darling), Colen C. Wiley y Janece Shaffer, adaptando la novela de Walter Dean Myers. Es la historia de Steve Harmon, un joven de 17 años que estudia cine y es acusado de asesinato por un crimen que él asegura no haber cometido. Está protagonizada por Kelvin Harrison Jr. (Luce, Llega la noche), Jennifer Ehle (Saint Maud, La hora del miedo), Jeffrey Wright (Westworld, Noche de Lobos), Jennifer Hudson (Cats, Respect), ASAP Rocky, Tim Blake Nelson, Mikey Madison y Jonny Coyne. La película se ha estrenado en España a través de Netflix el día 7 de Mayo de 2021.
 

Ni blanco, ni negro

La actriz Charlize Theron se llevó un Oscar por su interpretación de la asesina en serie Aileen Wuormos en Monster (Patty Jenkins, 2003), sin embargo, la película de igual título que nos ocupa data de 2018 y trata de un adolescente afroamericano llamado Steve Harmon que es juzgado por el asesinato del dependiente de una tienda de comestibles. Ambos son considerados «monstruos», pero son muy distintos. Al menos, ese es el término que emplea el abogado acusador durante el juicio para dirigirse al joven de 17 años implicado en los hechos. No se basa en una historia real, pero seguro que podríamos encontrar muchas semejantes.
 
Monstruo (Monster) de Anthony Mandler, propone un drama intimista y reflexivo sobre la delgada línea que separa la inocencia de la culpabilidad en el sistema judicial. En una de las primeras escenas de la película nos habla de cómo la iluminación que hay en la sala del tribunal sirve para potenciar los colores blancos y negros del mobiliario o del vestuario, evitando las tonalidades de grises. Es la gran metáfora que tiene la película. Por un lado, nos habla sobre las complejidades y condicionantes existentes en cualquier delito criminal y, por otro, pone en relieve las diferencias de la justicia norteamericana cuándo se enfrenta a sospechosos blancos o negros.
 

La verdad de Rashomon

Mandler es un californiano que debutó en el mundo de largo de ficción con Monstruo (Monster), presentada en el Festival de Sundance y que, tras pasar bastante desapercibida, dos años después tiene una segunda oportunidad con su incorporación al catálogo internacional de la plataforma Netflix. Hasta la fecha, su carrera se había movido en el ámbito de la fotografía, el documental y del videoclip musical, trabajando para estrellas del calibre de Rihanna, Beyoncé, Fergie, Christina Aguilera o Lana del Rey. Hay en su película un deje estético demasiado videoclipero que trastoca parte de su acercamiento realista a la historia. 
 
Con una sempiterna voz en off, el chaval protagonista (estupendo Kelvin Harrison Jr.) relata su historia en primera persona. Es un truco contradictorio que desmonta la teoría del Efecto Rashomon. El adolescente es un aspirante a cineasta que fotografía la vida del barrio en busca de inspiración para contar una historia con alma. Su profesor de cine proyecta en clase la película Rashomon (Akira Kurosawa, 1950) para establecer un paralelismo entre el punto de vista de un cineasta ante su obra con la propia manera en qué afrontamos la vida real. ¿Hay una única verdad? Si preguntásemos a varias personas que fuesen testigos de un mismo hecho, probablemente cada uno de ellos aportaría distintos datos o sensaciones porque lo habrán vivido desde su propia perspectiva y a través del filtro de una personalidad construida en base a sus circunstancias personales. Es una teoría fascinante que el bueno de Kurosawa dejaba bien patente en aquélla obra maestra en la que cuatro personajes implicados en una violación y asesinato ofrecían versiones completamente diferentes. ¿Cuál era la verdadera? ¿Una sola? ¿Todas? ¿Ninguna? Por eso mismo, creo que Mandler pierde efectividad al centrarse en un discurso unidimensional de los hechos y, por tanto, manipulador.    
 

La justicia para los monstruos

Monstruo (Monster) es una película correcta e interesante, pero que no trasciende. Su montaje combina pasado y presente de una manera un tanto errática, le cuesta concentrar sus esfuerzos en lo importante. Busca relatar cómo el futuro prometedor de un joven adolescente llenos de sueños puede truncarse de la noche a la mañana por culpa de las malas compañías. Las estampas familiares y las escenas cotidianas en el barrio aparecen demasiado dulcificadas y con un tono telefilmero. Se desaprovecha enormemente la presencia de Jeffrey Wright y Jennifer Hudson como los sufridos padres del chico acusado de asesinato. Son personajes sin aristas, bondadosos e idílicos, ni siquiera asoma la rabia en sus reacciones.

Mucho más interesantes resultan las secuencias que acontecen en el interior del juicio. El abogado acusador, un efectivo Paul Ben-Victor, se convierte en el malo malísimo de la función. Es el dedo acusador que todos nosotros hemos levantado en alguna ocasión contra alguien. En especial, resultan gratificantes las charlas que mantiene el acusado con su abogada defensora, una espléndida Jennifer Ehle que sabe dotar de profundidad a un personaje que apenas la tendría con otro rostro. La actriz acaba siendo lo mejor de la película. Monstruo (Monster) pone sobre el tapiz reflexiones necesarias para abrir un debate sobre la justicia y sobre las distintas caras de la verdad. Por desgracia, no encuentra las formas adecuadas para hacerlo de una manera que cale hondo en nuestras emociones.

 

¿Qué te ha parecido la película?

Monstruo

6

Puntuación

6.0/10

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