La necesidad y la amenaza
La topografía sentimental
Ons es una película exigente con el espectador. Es un cine donde el lenguaje narrativo pivota entre los silencios y las palabras no dichas. La historia que nos propone está contada principalmente fuera de campo. Eso obliga a quien se acerque a ella a rellenar los huecos y repensar lo que sucede en pantalla. La trama principal se reduce a la llegada de una pareja a una pequeña isla. Huyen de un accidente que ha sumido a él en una depresión y a ella en una sensación de abandono. Una vez en ese bello, pero inhóspito lugar, decidirán quedarse a pasar allí el invierno. La posterior llegada a la isla de una náufraga extranjera con amnesia, hará eclosionar de forma inesperada una crisálida de emociones contradictorias entre los residentes.
La profesión de la protagonista es la de traductora y en el libro en el que está trabajando acuña el curioso término de «topografía sentimental». Se refiere a la influencia que tiene el entorno en el estado de ánimo. La película jugará con eso para mostrar la evolución interior de cada uno de los personajes ante la cambiante climatología de la isla. Todos deberán confrontar sus miedos, su soledad, su sexualidad y sus carencias afectivas. Cuando pase el invierno, sin duda, ya no serán los mismos.
El sonido de la isla de las mentiras
Sin embargo, aunque los mimbres sobre los que sustenta la película de Zarauza me parecen sumamente interesantes, no termino por conectar del todo con la propuesta. Las comparaciones con el cine de Bergman o Antonioni se me antojan excesivas. El tono pretencioso del cine contemplativo actual discurre en paralelo a un guion poco desarrollado que deja demasiadas cuestiones a la imaginación. Tanta sugerencia se transforma en distancia y frialdad. El drama intimista se combina con poca fluidez con el misterio y solo el poder magnético de los paisajes consiguen atrapar nuestra mirada. Esta versión minimalista de la mucho más brillante y, también gallega, La isla de las mentiras (Paula Cons, 2020) se me queda corta.
Lo mejor que tiene Ons es el tratamiento sonoro. Los ruidos de la naturaleza asumen una musicalidad extraña y atmosférica tan sugestiva como enigmática. También destacan las interpretaciones, en especial, la de Melania Cruz. La cámara se vuelve un animal nervioso. Zarauza se sirve de los planos secuencia para adentrarse en ese laberinto de emociones, consiguiendo momentos de gran intensidad. Alberte Branco (A estación violenta, Las altas presiones) es un experto fotógrafo que sabe sacar partido a los espacios abiertos y la luz natural, dotándole de un aura inmaterial e intemporal casi surrealista. En definitiva, Ons es una película que continúa la senda marcada por el Novo Cinema Galego. Un filme tan interesante como imperfecto.
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Basura
Perdida de tiempo
Muy buena crítica. Concuerdo en todo con Daniel Farriol.
Gracias por leernos, Rafa! Me alegra ver que coincidimos! Un saludo!