jueves, marzo 28, 2024

65 SEMINCI. Ciclo Free Cinema. Crítica de ‘If….’ (Lindsay Anderson, 1968)

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 65 SEMINCI: 
If….
 

Encuadrar If…. entre los largometrajes característicos del Free Cinema resulta más controvertido que hacerlo con las otras películas que componen el ciclo, cuya adscripción al movimiento resulta incuestionable. Como mínimo cabe la discusión en el caso de este transgresor film de Lindsay Anderson que en 1968 puso en jaque al elitista sistema educativo privado británico. Lo primero que llama la atención es que el inicio mismo del film nos saluda con el logotipo de la Paramount, la hollywoodiense major que se encargó de su distribución internacional a pesar de que If…. sea una producción netamente británica a través de la productora Memorial Enterprises.

Pero este detalle de la Paramount no es más que un signo de que los tiempos estaban cambiando y los otrora opositores al sistema establecido estaban ya coqueteando con las productoras hollywoodienses. En 1968, Karel Reisz rodaba Isadora con producción de la Universal, Tony Richardson ya había saboreado las mieles del éxito con los premios Óscar a mejor película y mejor director por Tom Jones (1963) y John Schlesinger estaba solo a un año de conseguir lo mismo por Cowboy de Medianoche en 1969. Ese mismo año, Bryan Forbes también rodaría su primera película de producción estadounidense, La loca de Chaillot, en este caso para la Warner.

Fue precisamente Lindsay Anderson el único que se resistió a los cantos de sirena de Hollywood y no llegó a trabajar nunca para ninguna de las majors de la industria americana. Desde luego, no puede acusarse a If…. de tener ningún rasgo complaciente con el canon de distribución de la Paramount que, durante mucho tiempo, no supo qué hacer con la película en EEUU hasta que la Palma de Oro del Festival de Cannes de 1969 le otorgó la excusa perfecta para estrenarla en las salas de cine estadounidenses.

Anderson vuelve con If…. a la narración fragmentada que ya empleara en El ingenuo salvaje, si bien aquí el relato sigue la línea temporal y no hay saltos en el tiempo. La fragmentación es llevada a cabo mediante la división del metraje en ocho capítulos: la vuelta al internado; el colegio, otra vez juntos; el trimestre; ritual y romance; la disciplina; la resistencia; a la guerra y los cruzados. A medida que avanza, la película se va alejando cada vez más de la realidad y en los últimos capítulos flirtea con lo absurdo, incluso con el surrealismo, para terminar convirtiéndose en la sátira que, en esencia, es.

Un grupo de jóvenes de diferentes edades regresan a un elitista internado tras las vacaciones estivales, las diferencias entre los novatos, los veteranos y los que han adquirido el rango de tutores sirven a Anderson como detonante para ejercer una acerada crítica al sistema de clases imperante en la sociedad británica de la época. Al mismo tiempo, se pone en cuestión el sistema educativo británico del que en determinado momento un personaje llega a decir: “la educación en Gran Bretaña es como Cenicienta, se viste pobremente y todos opinan de ella”.

Más diluido queda todo lo concerniente a la guerra. La sátira es tan llevada al extremo que un espectador poco informado podría entender, sin que se le pudiera culpar por ello,  que más que una crítica se está haciendo una defensa de las armas y la violencia como medio para solucionar los conflictos. El tono bélico que la película va adquiriendo conforme avanza el metraje culmina en los tres disparatados últimos capítulos que desembocan en un apoteósico y turbador final.

If…. fue el inicio de una trilogía cinematográfica que Anderson continuaría con Un hombre de suerte (O Lucky Man, 1973) y cerraría con Britannia Hospital en 1982. En los tres films el protagonismo recae sobre el personaje de Mick Travis al que interpreta un jovencísimo Malcolm McDowell que precisamente en If…. hacía su debut en la gran pantalla. Ya en If…. McDowell muestra su enorme potencial inquietante, ese tipo con el que resultaría incómodo estar a solas en una habitación que, a buen seguro, impulsó a Kubrick para encomendarle el papel protagonista de La naranja mecánica tan solo tres años después.

Volviendo al principio, la discusión que, en mi opinión, cabe sobre la adscripción de If…. al Free Cinema no es por su vinculación con Hollywood, que ya ha quedado dicho que no fue tal, sino por cuestiones temáticas y de realización como el progresivo despegue de la realidad que sufre el film, el empleo de las metáforas para mostrar aquello que se critica o ciertos devaneos estilísticos como la caprichosa alternancia entre la fotografía en color y en blanco y negro. Podríamos hablar de un Free Cinema evolucionado en el que más que de la libertad, Lindsay Anderson hace uso de la arbitrariedad. En cualquier caso, a pesar de que en 1968 resulta incuestionable que su mensaje estaba fresco, la película alcanzó un notable éxito (Palma de Oro incluida) y supuso una auténtica revolución, vista hoy, 52 años después, no parece que haya resistido demasiado bien el paso del tiempo.


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