Las críticas de David Pérez «Davicine» en el 68 SSIFF:
Spagat
El estreno mundial de la película Spagat, ópera prima de Christian Johannes Koch, ha tenido lugar en la 68 edición del Festival de San Sebastián, y se ha podido ver en competición en la sección Nuevos Directores, que muestra óperas primas y segundas películas de sus autores. Koch participó anteriormente en el Festival de San Sebastián con el cortometraje Über Uns Elektrizität (2013), en la sección Nest, y ha regresado para mostrar su debut en el largometraje.
Spagat es un drama social apasionante y actual protagonizado por Rachel Braunschweig (El orden divino), Aleksey Serebryakov (Leviatán) y la joven debutante Masha Demiri. En sus múltiples capas, la película refleja y entrelaza de manera hábil y sensible distintos opuestos: frialdad e intimidad, amenaza latente y esperanza incipiente, lealtad y traición, egoísmo y caridad. Es una película sobre la compasión y la autoprotección, así como el anhelo de un hogar.
La película nos traslada al Invierno en una zona rural de Suiza. Marina, una profesora de secundaria de cuarenta y tantos años, lleva una vida familiar tranquila con su esposo y su hija. Pero las apariencias engañan. En secreto mantiene un romance con Artem, el padre de Ulyana, una de sus alumnas.
Padre e hija llevan años viviendo en Suiza sin permiso de residencia. Su secreto queda expuesto cuando Ulyana es sorprendida robando en un centro comercial. El incidente, menor en apariencia, tendrá consecuencias importantes en las vidas de Artem y Ulyana. También en la de Marina, quien, dividida entre la mentira, la lealtad y la pasión, deberá hacer frente a la situación.
El tema de la inmigración se aborda de una forma distinta a como la hemos podido ver hasta la fecha en otras películas de temática similar, consiguiendo combinar ficción y realidad de manera que el espectador quede atrapado por la historia. Bajo la relación de un padre y una hija se ocultan muchas subtramas, destacando la necesidad de libertad, no sólo desde el punto de vista de quienes llegan ilegalmente, sino también de quienes están atrapados por una vida que no es la que quisieron para si mismos.
Spagat plantea el dilema sobre la ayuda a ilegales a pesar de ser un delito, y es que la protagonista, Marina, interpretada por Rachel Braunschweig, nos ofrece un personaje que se ve en una encrucijada, no solo al mentir a su marido por su relación extramatrimonial, sino por su anhelo de conseguir una vida mejor para su amante, aunque para ello deba mentir y cruzar ciertos límites que acarrearán consecuencias para ella y para todos los que lo rodean. Y aunque Marina sea uno de los personajes principales, sobre quien recae la responsabilidad de unir todas las tramas es en Ulyana, interpretada por Masha Demiri, un personaje que al igual que Marina se encuentra entre la espada y la pared, pues desea la libertad que todo adolescente tiene, aunque sepa que para ella siempre será difícil al no tener papeles. Sus enfrentamientos con su padre, su necesidad de entrenar a pesar de las reticencias que encuentra en casa y su deseo por encajar en un instituto donde todos tienen sus vidas resueltas (dentro de lo que cabe) nos permite que empaticemos con ella, aunque no estemos en una situación tan complicada como ella.
Aunque sea una película con mucho peso en los personajes femeninos, Aleksey Serebryakov en el rol de Artem nos ofrece el punto de vista de alguien que debe trabajar de forma ilegal, las dificultades no sólo económicas sino también sanitarias por las que pasa alguien en su situación, y lo difícil que es lidiar con una hija adolescente cuando deseas lo mejor para ella pero no se lo puedes dar.
Este drama social no busca convencernos de nada, simplemente nos ofrece diferentes perspectivas de un mismo problema para que seamos capaces de crearnos nuestras propias opiniones, y lo hace a través de una historia real, convincente, más cercana de lo que podría parecer, y con unos personajes capaces de hacernos complices de sus miedos y desgracias.
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