viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘Molly’s Game’: Sorkin y Chastain no van de farol

Las críticas de Pablo Cózar: Molly’s Game

Hace unos años me propuse ver todas las películas nominadas a los Oscars de aquella edición, entre ellas había una película sobre béisbol y a priori no me podía interesar menos. Se trataba de Moneyball: Rompiendo las reglas y cuando salí del cine me di cuenta que el tema sobre el que trata una película puede ser interesante siempre que esté bien contando, incluso si es sobre un deporte poco conocido. Poco después vi la primera temporada de The Newsroom, fue entonces cuando empecé a tener una gran admiración por Aaron Sorkin. Tras años de una carrera dedicada a escribir, llega el momento de ver qué tal le queda el traje de director al señor Sorkin, y si Molly’s Game está más cerca de sus éxitos que de sus errores.

Molly’s Game es la adaptación del libro autobiográfico del mismo nombre escrito por Molly Bloom, una ex esquiadora de élite que tras no clasificarse para los Juegos Olímpicos de invierno termina siendo parte de un entramado de partidas de póquer clandestinas por las que pasaron desde actores y celebridades de Hollywood, a miembros del crimen organizado. Aaron Sorkin adapta el libro aportando su sello personal, su particular forma de acercarnos a temas no conocidos por todos y se recrea en los entresijos legales y judiciales que tan bien se le dan. Se puede decir que Molly’s Game continua, en cierta medida, el estilo presentado tanto en la citada Moneyball: Rompiendo las reglas como en La red social. Y precisamente La red social nos sirve para hablar de su labor como director. Al ser su primer trabajo, el autor neoyorquino se pasó gran parte del rodaje pidiendo consejo a su amigo y compañero David Fincher (Zodiac, Seven), y no contento con eso aprovechó la presencia en el rodaje de Kevin Costner (Bailando con lobos, Mensajero del futuro) para que le guiara en algunas secuencias aportando su experiencia. Sea como fuere, podemos decir que Sorkin ha aprobado con nota su primera experiencia en la dirección, aunque su fuerte sigue siendo la máquina de escribir.

El reparto es otro de los puntos potentes de la película. Encabezando el cartel encontramos a una espectacular Jessica Chastain (Criadas y señoras, La noche más oscura) capaz de transmitir a la perfección la vena competitiva, a la vez que la vulnerabilidad, de Molly Bloom. Idris Elba (Luther, Pacific Rim)  sirve de contrapartida más que correcta a Chastain en su papel de abogado. Kevin Costner demuestra, una vez más, que ha mejorado con los años  y vende con solvencia la figura de padre exigente. Entre el resto de rostros conocidos cabe destacar el papel de Michael Cera (Scott Pilgrim contra el mundo, Juno) como “Player X”, una importante figura de Hollywood manipulador y adicto al juego. Jeremy Strong (La gran apuesta, Selma) y Chris O’Dowd (Radio encubierta, Loving Vincent) consiguen, con dos personajes muy distintos, hacer avanzar la historia de Molly. En el apartado de cameos encontramos a dos destacados de las series de Netflix: Brian d’Arcy James (Por trece razones, Spotlight) y Joe Keery (Stranger Things).

En el apartado técnico y artístico es donde encontramos elementos más dispares. La banda sonora firmada por Daniel Pemberton (Operación U.N.C.L.E., El consejero) pasa prácticamente desapercibida. Charlotte Bruus Christensen (Fences, La caza) mantiene un tono frío en la fotografía, que dificulta empatizar con la situación de Molly. Cabe destacar el equipo de montaje, integrado por Alan Baumgarten (Bienvenidos a Zombieland), Elliot Graham (Mi nombre es Harvey Milk) y Joss Schaeffer (Eres lo peor), quienes ayudan a mantener el ritmo narrativo y a que las más de dos horas de metraje pasen volando.

En conclusión, Molly’s Game nos demuestra, una vez más, como Sorkin es capaz de vender casi cualquier cosa. Es cierto que el material original da mucho juego, pero Sorkin es capaz de adaptarlo de manera fiel a la vez que aporta su propio estilo. Aunque todo hay que decirlo, Molly’s Game no es solo una película para fans de Sorkin, quienes hace un par de años disfrutaron con La gran apuesta encontrarán en esta producción algo parecido a lo que nos ofreciera Adam McKay. El repaso no solo al mundo del póquer, sino a todo lo que se mueve alrededor de las partidas ilegales, los contactos, los secretos, qué tipo de personas participaban y todas las consecuencias que generan estos eventos privados, y en general la vida de la conocida como “La princesa del póquer”, conseguirían por sí solos un producto vendible, pero el toque de Sorkin consigue algo más personal. Sea como fuere, es posible que Molly’s Game tenga una mano más que decente para ganar la partida al espectador, pero como el póquer, no es un juego para todo el mundo.

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