miércoles, abril 24, 2024

62 SEMINCI. Sección Oficial (Cortometrajes): Crítica de ‘Jeunes hommes à la fenêtre (Jóvenes en la ventana)’: Diarrea mental

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 62 SEMINCI: 
Jeuenes hommes à la fenêtre (Jóvenes en la ventana)
 

Hay muchos tipos de cortometrajes, algunos son meramente contemplativos y se apoyan en algún principio estético para deslumbrar con sus imágenes, con la música, con una preciosista fotografía o alguna técnica de animación que les permita crear en el más noble sentido de lo que se entiende por creación una propuesta visual con la que tocar alguna fibra del espectador. Otros apuestan por la narración y consiguen en apenas unos minutos plantear, desarrollar y resolver (o no) una historia apoyándose en personajes a imagen y semejanza de sus hermanos mayores los largometrajes. Cuando estos dos planteamientos son dejados de lado, es decir, ni se opta por la creación audiovisual con fines estéticos ni se apuesta por contar una historia es cuando empiezan los problemas. Y este, ni más ni menos, es el caso del cortometraje Jeunes hommes á la fenêtre (Jóvenes en la ventana) del griego Loukianos Moshonas afincado en Francia.

Dos jóvenes (he leído en la sinopsis del cortometraje que son artistas gráficos, pues bueno, si ellos lo dicen… serán, podrían ser protésicos dentales, ingenieros aeronáuticos o jornaleros de la fresa) están sentados frente a sendos ordenadores y comienzan a escanear un papel blanco que a fuerza de sucesivas digitalizaciones, cada vez a mayor resolución termina por mostrar formas, texturas y colores que uno no sabe si son fruto de la distorsión digital o de la petaca llena de algún elixir alcohólico a la que ambos protagonistas le sacuden de vez en cuando.

El caso es que los jóvenes comienzan a conversar con disquisiciones mentales sin apenas sentidos con tintes pretendidamente existencialistas que, insisto, no queda claro si obedecen a los efectos de la ingesta etílica o a la diarrea mental del guionista y director Moshonas. El caso es que tras desbarrar durante dieciocho minutos que se hacen eternos, ambos jóvenes deciden fumarse un pitillito y se acercan a hacerlo a la ventana justificando el ingenioso título del corto. Punto. Muy saludable para educar la paciencia como espectador. Ni una idea brillante, ni una aportación fílmica interesante, ni una propuesta estética admirable. Nada.

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