viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘Fences’: Emotiva y cruda

Las críticas de Agustín Olivares: Fences

Denzel Washington es uno de esos actores que un día decide ponerse a dirigir. Mel Gibson, Clint Eastwood o Raúl Arévalo son ejemplos de intérpretes que han salido muy bien parados de la aventura y han llamado la atención por su labor, pero Denzel, sin ser un mal director, nunca ha despegado en esta parcela artística. Con Fences tampoco lo hará, pero sin duda llamará la atención por la habilidad que tiene para dirigir actores. Si la película se sostiene, además de por tener una historia sólida, es gracias a los intérpretes, al mimo y dedicación que dedican al descorchar los personajes hasta llegar al tuétano.

Fences es la adaptación al cine de la obra de teatro homónima de August Wilson, el cual firma el guión. En él se narra la historia de Troy, un afroamericano en lucha frente a las desigualdades raciales en los años cincuenta. Lo que empieza como una especie de panfleto pro-afroamericano se va convirtiendo en una historia íntima, cruda y bella de un hombre que debe enfrentarse a si mismo, a conflictos cotidianos con los que cualquiera puede verse reflejado, pero vistos desde la particular óptica del personaje principal.

Con una estructura atípica en el cine comercial, la película nos descubre a sus protagonistas a través de lo que hacen y, en gran medida, de lo que dicen. Aquí reside una de las posibles pegas que se le pueden achacar: demasiado dialogo heredero del teatro. A ratos agobia, sobre todo al principio de la cinta, donde nos comemos casi 30 minutos de cháchara del abuelo cebolleta que parece no llevar a ningún sitio. Pero con el tiempo descubrimos que esa cháchara forma parte de Troy, un ser hecho a si mismo, con un nivel cultural bajo, que repite hasta la saciedad las mismas historias y las mismas frases como si de un mantra se tratara, como si fueran la representación de la única forma de vida que conoce, y a la que se aferra. Todo ese tiempo invertido, en el que Troy, su mujer Rose y su mejor amigo Bono hablan sobre anécdotas pasadas, nos sirve para situarlos en nuestro mapa mental, saber cómo piensan, empatizar con ellos y ver y entender su visión de la vida. Desde el principio estamos con ellos, y por eso nos importa lo que les pasa.

Una vez estamos con Troy nos dejamos llevar por la historia, que pasa del costumbrismo y a temas más personales, donde descubrimos la parte más oscura de Troy. Quizá haga cosas que no compartimos, pero le damos el tiempo necesario para saber por qué lo hace. Empatizar con él le da carta blanca para soltar gritos, bofetones y lo que le dé la gana. Denzel Washington está excelente en su interpretación autodirigida, con la que atrapa al espectador desde el principio.

Viola Davis también está magnifica. Construye el personaje a medida que avanza el metraje, desgranándolo poco a poco hasta llegar al cuarto acto de la peli, donde Davis goza de su momento de gloria y arrasa con todo. No hay nada fortuito en su historia, todo está ahí desde el principio. Es genial llegar al final de la película y descubrir que en esa batalla inicial de anécdotas seniles estaba toda la historia implícita.

No obstante, el personaje que me ha cautivado es Gabe, interpretado por Mykelti Williamson (Buba en Forest Gump). Es el típico personaje que me conmueve, el desvalido inocentón que ve la vida desde la óptica de un niño. Gabe aparece y desaparece de la película constantemente, aunque tiene un peso importante a la hora de descubrir parcelas del carácter de su hermano Troy. Además goza de su momento de gloria al final de la peli, en uno de los gags más divertidos y tiernos.

Pero no todo en Fences es dirección de actores. También tiene una fotografía preciosa, en ocasiones casi onírica. Ésta viene reforzada por una dirección de arte cuidadísima.

La banda sonora también está muy acertada. Refuerza los momentos dramáticos de forma natural, sin que apenas seas consciente de que hay una música conduciéndote a través del drama.

Aunque no todo es miel en Fences. En primer lugar creo que se podrían haber reducido 20 de los 133 minutos que dura sin que se resintiera el resultado final.  En segundo lugar, los acontecimientos están encorsetados en unidades dramáticas casi aisladas, de modo que algunas de las tramas tienen mucha importancia en algunos momentos pero apenas en otro. Esto ocurre, por ejemplo, en las historias de Gabe y de Roberta (personaje que se menciona repetidas veces pero que nunca aparece, al igual que la esposa de Bono).

Por último, ciertos giros dramáticos me parecen jugarretas guionísticas para huir de situaciones delicadas de las que es difícil salir. [su_spoiler title=»Spoiler» style=»fancy» icon=»plus-circle»]Me refiero, por ejemplo, a la muerte de Roberta. Ocurre en un momento en el que la relación entre Rose y Troy ha entrado en una suerte de guerra fría, un estado en el que ninguna de las partes parece que vaya a ceder. Sin dicha muerte la película podría acabar de forma anticlimática, así que se decidió explotar una de las vías fáciles. La otra vía era que todo fuera un sueño de Antonio Resines, pero eso ya hubiera sido un cantazo. [/su_spoiler]

Fences es una película emotiva, bella y cruda. En ciertos pasajes no consigue desapegarse de su origen teatral, pero se compensa con unas actuaciones soberbias y una ambientación magnífica. Su larga duración, sumado a su atípica estructura, quizá generen inquietud en algunos espectadores, pero lo más probable es que la autenticidad del conflicto lo atrape y no pueda dejar de mirar la pantalla. Si te gustan las buenas historias debes ver Fences.

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