jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Mascotas’: Toy Story «revisited»

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: 
Mascotas

Me gustan mucho las películas de animación y créanme, es una suerte, porque tengo dos hijas en edades de primaria y, de casta le viene al galgo, me están saliendo cinéfilas. Es decir, que aunque no me gustaran las películas de animación, me tocaría verlas igualmente. Así que es una suerte porque, generalmente, disfruto mucho llevándolas al cine y viendo con ellas la mayoría de las películas para público infantil (de animación o no) que se estrenan.

Cada vez que voy al cine a ver una de estas películas nos obsequian antes de su comienzo con al menos tres o cuatro trailers de otras tantas películas de animación próximas a estrenar, lo cual me hace pensar que, o cada vez se hacen más películas animadas o a mí me abultan cada vez más. Con cada uno de los tráilers, mis hijas, de manera automática, se giran hacia mí y me preguntan “Papi, esta la vemos ¿no?”, y aunque he marcado algunas líneas rojas (que ganas tenía de soltar esta expresión con propiedad) negándome a ver (si las hicieran) las terceras partes de Hotel Transilvania, Lluvia de albóndigas o las segundas de inmundicias como Home, hogar dulce hogar, la mayoría de las veces mi respuesta es: “Sí, esta la vemos”.

Y hoy ha tocado ver Mascotas, la sexta película de la factoría Illumination que se dio a conocer en 2010 con la fantástica Gru, mi villano favorito en la que nacieron los personajes que han hecho popular (y rentable) a la compañía y que no son otros que los Minions. Y precisamente de los Minions es el tronchante cortometraje que precede a Mascotas y que supone una nueva prueba de que estos divertidísimos personajes funcionan mucho mejor en cortometrajes o como personajes secundarios (las dos partes de Gru) que como protagonistas de una película para ellos solos. El trabajo de los Minions, que es como se titula el corto provoca en la mayoría de los espectadores las mayores carcajadas de la proyección y eso no es bueno para Mascotas
 
Y no es que Mascotas no esté bien, que lo está, no que no tenga momentos divertidos, que  los tiene y algunos mucho y no que algunos de sus personajes no sean entrañables y se metan al espectador en el bolsillo desde su primera aparición, que los hay. El problema de Mascotas es su absoluta falta de originalidad y su flagrante calco argumental de Toy Story (John Lasseter, 1995). Cambiemos al niño Andy por una chica soltera llamada Katie, a Woody por el perrito Max, a Buzz Lightyear por el perro Duque y ya tenemos montadas las tres patas del punto de partida. En lugar de juguetes que cobran vida propia cuando los niños duermen (o no están), pongamos mascotas que ejercen una vida autónoma cuando sus dueños se ausentan de casa. Un desafortunado incidente y zas, los animales están en la calle, solos, a la deriva. Un grupo de mascotas buenas (pero traviesas), otro grupo de mascotas malas (o lo que sean), persecuciones (alguna casi calcada), aventuras múltiples y un desenlace… bueno, de los desenlaces no debe hablarse en las críticas. 
 
Otra referencia incuestionable en Mascotas es el clásico (ellos lo llaman así, de clásico no tiene nada) de Disney Oliver y su pandilla (George Scribner, 1988) del que copia también algunas aventuras, la localización en Nueva York y hasta el modo en el que su dueña encuentra a la mascota (un gato en aquel caso) en una caja de cartón en plena calle. Demasiada casualidad, demasiado descarado. 
 
Y es una lástima, porque esto desluce una película con notables méritos. La animación es muy buena, incluyendo una excelente recreación de una colorista Nueva York; algunas secuencias (la de la fábrica de salchichas, por ejemplo) son francamente divertidas y la creación de los personajes es, en general, muy acertada con algunos hallazgos muy divertidos como una perrita adicta a los culebrones, un cerdo lleno de tatuajes, un halcón de nombre Tiberius con instintos homicidas, una gata con bulimia o la brillante idea de que el animal de aspecto más adorable (un tierno conejito) sea, en realidad, el jefe de la hermandad de las mascotas callejeras que proclame consignas revolucionarias y gritos de venganza contra la especie humana. 
 
Para todos aquellos que no hayan visto Toy Story (si es que queda alguien), Mascotas puede resultar una película francamente divertida, los niños adorarán a algunos de los personajes y los adultos pasarán (pasaremos) por caja para comprar cromos, muñecos o menús de comida rápida. Ya está el negocio montado. Pero si hablamos de cine, Mascotas no aporta absolutamente nada nuevo al universo de películas con animales que hablan. O juguetes que, para el caso, vienen a ser lo mismo.

1 COMENTARIO

  1. Totalmente de acuerdo. Has dado en el clavo. Otro problema de la película es la falta de sentido o de argumento en la parte central de la peli. La acción desbordante es gamberra sin control, al más puro estilo minion, sin contenido detrás, traicionando un poco la idea que nos vendían en el trailer. El principio y el cierre, divertido y tierno. La parte central salvo algunas bromas graciosas, muy muy flojo.

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