sábado, abril 20, 2024

Crítica de ‘Un espía y medio’: Desaprovechada comedia sin gracia

Las críticas de Óscar M.: Un espía y medio

Lo peor que le puede suceder a una película que se quiera incluir en el género de la comedia es no provocar la risa en el espectador. Es evidente que este hecho también depende mucho del público, pero el caso de Un espía y medio es poco probable que sea defendible ante un tribunal.

Pasando por alto que el propio título ridiculiza a uno de sus actores (y teniendo en cuenta que uno de los objetivos de la película es luchar contra el acoso escolar), Un espía y medio tenía todos los ingredientes para conseguir gustar a la audiencia: un actor cómico en alza como Kevin Hart, un nuevo intento de Dwayne Johnson por salir del cine de acción y un director experimentado en comedias como Rawson Marshall Thurber (director de Cuestión de pelotas y Somos los Miller).

Es una lástima que el cóctel resultante de más vergüenza que gracia. El guión del propio director junto a los debutantes (como guionistas) Ike Barinholtz y David Stassen deja mucho que desear, con unos diálogos ridículos y unas situaciones poco agraciadas que no provoca la más mínima sonrisa (mejor no hablar de una obligatoria y correspondiente carcajada) ni siquiera en las tomas falsas durante los títulos de créditos finales.

Por supuesto, Un espía y medio no es la primera comedia fallida (ni será la última) del cine, se puede citar a Vacaciones (aburrida y soporífera acumulación de caras conocidas), Noche de marcha (autodestrozada gracias a su propio tráiler) o la reciente The D train (con la que comparte temática y trauma post-estudiantil).

Ni siquiera la escena inicial con unos Hart y Johnson adolescentes modificados digitalmente es cómica. Los actores están muy perdidos en una historia que no tiene claro en ningún momento cuál es su rumbo, mezclando situaciones absurdas, con una gran cantidad de personajes, giros de guión presuntuosos y previsibles, y una trama detectivesca que interesa bastante poco al espectador.

Tal vez el problema sea que Un espía y medio abusa demasiado del «humor afroamericano», o que no soy afroamericano y por eso los chistes o diálogos de la película no me hacen ninguna gracia. Pero, ni siquiera las constantes referencias a la cultura popular o al cine de los noventa son afortunadas. Constantemente se tiene la sensación de que es cine hecho por afroamericanos para afroamericanos (como decía el personaje interpretado por Jada Pinkett al principio de Scream 2).

La dirección de actores brilla por su ausencia, Hart repite casi el mismo papel que ya le hemos visto interpretar en múltiples ocasiones, Johnson se limita a sonreír, hacer los gestos o decir las frases de inadaptado social de su personaje y la implicación o la química entre ambos es absolutamente nula. Tras ver esta película, lo que deberían sentir los productores de la nueva versión de Jumanji es pánico.

Además, en el estudio se han preocupado por incluir un buen número de actores reconocibles en el último tramo de la película, se intuye que para animar a la audiencia en el tercer acto, pero que refleja un desesperado intento de acumular rostros famosos sin repercusión real para el argumento.

Un espía y medio pierde la oportunidad de denuncia social contra el acoso escolar, se aburre a sí misma con una enrevesada trama de espías que no va a ninguna parte (y que tiene una resolución absurda) y desaprovecha a los actores y los personajes con unos diálogos de telecomedia con mucho presupuesto, pero mal improvisada.

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