jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Cien años de perdón’: Ladrones, policías y políticos

Las críticas de Óscar M.: Cien años de perdón

El cine que se hace en España está perdiendo poco a poco el miedo a mostrar en pantalla historias que impliquen al mundo de la política o a los cuerpos de seguridad del Estado. Cien años de perdón comienza como un típico atraco al banco y termina señalando a banqueros, policías y políticos corruptos.

Siguiendo el camino que abrió El desconocido (con la que comparte protagonista), la última película de Daniel Calparsoro se adentra en el complicado entramado de la política española (fácilmente extrapolable a cualquier país, ya que, desgraciadamente, ninguno se libra) mezclado con las artimañas más sucias de las empresas financieras y salpicando a mano ejecutora, los defensores de la ley.

Jorge Guerricaechevarría (habitual colaborador de las películas de Álex de la Iglesia) firma un guión brillante, sólido y que, en apenas una hora y media, consigue llevar al espectador a través del atraco hasta los despachos de la «presidencia» (no se especifica, con mucho acierto, si se refiere a la del gobierno o la de una comunidad).

Aunque en principio el hecho de que no ponga nombres a los culpables o se refiera a esa figura todopoderosa como «la presidenta» podría considerarse un acto de cobardía, no hay que olvidar que se trata de una obra de ficción (y que el uso del nombre que todos los espectadores estarán pensando cuando salgan de la sala implicaría una demanda judicial, aunque en ningún momento se la acuse de nada), pero simplemente con la intención es suficiente para que el espectador esboce una pequeña sonrisa malvada cada vez que se habla de los tejemanejes para conseguir ciertos cargos, apoyos o nombramientos.

No sólo los acontecimientos del interior del banco provocan el nerviosismo en los despachos (donde se representan hábilmente los diferentes partidos con el color de las corbatas, pequeños detalles que demuestran hasta qué punto se han cuidado los detalles), el guión es tan redondo que los cambios que se producen en el exterior (promovidos por los dirigentes de la operación policial) obligan a modificar el plan inicial. Cerrando un círculo argumental como si la serpiente se mordiera la cola (reflejando la complicada trama actual entre políticos y banqueros, y de la que se vislumbra cierta crítica a la actuación policial en casos extremos, como los del 11M).

Para que la historia llegue al público de una manera realista se ha encargado un reparto al que poco se le puede recriminar, Calparsoro dirige con soltura, pero lo tiene mucho más fácil trabajando con un Luis Tosar impecable y un trabajo más que correcto por parte de Raúl Arévalo, José Coronado o Marian Álvarez. Entre el reparto también destaca el argentino Rodrigo de la Serna y, sobre todo, Joaquín Furriel (la versión argentina de Jesús Castro), poniendo el contrapunto cómico. La interpretación de Patricia Vico es poco correcta en ocasiones, pero las escenas donde está mejor se imponen a las peores (las del principio de la película).

Es inevitable hacer una mención especial a la fotografía, donde destacan los tonos azules y verdes para las escenas del exterior del banco, transmitiendo una sensación más aséptica que las escenas de interior, así como la constante lluvia o la presencia de las nuevas tecnologías (el famoso disco duro donde está toda la información que tan nervioso pone a los políticos) y los mensajes instantáneos de teléfono móvil sobreimpresos en pantalla.

Al igual que con El desconocido, en ningún caso se justifica la violencia, pero Cien años de perdón aprovecha para poner en entredicho la lealtad de ciertos empleados (tanto de los trabajadores del banco como los representantes de los políticos) hacia su «empresa», la cual, en la mayoría de los casos da la espalda y se desentiende ante ciertas situaciones.

Cien años de perdón confirma el buen momento que está viviendo el cine hecho en nuestro país (aunque en este caso sea una coproducción con Argentina y Francia), con un trabajo excelente a todos los niveles: interpretativo, artístico y, sobre todo, de guión.

1 COMENTARIO

  1. Después de volver a ver la película, creo que la actriz Patricia Vico se ha doblado a sí misma en las primeras escenas, hecho que justificaría la notable diferencia de intensidad en su interpretación.

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