Existen varias obras literarias y cinematográficas que se ocupan del «mito» del Doppelgänger (doble andante), quizá la más conocida sea la maravillosa La Doble Vida de Verónica (Krzystoff Kiéslowski, 1991) en la que Irène Jacob daba vida a dos mujeres idénticas, una polaca y otra francesa, que no se conocían de nada pero compartían, además de un físico idéntico, algunas otras cualidades físicas y emocionales.
Pero no es el caso, hay muchos más méritos en una película intensa en la que los personajes tienen mucho más que decir a través de un guion muy bien escrito en el que Von Trotta ha puesto el alma como corresponde en una película que parte de una historia personal y en la que hubiera sido fácil caer en la blandenguería emocional. Su dirección es depurada, no hay concesiones a la lágrima fácil y conduce la emoción por el mismo camino que el transcurso del relato.
Las ambientaciones (la casa alemana de Paul y Nueva York) están perfectamente retratadas por una magnífica fotografía de Axel Block y la música de Sven Rossenbach y Florian Van Volxem salpicada de canciones completan un film de bella factura y grandes interpretaciones.
El Mundo Abandonado fue presentada a concurso en la Sección Oficial de la pasada edición de la SEMINCI de Valladolid donde pasó sin pena ni gloria entre el público, la crítica y el jurado, sin embargo a mí me gustó mucho. De vez en cuando está bien esto de ir contracorriente.