jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Fast & Furious 7’: Comedia bélica de automoción wrestling

Las críticas de Carlos Cuesta: Fast &Furious 7

La saga Fast & Furious y sus protagonistas han recorrido un largo camino hasta lograr que el primer y el último capítulo de la franquicia sean difícilmente comparables. Para explicar cómo un policía y un dependiente de una tienda de recambios han conseguido ponerse a la altura de John McClane, Ethan Hunt o James Bond tampoco hay que resolver muchos enigmas; basta con conocer las fantasías de un entusiasta fanático del tuning, que empiezan por el mito de que tener el coche bien encerado y desconocer el significado de la palabra intermitente son el primer paso para suceder a Chuck Norris; luego hay que entender que los antihéroes están de moda y abandonarse a toda esperanza antes de cruzar al inframundo del marketing. 
Fast &Furious 7 no es el peor título de la colección (hay quien dice que es el mejor) pero los constantes excesos, explosiones, barbaridades, fantasmadas, absurdeces, peripecias, cabriolas y derroche de munición y artillería impiden cualquier tipo de análisis cualitativo o cuantitativo acerca de qué es exactamente Fast &Furious 7. He terminado por pensar que es uno de los pioneros de un género en auge: la comedia bélica de automoción wrestling; y ante todo, una producción casi honesta, que cumple lo que promete, consciente de sus propios delirios, algo que se expresa en sus frecuentes asomos cómicos. Entre esas bromas se encuentra, supongo, la de Vin Diesel de sugerir que El rápido y el furioso siete se tiene que llevar un Oscar. Bien pensado, para una industria a la que sólo le importa la taquilla, se merece tres o cuatro.

Para mí esta película tiene tres o cuatro puntos fuertes. Con el primero estará de acuerdo cualquier amante del cine de acción: enfrentar a tres bestias como Vin Diesel, Dwayne Johnson y Jason Statham, lo que nos lleva al segundo: los originales giros de cámara en pleno aliñado de algo que me gustaría definir vulgar y popularmente como una buena ensalada de hostias. Esto nos lleva a lo tercero, a pisotear lo políticamente correcto sin recato alguno, a los coches y las nalgas de muchachas sacándoles brillo. El cuarto, por respeto, me obliga a cambiar de párrafo.
La última entrega, por el momento, de este rentable producto de entretenimiento, contiene en su cierre un emotivo homenaje a Paul Walker, actor insigne de la saga, fallecido en un accidente de tráfico. Aunque reconozco que no me gustan estas secuelas, hay que admitir que la película ha sabido insertar un valioso mensaje sobre lealtad, fraternidad y familia para honrar la memoria de un equipo de intérpretes que han crecido juntos, se han hecho populares juntos y han hecho disfrutar a mucha gente. Siempre hay gente entre el público que es capaz de troncharse de risa de esta secuencia que merece más respeto, cuestión de mal gusto que confirma muchas de mis sospechas. En ese sentido, la idea de introducir a un hermano de Paul Walker en la octava entrega me parece una indigna concesión al morbo.
El ritmo implacable y la sucesión sin piedad de efectos especiales, choques y desafíos a la gravedad y la coordinación humana es absolutamente anestésico. Provoca un estado de la mente en el que todo da lo mismo, sólo hay que dejarse sorprender y dejar que las castañas te entren por el ojo y te inutilicen el cerebro; escasas concesiones a la lógica o a un sentido de la intriga y todas las que haga falta al narcisismo del bíceps, a una estereotípica presentación de cultura del barrio y del criminal honrado.
¿Qué le falta a Fast &Furious 7?  Un transformer, un dinosaurio, un submarino nuclear y alguien que le diga a Kurt Russell que los años no pasan en balde. El célebre actor intrerpreta a un agente del Gobierno que de alguna manera recluta a Vin Diesel y su escuadrón de tuneros para recuperar un potentísimo sistema de vigilancia que ha caído en malos manos por un sencilla razón: todos los personajes se comportan con la simpleza infantiloide que tenía yo cuando jugaba de pequeño con mis muñecos. Me importaba tres carajos mezclar bichos de distintos tamaños, o hacerles saltar distancias imposibles, o inventar situaciones totalmente alucinantes sin necesidad de continuidad alguna más allá de que hay buenos, hay malos, y van a ganar los buenos. Que nadie se engañe, no hay nada que pensar respecto a la psicología de los personajes o de sus dilemas. Si apareciera una nave espacial en plena película, Vin Diesel la interceptaría, derrotaría a sus ocupantes y aprendería a manejarla con absoluta eficacia antes de acabar la película.
En resumen, están muy bien las palizas que se pegan Statham y Johnson, y Statham y Diesel, y hasta eso han conseguido cargárselo el director y los guionistas con tal de meterle un misilazo a un edificio. Fans de Fast &Furious id al cine y gozadla; seguidores de Michael Bay, id a disfrutar del trabajo de otro señor llamado James Wan (Insidious, Expediente Warren). Sólo nos queda ver una cosa. Tengo todas mis esperanzas puestas en que Fast &Furious 8 sea un musical.

8 COMENTARIOS

  1. Suscribo cada palabra. Opino exactamente lo mismo. Por cierto, en serio había gente riéndose en la escena final? Qué patético me parecería.

  2. Hay gente muy subnormal por el mundo, de echo hay un compañero de otro foro, si es que se le puede llamar compañero, cuando salió la noticia de la tragica muerte de Paul Walker pedía que todo el reparto de la saga hiciera lo mismo, en aquel momento le dije que por que no hacia lo mismo y nos libramos de un inutil menos, con dos gracias en mi comentario y me banearon tres días del foro por soltar una verdad como puños.

  3. Hombre hay que tener en cuenta que este tipo de películas de coches, tunning, testosterona, tías cachondas, etc etc. tienen una gran parte de público, al que prefiero no dar nombre ni calificativos, pero de los que en definitiva no se puede esperar mucho de ellos.

  4. Diooooooos que grande sería que la 8 fuera musical. La verdad es que esta séptima entrega me entretuvo muchisimo, era como ver el Presing Catch hiperdopado, hiperacelerado y tuneado, con música a toda pastilla y edificios por derrumbar en vez de cuadrilatero.

    Da lo que los fans de la saga ansían, y cumple el mero objetivo de ser un divertimento para pasar el rato, hasta con toque romántico…

    La sala en la que le ví curiosamente había muchos menores, pero no quinceañeros, sino de 10 y 11 años, e incluso padres con niños de 6 o 7… lo flipaba… no entendía nada… pero ahí estaban luego gozándolo, como futuros tuneros, y no me refiero a miembros de la tuna.

    Y sí, vi a alguno llorar con la escena homenaje a Walker, que a pesar de estar en esta saga, nadie debería desearle la muerte.

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