En un principio no había montaje. Las primeras películas que se rodaron, con los hermanos Lumière como protagonistas en la invención del cine actual, no tenían corte alguno y hasta la llegada de George Méliès fue así.
Este último fue un gran propulsor del corte cinematográfico y su propulsor para luego utilizar el montaje. A raíz de estos montajes, que daban la sensación de ilusión que tanto caracterizaba a su cine, se ha derivado en varios tipos que serán en los que nos centraremos hoy.
El montaje poético busca causar unas emociones al espectador de manera poética (valga la redundancia). El uso alterno de flash-backs y flash-forwards puede llegar a ser recurrente para que así el espectador consienta una cierta conexión con lo reflejado en la escena, aunque no es el único elemento, ya que se suele dar también el uso del montaje en paralelo, siendo este cuando existen dos realidades alternadas bajo un mismo nexo en dos planos temporales iguales y con distintas localizaciones.
Muchas son las películas que han utilizado un montaje no habitual y que, por esto y entre otras cosas, serán recordadas. Entre ellas Memento, de Christopher Nolan, ha de tener una mención especial, no sin olvidar otros títulos tales como 21 Gramos de Alejandro González Iñárritu, Pulp Fiction (en general todas las películas de Tarantino que va alternando capítulos) o American History X entre muchas otras.
Efecto Kuleshov